Política

Alejandro Rojas Marcos: "Nuestra democracia está muy deteriorada"

Antonio Castillejo

Lunes 25 de marzo de 2019

15 minutos

Para el Fundador del Partido Andalucista "a Vox le han hecho la campaña PP, C’s, PSOE y Podemos"

Alejandro Rojas Marcos: "Nuestra democracia está muy deteriorada"
Antonio Castillejo

Lunes 25 de marzo de 2019

15 minutos

Abogado y político ya retirado, Alejandro Rojas-Marcos de la Viesca (Sevilla, 1940) fue el Fundador del Partido Andalucista, cuyos orígenes datan de 1965, en los albores del tardofranquismo, y al frente del mismo llegó a ser diputado en las Cortes Generales y en el Parlamento andaluz. Fue también alcalde de Sevilla de 1991 a 1995. Ahora, a sus 78 años, conversamos con él sobre el pasado, presente y futuro de la política en nuestro país e intentamos que nos desvele uno de los secretos que mejor ha guardado durante toda su vida.

-¿Qué le parece la idea de lanzar un periódico generalista on line enfocado hacia los mayores?

Es una gran idea. Veníamos de una cultura empeñada en archivar a los mayores, prepararles para pasar a la otra vida y punto. En cambio hoy, hablar de mayores es hacerlo de protagonistas de la realidad social y el que surjan iniciativas como esta que dan a los mayores el protagonismo que merecen, me parece espléndido, una iniciativa que busca empujar a los mayores a la acción es sensacional.

-¿Por qué desapareció el primer y único Partido Andalucista de la historia?

Muy sencillo. El impulsar el partido, en la primavera de 1965, fue nadar contracorriente porque en ningún plano político se contemplaba la necesidad ni de la autonomía de Andalucía ni de un partido andaluz. Y después de nacer seguimos nadando contra corriente en las plataformas democráticas porque sólo este grupo andalucista planteó la autonomía para Andalucía, sus signos de identidad, poner en valor la historia y la cultura andaluza. El poder andaluz era nuestro gran lema, como un paso más del lema de Blas Infante que fue el ideal andaluz. Siempre nos hemos topado con la soledad en el caminar del partido a lo largo de su medio siglo de historia y sin embargo ha tenido éxitos importantes, el mayor de todos es que sin ese partido no hubiera habido autonomía de primera como la que tenemos, igual que Cataluña y Euskadi, como no la hay ni en Valencia ni en Canarias ni en otras Comunidades potentes.

Pero en los últimos diez años de la vida del partido sufrimos un desapego del pueblo andaluz. En un momento dado pensamos que a lo mejor era debido a que no hacíamos las cosas bien y cometíamos errores, o al menos eso decían nuestros adversario. Sin embargo, cuando vimos que surgían nuevos partidos, es decir que ante el desgaste de la izquierda socialista nacía Podemos, que frente al desastre de la derecha del PP llegaba C’s y vimos que no aparecía un nuevo brote de partido andaluz que pensara que podría hacer las cosas mejor que nosotros, reflexionamos mucho. Nos dimos cuenta que al pueblo andaluz, hoy por hoy, esa opción de partido exclusivamente andaluz no le interesaba y decidimos, con mucha dignidad, presentar la dimisión a los andaluces. No fue fácil, fue muy difícil, teníamos 300 concejales, más de una decena de alcaldes y 4.000 militantes, pero en nuestro congreso entendimos que también los partidos políticos debían tener dignidad. Ya vendrán otros en el futuro que recuperen el testigo que nosotros dejamos.

-¿Qué representa hoy Blas Infante para los andaluces de izquierdas y, por qué no, también de derechas?

Blas Infante, por desgracia, hoy en día representa muy poco por la misma razón por la que el partido andalucista ha sufrido un desapego que le llevó a la dimisión. Desgraciadamente hoy Blas Infante no es una figura que inspire e interese a los andaluces y ahí tiene una enorme responsabilidad la Junta de Andalucía.

-A usted le metió en la cárcel el franquismo y le condenó al destierro. ¿Habría que trasladar a Franco de Cuelgamuros y a Queipo de Llano de La Macarena? ¿Cree usted que se conseguirá?

Yo cree una Fundación en 1982 en la que trabajamos temas de Andalucía, su identidad, su cultura, su historia, pero también los derechos humanos. Yo he viajado por todo el mundo de la mano de ONGs como Amnistía Internacional, Cruz Roja o Human Right Wath y me he dado cuenta de que tenemos una asignatura pendiente, porque aquí hubo una Guerra Civil y los vencedores tuvieron el poder durante casi cuarenta años en los que se preocuparon por dejar para la historia su propia memoria en positivo respecto de ellos mismos, y en negativo por lo que a sus adversarios se refiere. Después de tantos años pasados, a lo que usted me pregunta, unos piensan que es un ajuste de cuentas, pero otros, entre los que me encuentro, piensan que es una clarificación histórica, pues no hay que olvidar que España, después de Camboya es el país del mundo que cuenta con mayor número desaparecidos. Hay advertencias de la ONU para que se reconozcan las reclamaciones de las víctimas del franquismo. Esto es un problema.

Dicho esto, es un poco chocante que después de una Guerra Civil, el Caudillo vencedor esté presidiendo los cadáveres de uno y otro bando. No es razonable. Esto es difícilmente entendible en cualquier país del mundo. Es evidente que hay que resolver ese problema, pero el cómo no me corresponde a mí decidirlo. Y respecto a Queipo de Llano, debo aclarar que ya no pertenezco a la Iglesia católica, pero sí me siento cristiano porque mi cultura espiritual es la de Jesús de Nazaret. Pues bien, la Iglesia, durante la Guerra Civil, se puso al cien por cien junto a uno de los bandos y tomó partido de forma beligerante, así que el hecho de que Queipo de Llano esté en La Macarena me parece muy coherente con esa actitud de la Iglesia. Lo que ya no es coherente es que Queipo de Llano siga ahí cuando la Iglesia ha ido evolucionando y tomando otro camino por lo que, una de dos, o hay incoherencia en la Iglesia o la hay en las familias Franco y Queipo de Llano, no lo sé, pero no cuadra.

En su día la Iglesia tomó partido por Franco y Queipo de Llano, pero ahora el papa Francisco y antes Juan XXIII hablan de una Iglesia diferente? Desde luego, si a mi padre o a mi abuelo los trataran así yo no lo permitiría, no toleraría que, una vez muertos, los utilizara ni la politica ni la Iglesia como objeto de enfrentamiento.

-¿Cómo ve el apoyo de Vox al Gobierno andaluz repartido entre PP y Ciudadanos?

Europa ha sufrido dos guerras mundiales y en ambas el extremismo ha tenido una papel de altísima responsabilidad, llámese fascismo italiano, nazismo alemán o purgas del comunismo soviético… Y una democracia no puede servir de palanca para que se acabe con ella. La democracia no debe ofrecer facilidades para que, enganchándose a ella, se acabe con ella. Por tanto, hay que vacunar a la sociedad frente a grupos excesivamente radicales. Hay que vacunar a la sociedad porque, teóricamente, la democracia y la libertad necesitan mecanismos que eviten que sean utilizadas para acabar con esa democracia y esa libertad.

Mi actitud ante movimientos como el de Vox o el de Trump es que el problema no está ni en Vox ni en Trump, sino en los que los votan, de una parte, y en los culpables de que esos votantes se hayan refugiado en Vox y en Trump, de otra parte. A Vox le han hecho la campaña andaluza PP, C’s, PSOE y Podemos. Las horas que emplean unos y otros en hablar de Vox valen millones y millones en publicidad, por eso digo que le han hecho a campaña. Ante una situación de hartazgo hacia la política como se está viviendo en la sociedad española, el que aparezca alguien histriónico que coja la bandera patriota y prometa acabar con ese hartazgo triunfa.

-¿Piensa que esa alianza puede repetirse el mes que viene a nivel nacional?

Es posible, querer quieren, otra cosa es que lo consigan. No pasa nada porque la derecha gobierne en España, la derecha ha gobernado mucho y los socialistas también han gobernado mucho, tenemos que estar abiertos a esto. Ahora bien, hay un factor nuevo y es que esta derecha con tal de llegar se ha aliado a otro socio de una manera vergonzante. Les da vergüenza ir con quién van, pero lo necesitan para llegar al poder. Eso rechina, no lo veo, no, no lo veo. Es políticamente indigno para Vox ir de la mano de quien no quiere ir con Vox y para PP y Cs es indigno ir con un partido del que se avergüenzan de ir con él.

-¿Qué opina de los casi 40 años de Gobierno socialista en Andalucía?

No es bueno que una comunidad, una ciudad o un país durante 40 años estén regidos por un mismo partido, tanto sea de derechas como de izquierdas. Es un error porque necesita el aire, abrir las ventanas de vez en cuando. Esto es ley de vida. Lo contrario no funciona, hay un estancamiento y si además ese partido socialista, que sin duda ha hecho muchas cosas buenas en Andalucía y en España, es un partido estatal al que le interesa tanto Andalucía como Cataluña, Baleares, Canarias o Asturias… pues claro, no quiere fomentar todo aquello peculiar, propio, identitario de Andalucía. ¿Qué se enseña en los colegios de Andalucía? Hoy Blas Infante y todo lo que huela a andalucismo sobra. Hemos vivido una españolización de Andalucía, que por cierto no era necesario, porque en Andalucía nunca hemos tenido brotes del ‘no a España’.

-¿Y qué le parece el cambio de rumbo, de Susana Díaz a Pedro Sánchez, que los socialistas andaluces están viviendo?

El poder se retroalimenta a sí mismo. El poder es indispensable para que la humanidad avance, pero es muy peligroso y por eso tiene que estar muy controlado y al darle poder a alguien hay que asumir el riesgo de que abuse de él, o se montan mecanismos de control o todo titular de poder acaba abusando de él y en los partidos últimamente se están viviendo ajustes de cuentas. De todas formas yo no creo que Susana Díaz y su gente estén acabados, han hecho cosas buenas y no creo que ni vaya, ni deba, desaparecer de la política. Pero dicho esto, Susana cometió un gran error que fue darle un golpe de estado a Pedro Sánchez y ahora él está tomándose su revancha, posiblemente con la idea de controlar el partido para que no le vuelva a pasar eso.

Los partidos como todos los colectivos tienen sus propios códigos, hasta la mafia, las iglesias, los estados, las familias tienen sus códigos y el que se salta el código lo paga muy caro. El PSOE rompió su propio código en un momento dado y ahora vive en un estado un poco como de la jungla. Yo espero que por el bien de Andalucía y de España eso se supere porque no es bueno. De igual modo que tampoco es muy bonito escuchar al señor Aznar predicando cuando tenía que estar callado y dejando paso a los que vienen detrás; o al señor Felipe González hurgando en los interiores del PSOE para descalabrar a Pedro Sánchez apoyando a Susana y haciendo discursos críticos que hacen un daño terrible al Partido Socialista; y no digamos ya la actitud de Alfonso Guerra. ¡Quién le ha visto y quién le ve!

-Usted vivió muy intensamente la Transición ¿nos haría falta una nueva Transición?

Transición significa cambio, remover, estructurar, dialogar, abrir nuevos caminos, tener cuidado con los intereses creados en la situación anterior para poder ir a una nueva situación. La historia de la humanidad está llena de transiciones, de cambios, muy a menudo revolucionarios en los que, a veces, hay violencia. En cualquier caso, bienvenidas sean las transiciones y los cambios, pero sin olvidar que eso tiene sus reglas de oro que no se pueden saltar. Todo tránsito exige un grado de acuerdo, de diálogo, de consenso. No se puede ir hacia un cambio de cualquier manera.

Nuestra democracia está muy deteriorada, porque la Transición que se hizo hace 40 años pagó un precio muy alto. Cuando se dieron la mano Santiago Carrillo y Manuel Fraga, y yo estaba allí, hubo un pacto y ese pacto tuvo un coste que estamos pagando todavía. No ha habido libertad para tirar de la manta de todo aquello de lo que había que haber tirado de la manta, porque existía un pacto político que ha ido pasando de unos a otros por parte de partidos y dirigentes. Aquella transición le dio mucho poder a los partidos políticos y es normal que así fuera después de 40 años sin ellos. O se le daba poder a los dirigentes de los partidos o aquí no había habido una democracia sino otro enfrentamiento cruento. Pero ese poder que se les dio a los partidos para salir de un barranco, los partidos y sus líderes lo han hecho suyo para su propio beneficio, y no lo sueltan. Los líderes tienen hoy en sus partidos, y asumo mi parte en cuanto lo tuve, un poder autoritario y el autoritarismo es exactamente lo contrario que un régimen de partidos. Habría que regular eso y configurar un ordenamiento que desde fuera controlara el funcionamiento interno de los partidos para evitar que esos partidos democráticos devengan en algo que tiene poco de democrático.

-¿Y una nueva Constitución?

Es natural que la Constitución sea algo dinámico que se cambie con el tiempo, han pasado muchos años y yo lo vería absolutamente bien. Pero hay que tener cuidado porque es nuestra norma colectiva de conducta y para ello tiene que haber una mayoría, no unanimidad, abrumadora.

-Una vez alejado de la política ¿a qué dedica su vida Alejandro Rojas Marcos?

Cuando me retiré la primera vez en 1982, constituí la Fundación de la que ya le he hablado. He colaborado con la Cruz Roja en Bulgaria o Rumanía, he ayudado a los jóvenes con shock postraumático después de la guerra de 'Plomo Fundido' en Palestina o en Senegal intentado liberar a los niños que utilizan las mafias para que hagan de vagabundos… Hoy me dedico a eso y soy feliz.

-¿Qué fue más duro, dejar la política o subir corriendo las escaleras del Empire State Building?

(Risas). Yo creo que se hace lo uno cuando se ha sido capaz de hacer lo otro. No fue dura ninguna de las dos cosas. Soy una persona que debe tener un gen raro o un cable suelto porque pase lo que pase siempre soy feliz. No hay manera de que yo no sea feliz. Hasta en los momentos más terribles, que los he tenido, nunca he dejado de sentirme feliz.

-Todos los que seguimos su carrera nos quedamos con una importante duda que aún nos queda por despejar, ¿usted es del Betis o del Sevilla?

(Risas) Lo estaba viendo venir. Cuando yo era alcalde de Sevilla, los sevillistas decían que era un bético verderón y los béticos que era un sevillista palangana. Uno de los más graves errores de mi vida ha sido no ser ni sevillista ni bético y lo peor fue confesarlo públicamente cuando llegué al Ayuntamiento.

-Es decir, que no piensa contárnoslo...

Como indicio le diré que de mi padre para arriba, son totalmente sevillistas, y de mis hijos para abajo, son totalmente béticos. En Sevilla decantarte por el Betis o el Sevilla es como hacerlo por la Macarena o por la Esperanza de Triana. Sevilla es siempre Sevilla, pero no hay una única Sevilla, como mínimo hay dos.

Sobre el autor:

Antonio Castillejo

Antonio Castillejo

Antonio Castillejo es abogado y periodista. Comenzó su carrera profesional en la Agencia Fax Press dirigida entonces por su fundador, Manu Leguineche, en la que se mantuvo hasta su desaparición en 2009. Especializado en información cultural y de viajes, desde entonces ha trabajado en numerosos medios de prensa, radio y televisión. Actualmente volcado con los mayores en 65Ymás desde su nacimiento.

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