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La Montaña Artificial de los Jardines del Buen Retiro, conocida popularmente como La Montaña de los Gatos, será restaurada para volver a ser disfrutada por los madrileños 18 años después de su cierre.
El delegado de Medio Ambiente y Movilidad, Borja Carabante, ha anunciado en rueda de prensa que la Junta de Gobierno ha autorizado un contrato y un gasto plurianual de 2.638.090 euros para llevar a cabo su remodelación integral. El plazo de ejecución de las obras es de 7 meses y se prevé que comiencen en septiembre de 2022.
Del siglo XIXI, toma su nombre al ser un espacio frecuentado por los felinos asilvestrados que hay en el recinto. Construida por orden de Fernando VII, lleva cerrada al público casi dos décadas por la falta de seguridad de la infraestructura.
La última exposición que se realizó en la galería fue en 2002 con una duración de un año. En 2004 comenzaron a producirse desprendimientos en el interior y se cerró la zona de muestras, gestionada la Junta del Distrito. Entre 2004 y 2005 se valló la zona por completo, primero la parte superior y, posteriormente, todo el conjunto. Desde 2004, el Ayuntamiento de Madrid no ha llevado a cabo ninguna actuación en la estructura, aunque en 2018, coincidiendo con el 150 aniversario de El Retiro, se convocó un concurso público para la rehabilitación del espacio, que quedó desierto.
La estructura original
La parcela donde se ubica La Montaña de Gatos se extiende desde la esquina noreste de los Jardines del Buen Retiro, en la entrada de la Puerta de O'Donnell, hasta los parterres colindantes y la Casita del Pescador. Se trata de un terreno terrizo que comienza al cruzar la puerta y que da la bienvenida a los usuarios provenientes del exterior del parque, desde el que se percibe la vista más representativa de la montaña, con las extintas láminas de agua y la cascada y su abundante vegetación.
La recuperación propuesta tras 18 años de inactividad primará en todo momento el respeto a la construcción original, respetando el volumen de la bóveda - formada por una cúpula de 14 metros de diámetro y 11 metros de altura -, y mejorando su cubrición, ya que fue construida para ser cubierta con tierra y vegetación creando una montaña artificial.
La adecuación del espacio exterior busca recuperar la estructura y los caminos que existían inicialmente, manteniendo la zona superior de observación y los elementos de evocación pintoresca como las cascadas.
La montaña cuenta con una serie de pequeños senderos ajardinados ascendentes rodeados perimetralmente de un conjunto de estanques sobre los que vierten tres cascadas artificiales dotadas de un sistema hidráulico de recirculación. La intervención permitirá recuperar las cascadas y láminas de agua; mejorar el trazado y la renovación de los caminos interiores. Se consolidarán los elementos patrimoniales y se adaptarán las zonas arbustivas y el patrimonio vegetal al espacio, renovando también la iluminación y el sistema de riego.
El interior de la montaña, donde se organizaban las exposiciones, consta de un espacio abovedado de planta circular abierto con un óculo superior del que nacen cuatro galerías abovedadas que discurren por el interior del cerro artificial. El primero de estos pasillos, dispuesto en el eje perpendicular a la calle O'Donnell, hace las veces de acceso. Los otros tres nacen desde el espacio interior, avanzan bajo la montaña en direcciones opuestas, hacia los estanques del perímetro en busca de la caída de agua de las cascadas exteriores.