Mariola Báez
Alimentación
Los alimentos funcionales y todo lo que pueden hacer por la salud de las personas mayores
¿Qué los hace distintos? ¿Cuáles son? ¿Resultan siempre necesarios?... Cuestiones por resolver
Conociendo la importancia que tiene la dieta en nuestro bienestar físico y en la prevención de enfermedades, en las últimas décadas el concepto de alimento funcional se ha ido desarrollando y cada vez son más los alimentos de este tipo que podemos encontrar en cualquier supermercado.
A finales de los 90, la Comisión Europea (@EU_Commission) a través del proyecto FUFOSE (Functional Food Science in Europe) dio una primera definición en la que se señalaba que un alimento podría considerarse funcional cuando, además de sus propiedades nutritivas, pudiera demostrarse que afectaba de manera beneficiosa a una o varias funciones del organismo, mejorando la salud y el bienestar y reduciendo el riesgo de enfermedades.
En la actualidad, la definición sigue siendo válida y los alimentos funcionales son aquellos que, además de proporcionar nutrientes, actúan en el organismo proporcionando un beneficio extra.
¿Qué alimentos funcionales son los más comunes y pueden venirte bien?
La investigación y los avances en la industria alimentaria se han centrado en el desarrollo de este tipo de productos. La mayoría de los alimentos funcionales, que hoy forman parte de la dieta habitual, son alimentos enriquecidos con elementos beneficiosos como vitaminas, minerales, ácidos como el oleico o el omega 3, fibra… también los hay que se han obtenido o mejorado eliminando algún componente para que resulten más saludabes. Es el caso, por ejemplo, de los lácteos desnatados en los que se reducen grasas.
En la actualidad, la lista de alimentos funcionales sigue aumentando. Algunos de los que recoge la Guía de Alimentos Funcionales, elaborada por la Sociedad Española de Nutrición Comunitaria (@SENC_) en colaboración con otras instituciones, entre ellas, el Instituto Omega 3, que resultan especialmente recomendables para las personas mayores son:
- Leches y yogures enriquecidos. Vitaminas A y D, que favorecen la función visual y mejoran la absorción de determinados minerales; calcio, que ayuda a prevenir la osteoporosis o ácidos grasos omega 3, que reducen el riesgo de enfermedades cardiovasculares, son algunos de los ingredientes que, incorporados a los lácteos, los convierten en alimentos funcionales.
- Cereales fortificados. En este caso, un extra de fibra, que mejore el tránsito intestinal cuidando la microflora y ayudando a prevenir el cáncer de colon, o un plus de hierro que evite la anemia, son lo que da la categoría de funcional a este tipo de alimentos.
- Sal yodada, que puede ayudar a regular el correcto funcionamiento de la glándula tiroides.
- Margarinas enriquecidas con fitoesteroles, que previenen la concentración de colesterol en sangre.
- Son solo un ejemplo de los alimentos funcionales que pueden contribuir a un mejor estado de salud general y ayudando en la prevención de distintas enfermedades.
Pese a sus buenas propiedades, hay que insistir en que una dieta equilibrada proporciona al organismo todo los nutrientes que este necesita, por lo que, los alimentos funcionales no son imprecindibles aunque pueden ser una interesante ayuda extra.