Sociedad

La desestigmatización, “esencial” para combatir la soledad en mayores: ‘Soliedad’, ejemplo de éxito

María Bonillo

Foto: CENIE

Viernes 29 de marzo de 2024

14 minutos

El proyecto, que podría implementarse en otros territorios, es un "avance a escala de intervención"

'Soliedad', proyecto pionero para combatir la soledad en mayores. Foto: CENIE
María Bonillo

Foto: CENIE

Viernes 29 de marzo de 2024

14 minutos

Soliedad, es el proyecto que el CENIE (@cenie_es), el centro para el estudio de la longevidad, dependiente de la Fundación General de la Universidad de Salamanca, ha llevado a cabo en la ciudad de Zamora para abordar y combatir la soledad no deseada en las personas mayores. Los prometedores resultados, que se dieron a conocer a finales del 2023, dan cuenta del éxito del proyecto, que ha sido posible gracias al esfuerzo colectivo de voluntarios (sénior y júnior), instituciones y organizaciones.

La investigadora de CENIE, Elisa Sala Mozos, que lideró el proyecto con la colaboración de  la investigadora Regina Martínez Pascual y el liderazgo de la Escuela Universitaria de Enfermería del Campus Viriato de Zamora, explica a 65YMÁS que “estamos muy contentos con todo lo que hemos conseguido”, y destaca principalmente “el aporte realizado por todas las personas que han participado”. 

'Soliedad', proyecto pionero para combatir la soledad en mayores. Foto: CENIE

“La soledad se ha investigado muchísimo desde los años 70 y la psicología ha aportado un montón de conocimiento sobre el impacto que tiene la soledad en la salud y la calidad de vida de las personas, pero no hay tanto conocimiento generado en cuanto a la eficacia de las intervenciones. Hacemos muchas cosas para abordar la soledad, pero no ocurre lo mismo con la soledad en el caso de las intervenciones, y no todas cuentan con una metodología que apoye empíricamente su eficacia”, cuenta. A partir de ahí, trataron de desarrollar un modelo de intervención, ponerlo en práctica y conseguir una serie de aprendizajes, con el objetivo de abordar la soledad, también en otros territorios. “Creo que es importante y que es un avance a escala de intervención”, asegura.

Elisa explica a su vez que, “si bien la soledad se ha tratado siempre poniendo el foco en el abordaje del sentimiento, ya sea de forma individual o grupal, nosotros hemos tratado de incorporar diferentes planos de intervención en un mismo modelo”, puesto que creen que “muchas de las causas de la soledad se ubican en la esfera más macrosocial, es decir, que tienen que ver con cómo son las sociedades contemporáneas que estamos construyendo, fundamentadas en el individualismo, un proceso de urbanización acelerada y la digitalización avanzada”, que “nos están llevando a perder valores, como la ayuda mutua y el apoyo vecinal”. 

“Por lo tanto, para hacer frente a todo esto, hemos incorporado dos planos de intervención: uno destinado a un proceso comunitario, en la comunidad zamorana; y otro destinado a las personas que sienten soledad. Evidentemente, estos dos planos de intervención se comunican e interrelacionan entre sí, porque las personas forman parte de la comunidad”, indica. 

Considera, sin embargo, que también es “muy importante” destacar que “si bien la soledad tiene mucho que ver con las relaciones, no solo tiene que ver con ellas, sino que existe lo que llamamos la soledad existencial. Entonces, en el modelo de intervención que hemos desarrollado con las personas, en nuestra intervención grupal, hemos incorporado una fase en la que hemos añadido el sentido vital, el propósito vital, que creemos que es fundamental también en el marco de las sociedades longevas, en las cuales si una persona se retira a los 65 años y tiene 30 años más de vida, ya me dirás si no tiene que llenarlo de sentido, además de contenido, para no sentirse sola”. 

Cifras de la soledad en España

Según datos del informe Un perfil de las personas mayores en España 2023, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), el número de octogenarios (6%) y centenarios ha aumentado en España (más de 19.600 empadronados, 1.619 más que en el año anterior), especialmente en el caso de las mujeres. En concreto, las personas mayores de 65 años representarían el 20% de la población española (casi 10 millones de personas).

De cara al futuro, el informe indica que para 2040 podría haber más de 14,2 millones de personas mayores que supondrían un 27,4% de la población en España, que alcanzaría los 52 millones de habitantes, 4,5 millones más que ahora.

En el ámbito social, incide en que en España se observa en las últimas décadas un incremento de los hogares unipersonales y en pareja sin otros convivientes en personas mayores de 65 años, aunque las proporciones son todavía menores que en otros países europeos.

Sin embargo, la viudez sigue predominando como estado conyugal entre las mujeres a partir de los 77 años, mientras en el caso de los hombres prevalece el estar casados hasta los 92 años, de acuerdo a datos del INE recogidos por el informe. En este contexto, la soledad sigue preocupando al haber 1,7 millones de personas mayores de 70 años que viven solas, pues son además quienes registran niveles más bajos de felicidad. En general, el porcentaje de personas que dice ser feliz siempre o la mayor parte del tiempo disminuye con la edad y son las mujeres las que suelen declarar niveles más bajos, sobre todo en edades avanzadas. 

Además, del informe se desprende la importancia de la calidad de vida en un contexto de aumento de su esperanza. Para los varones, el 55,7% del tiempo restante por vivir (10,7 años) lo es en buenas condiciones, mientras que se reduce al 43,8% (10,3 años) en el caso de las mujeres.

En este sentido, Óscar González Benito, director de la Fundación General de la Universidad de Salamanca, valoraba en la presentación de los resultados del proyecto Soliedad, en la que también intervinieron el teniente de alcalde de Zamora, David Gago Ruiz, que “el foco de este estudio se ha puesto en la sensibilización y difusión de cómo debemos abordar estas situaciones”. 

'Soliedad', proyecto pionero para combatir la soledad en mayores. Foto: CENIE

“La soledad no deseada incrementa con la edad y es un gran reto, hay que insistir en que en todos los estudios hay un foco de intervención, de empezar a construir y una finalidad educativa para generar recomendaciones de cara al futuro”, destacaba. 

Por su parte, Elisa ponía el foco en el siguiente paso, que sería “emplazar a la comunidad zamorana a seguir cooperando y actuando desde la corresponsabilidad para avanzar en la construcción de una Zamora más inclusiva, participativa y humana, y animar a agentes públicos y privados a desarrollar procesos fundamentados en la cooperación publico privada y la acción comunitaria para construir respuestas a necesidades emergentes en el marco de las nuevas sociedades longevas”. 

Proyecto ‘Soliedad’

Abordar la soledad de forma “específica y directa con un enfoque de políticas públicas, atendiendo a la complejidad del fenómeno en el territorio, y abordando la vivencia de las personas de forma concreta, en el entorno social y comunitario en el que desarrollan sus vidas”, ha sido el objetivo de este proyecto. 

Y se ha hecho a través de la metodología implementada, conocida como Investigación Acción Participativa (IAP), con la que se buscó involucrar a la población en todas las fases del proyecto, con el fin de fomentar el aprendizaje, la toma de conciencia, el empoderamiento y la acción transformadora, según señalaban en una nota. Esta "hoja de ruta" indicaría "la dirección hacia la cual debemos caminar", pero siempre debe entenderse como "un documento vivo y dinámico que, sin perder los objetivos de vista, deberemos ir reformulando en la medida en que vamos avanzando en el proceso”.

Lo primero fue establecer las bases para desarrollar un proceso comunitario, cuyo liderazgo debía provenir de un agente “conocido y reconocido por el propio territorio”, para que fuese posible establecer una relación de confianza con las personas y los agentes sociales implicados. En este caso fue la Escuela Universitaria de Enfermería del Campus Viriato de Zamora (EUEMIFER).  

Esta pauta, así como otras que se han desarrollado, ayudarían a la implementación de este modelo en otros territorios. “Pero tenemos que tener muy claro, sobre todo en procesos de este tipo, basados en valores y principios de la acción comunitaria, que ni las necesidades de todos los territorios son los mismos, ni la capacidad de respuesta de los territorios es la misma. Por lo tanto, estas pautas hay que leerlas y tenemos que ser capaces también de transmitir la flexibilidad en cuanto a su aplicación”, explica Elisa. 

Aclara, en este sentido, que si bien en este caso fue “importantísimo el liderazgo de la EUEMIFER en la ciudad de Zamora”, ese agente “no tiene por qué ser una escuela de enfermería en todas las comunidades”. En cualquier caso, “está claro que tiene que ser un agente reconocido en la comunidad, neutral, querido, que inspire confianza, entonces se podrá desarrollar un proceso comunitario”.  

'Soliedad', proyecto pionero para combatir la soledad en mayores. Foto: CENIE

En concreto, la implementación de la intervención comunitaria se llevó a cabo a través de 8 fases: en la primera (Bases para el proceso comunitario), se llevaron a cabo reuniones y entrevistas con agentes locales; en la segunda (Diagnóstico), se realizó un análisis poblacional, mapas de actores, entrevistas en profundidad, etc.; en la tercera (Voluntariado, sensibilización, activación del tejido comunitario), se llevó a cabo la captación de voluntariado, una campaña de sensibilización y la activación del tejido comunitario; en la cuarta (Detección de situaciones de riesgo), se hizo a través de puntos informativos; en la quinta (Comprensión de la vivencia), con cuestionarios y entrevistas en profundidad; en la sexta (Identificación del apoyo adecuado), se diseñó la metodología de intervención directa de atención telefónica (VOCES) y atención grupal (ENCUENTROS); en la séptima (Intervención grupal ENCUENTROS), se implementó la intervención grupal; y la octava (Evaluación), se hizo a través de más cuestionarios, entrevistas y grupos focales. 

La investigadora de CENIE admite que ha sido “un proceso complejo”. “Todos nos decían cuando aterrizamos en la ciudad que aquello que pretendíamos hacer era imposible”, recuerda. 

“Desde el CENIE lo que hemos hecho ha sido capacitar y apoyar el liderazgo de la escuela de enfermería, y como es un agente neutro y reconocido en la comunidad, nos ha abierto las puertas a la implicación de otros muchos agentes que han sido fundamentales en el proceso”, añade. 

Asimismo, quisieron implicar al voluntariado sénior, “también con la idea de prevenir situaciones de soledad”, indica, al ser una actividad que puede lograr ese objetivo, para lo cual, “teníamos también que cumplir con el marco legal, por lo que hemos tenido que constituir una asociación de voluntariado, de 6 personas voluntarias mayores de 65 años, enfermeros y enfermeras jubiladas, a las que hemos capacitado para que desarrollen todas las funciones que ha requerido el proceso, desde las acciones de sensibilización, la detección y captación de personas con sentimiento de soledad, hasta la dinamización grupal posterior”. 

Mujeres mayores, con mayor riesgo de sentir soledad

El abordaje y la detección de las situaciones de soledad fue otra de las cuestiones más difíciles y complejas a las que tuvieron que hacer frente. “Que la gente diga abiertamente que se siente sola no es tan fácil, porque es un sentimiento que se asocia mucho a la vergüenza y a la culpa, porque nos podemos sentir solos estando acompañados. Hay mucho juicio”, subraya. 

En este sentido, destaca la implicación “fundamental” de enfermeros y enfermeras, “porque poder instalar puntos informativos en los centros de salud y contar con la implicación y la complicidad de los centros de atención primaria y las enfermeras de confianza facilitó la detección de estas personas”. 

Es más, del objetivo previsto que tenían de llegar a unas 24 personas, consiguieron llegar a 60. El propio informe señala que el volumen de personas interesadas en el proyecto había “superado con creces todas las previsiones”. Como consecuencia de la demanda, “hubo que plantear un primer ciclo de intervención con 40 personas, y un segundo ciclo con 20, que se llevaría cabo una vez finalizado el primer ciclo”. 

De estas personas, un 67,86% fueron mujeres y la edad de los participantes osciló entre los 60 y 93 años, con una media de 76,85 años. Además, el 57% de las personas eran viudas, un 25% estaba en pareja, un 11% divorciadas y un 7% solteras. El 64% de los participantes vivían solos. Y un 40% solo tenía educación primaria, frente al 21% que contaba con estudios universitarios. 

Estos datos coinciden con los de otras investigaciones, señalan en el informe, “ya que indican, que la prevalencia del sentimiento aumenta con la viudedad y entre las personas solteras y aquellas divorciadas o separadas, la prevalencia tiende a ser más alta entre las divorciadas o separadas”. Así como que “los niveles socioeducativos más bajos se correlacionan más frecuentemente con la soledad”. O que el simple hecho de ser mujer y mayor aumenta el riesgo de sentir soledad

Para la investigadora de CENIE, la desestigmatización de la soledad es esencial, ya que sigue siendo un sentimiento que “no es fácil de reconocer ni detectar”. “Existe mucha culpa”, asegura, por lo que considera que “es necesario que reconozcamos que la soledad es un sentimiento inherente a la vida, a la existencia humana, y que nos puede ocurrir a todos en cualquier momento”. 

Aunque, igualmente, “es importante entender la soledad. Yo hablo mucho de la necesidad de ver el lado bueno de la soledad, es decir, la soledad siempre puede ser un revulsivo para el crecimiento personal. Y también existe una soledad positiva, aquella que elegimos y que nos sirve para crecer. Por lo tanto, es importante no quitarle importancia ni hierro, y ver todas estas cuestiones y matices alrededor de este sentimiento”, subraya. 

Grandes Amigos reclama "una respuesta global" frente a la soledad: "Nos va a afectar a todos". Foto: Bigstock

La importancia de una "mirada intergeneracional"

Esta intervención empírica, pionera a nivel mundial, ha permitido detectar algunas mejoras que permitirán convertirla en una guía para que se pueda implementar este proyecto en otros territorios. La investigadora de CENIE destaca algunas relacionadas con la intervención grupal, la cual se estructuró en 10 sesiones, “que se han alargado”, correspondiente a 3 fases.  

La primera (Soledad e intereses), que buscaba abordar la soledad de forma abierta, cada participante desde sus propias vivencias y perspectivas; la segunda (Participación y barrio), se centró en dar a conocer y vincular los recursos del entorno comunitario y fomentar la participación; y la tercera (Sentido vital), que buscaba profundizar el conocimiento mutuo y el autoconocimiento, a través de ejercicios prácticos y personalizados. 

Una de las conclusiones que sacaron es que “el resultado será mejor si trasciende en el tiempo, si la intervención sobrepasa los 6 meses”. También “si cambiamos el orden de las fases”, ya que consideran que la tercera fase “tiene más sentido incluirla en una fase 2, y después abrir la vinculación al territorio”. 

Una “mirada intergeneracional” es algo que no habían previsto incluir, sin embargo, finalmente han participado personas jóvenes en el proyecto, cuya implicación “ha generado un impacto agregado maravilloso en el proyecto”, asegura Elisa. 

“Por un lado, han realizado todos los acompañamientos instrumentales que han necesitado las personas con movilidad reducida. Sin su implicación, las personas con algún tipo de dificultad no hubieran podido participar en el proyecto porque no se hubieran conseguido desplazar. Y esto ha generado también que en estos trayectos estas personas jóvenes establezcan una relación de amistad con las personas mayores, que han ido más allá. Si bien nosotros hemos generado unos espacios seguros en los grupos y en las sesiones grupales, estas personas lo que han hecho es establecer relaciones personales entre ellas mismas y las personas jóvenes, y han quedado también fuera del entorno del proyecto. Se han generado unos impactos agregados que han escapado a nuestro control, y esa es la base de los procesos comunitarios también, dejar que las cosas sucedan”, aclara.

Por último, el informe señalaba otros elementos a tener en cuenta en futuras intervenciones, como agrupar por intereses a los participantes y fomentar la autogestión desde el punto de inicio o desde la mitad del proyecto.

Sobre el autor:

María Bonillo

María Bonillo

María Bonillo es licenciada en Comunicación Audiovisual y Periodismo por la Universidad Carlos III de Madrid. Escribe principalmente sobre temas de sociedad. También tiene experiencia en comunicación corporativa de empresas como OmnicomPRGroup y Pentación Espectáculos.

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