El estado de las paredes puede deteriorarse con el paso del tiempo, siendo los clásicos desconchados una de las señales más habituales. Estos pueden aparecer por múltiples motivos como, por ejemplo, el envejecimiento natural de la pintura, la contaminación ambiental, la radiación solar, la falta de ventilación, la incidencia de las lluvias y, sobre todo en el caso de los espacios de interior, las humedades.
Como bien es sabido, cualquier fuga de agua o la rotura de una cañería puede provocar que la pintura de la pared se despegue por completo de la misma, creando un efecto muy sucio y desaliñado que rompe con la estética del lugar.
Afortunadamente, se trata de un problema que tiene fácil solución y que, además, puedes arreglar tú mismo. Solo necesitas adquirir los materiales adecuados y seguir una serie de pasos. ¡Toma nota y conviértete en un auténtico manitas!
Antes de ponerte manos a la obra, resulta fundamental diferenciar los dos tipos de desconchamientos a los que puedes enfrentarte, pues esto decidirá la técnica y los materiales que te acompañarán en el proceso.
En primer lugar, si el problema es tan profundo que puedes ver los cimientos de la pared o, en su defecto, los ladrillos del muro, deberás iniciar el arreglo con una base de mortero, que es una mezcla de diversos materiales como cal, cemento, agua y arena. Después, solo tendrías que rematarlo con una capa de yeso.
En cambio, si el desconchado es más superficial, con la clásica capa de yeso o escayola será más que suficiente. Bajo esta premisa, ¿qué pasos debes seguir para dejar tu pared en perfecto estado?