Tal día como hoy de 2007, el humor se vistió de luto. Aquél día nos dejaba, a los 75 años, el irrepetible José Luis Coll. Poco más de un mes antes, el 31 de enero, el humorista volvía a su casa después de hacer unas compras, sintió un mareo y calló al suelo golpeándose la cabeza. Estaba medicándose con anticoagulantes y el impacto le provocó un derrame. Desde entonces su estado sufrió un constante deterioro que terminó por provocar un fallo multiorgánico.
Nacido en Cuenca, el 23 de mayo de 1931, el humorista, actor, escritor y presentador de radio y televisión formó durante casi tres décadas (de 1967 a 1995) una genial pareja artística con Luis Sánchez Pollack ‘Tip’ que había fallecido siete años antes que su compañero. ‘Tip y Coll’, siempre enfundados en sus levitas negras con su chistera el altísimo Tip y bombín Coll, fue un dúo irrepetible formado por dos maestros del humor inteligente y surrealista. Juntos llegaron a lo más alto y se ganaron el respeto y la admiración unánime, tanto del público como de sus compañeros de profesión. A la muerte de José Luis Coll el periodista Pepe Oneto declaró “si ‘Tip y Coll’ hubieran vivido en Estados Unidos hubieran sido tan grandes y significativos como los hermanos Marx".
Coll comenzó a trabajar muy pronto, tras acabar el bachillerato, en una oficina de Abastos, pero en 1956, de la mano del periodista y escritor César González Ruano, en conquense comenzó su carrera de humorista y sus colaboraciones con el legendario semanario satírico ‘La Codorniz’. Más tarde trabajó en Radio Nacional y Televisión Española hasta que en 1967 conoció a su inseparable Luis Sánchez Polack.
Formando pareja con el gran 'Tip' pasó 28 años hasta que éste dejó los escenarios, ya con casi 70 años. A partir de entonces, José Luis Coll prosiguió su carrera en solitario. En Telecinco dirigió y presentó Este país necesita un repaso y más tarde en Antena 3 Vaya nochecita y Sonrisas de España. En sus últimos años, además de sus frecuentes apariciones televisivas, en teatro protagonizó el monólogo Yo y, entre otras producciones, intervino en obras como El cianuro ¿sólo o con leche? de Juan José Alonso Millán o Tres sombreros de copa, la obra cumbre de Miguel Mihura.
Además de su trabajo en revistas satíricas como La Codorniz o Hermano Lobo y sus colaboraciones en la prensa, en su faceta de escritor, además de la novela con trazos autobiográficos El hermano bastardo de Dios, José Luis Coll publicó numerosos libros, siempre en clave de humor, con títulos como Cosas Mías, Algo para leer, La cadena, Poemas, Debajo de mi sombrero, Las dedicatorias de Coll, Epitafios, El Eroticoll, Firmes, Lo mejor y lo peor de José Luis Coll o Pensaciones.
Pero entre todos, el que mayor éxito obtuvo fue el Diccionario de Coll, publicado en 1976 y del que se lanzaron 30 ediciones. En él, el humorista repasa y deforma muchos términos de nuestra lengua con definiciones como ‘Bromear’ (Mear en broma), ‘Chivasto’ (Delator enorme, de grandes dimensiones), ‘Empreñarse’ (Obstinarse en quedar embarazada), ‘Extremaño’ (Natural de Cáceres nacido en Zaragoza) o ‘Pistolerdo’ (Individuo del Hampa, poco hábil en el manejo de las armas).
Con la muerte de José Luis Coll desapareció el último ilustre representante de una generación de geniales humoristas/surrealistas del absurdo y del humor inteligente, como el propio Luis Sánchez Pollack, Gila o Chumi Chumez.
José Luis Coll a través de sus geniales frases
- Cuando me encuentre cara a cara con Dios... ¡Me va a oír!
- La única broma que no le voy a perdonar nunca. (El día que falleció su compañero Luis Sánchez Polakc "Tip").
- Si es un verdadero amigo, no habrá que perdonarle jamás nada.
- Un país habrá llegado al máximo de su civismo cuando en él se puedan celebrar los partidos de fútbol sin árbitros.
- Conceder el perdón es el más alto grado de vanidad o de miedo.
- El anciano es el aristócrata de la vejez.
- Cuando alguien me mira por encima del hombro, yo le contemplo por debajo del sobaco.
- Tremendo contraste entre el crepitar del fuego en su comienzo y la paz de la ceniza.
- Soy uno de los pocos mortales que disfruta del matrimonio hasta tal extremo que, de repetir, jamás lo haría por si acaso.
- He escrito un árbol, he leído un libro, y he plantado un hijo.
- Hemos llegado a la conclusión de que la televisión es el espejo del alma.
- Maniático: señor que se desvive por vivir en el último piso.
- Lo bueno que tiene morirse es que no hay que madrugar.