
Y si la vida social activa fuera un signo temprano del alzhéimer
Un estudio con medio millón de británicos muestra que la patología podría mostrarse así en su inicio

¿Cómo viven los pacientes de alzhéimer y sus familiares la enfermedad?
Una pastilla para dormir podría ayudar a evitar una de las causas del alzhéimer
Se abre un nuevo camino para detectar el alzhéimer de forma muy precoz
El herpes labial podría estar implicado en el desarrollo del alzhémeir
Numerosas investigaciones han vinculado mayores niveles de conexión social con un menor riesgo y una aparición más tardía de la enfermedad de Alzheimer (EA). Se dice que llevar una vida social activa puede reducir el riesgo de la enfermedad a través de una amplia gama de mecanismos, como el fomento de la reserva cognitiva, el retraso de la atrofia de la misma y la prevención del deterioro cognitivo relacionado con el estrés, como documentan algunos estudios, comp el de 'BMJ Public Health'.
Sin embargo, aún no se ha establecido una relación causal entre las medidas de conexión social y la EA. La evidencia sobre las relaciones sociales y el riesgo de demencia se ha basado casi exclusivamente en datos observacionales, con pocos diseños experimentales.
La mayoría de estos estudios no pueden descartar la posibilidad de una vía "causal inversa", en la que las personas con EA (posiblemente preclínica) modifican su participación en actividades sociales y/o sus conexiones con familiares y amigos como resultado de la enfermedad. Medir el alcance de esta vía podría orientar las iniciativas clínicas y de salud pública.
Síntomas precoces
Por ejemplo, si el aislamiento social o las malas relaciones sociales son síntomas tempranos de la EA prodrómica, podrían ser útiles para la detección y la comprensión de la historia natural de la EA. Además, abordar los factores de conexión social puede formar parte de las estrategias clínicas para mitigar o prevenir los efectos sociales de la enfermedad y mejorar la calidad de vida de las personas con la patología y sus familiares en las primeras etapas de su evolución.
Un enfoque para cuantificar las relaciones causales inversas entre la EA y los factores de riesgo comúnmente citados utiliza como instrumento variantes genéticas establecidas antes del inicio de la patología. Por ejemplo, se ha descubierto que la puntuación de riesgo genético de la EA predice tanto el nivel como el deterioro de la función cognitiva, y se ha utilizado en investigaciones previas para determinar la dirección causal de la EA en el índice de Masa Corpoal, la duración del sueño, el rendimiento en pruebas cognitivas, el volumen de las regiones cerebrales, la discapacidad auditiva y determinados dominios de interacción social.
Estos estudios previos sobre puntuaciones de riesgo genético sugieren que ciertos factores que se cree que aumentan las probabilidades de EA podrían ser, en realidad, signos preclínicos de demencia. De igual manera, la evidencia de una asociación entre las medidas de conexión social no estaría sesgada por factores de confusión residuales. Dicha evidencia implicaría que los hallazgos observacionales previos que vinculan la conexión social con el riesgo de EA .
Asociación sorprendente
Ahora llega un nuevo estudio que ha utilizado datos del Biobanco del Reino Unido para estimar el efecto del riesgo genético de desarrollar EA en las medidas autoinformadas de conexión social, incluyendo el aislamiento social, la soledad, el apoyo emocional, la satisfacción en las relaciones y la diversificación de las actividades sociales.

Los cambios sutiles cognitivos, anímicos y de otro tipo suelen comenzar décadas antes del diagnóstico de demencia. Estos cambios pueden conducir a una menor participación en actividades sociales o a una menor calidad de la conexión social, como hemos mencionado
Muchos expertos creen que el aislamiento social es un factor de riesgo para la enfermedad. Sin embargo, el nuevo trabajo, publicado en 'American Journal of Epidemiology' y dirigido por la Universidad de California en San Francisco (EE:UU) y la Universidad de Boston (Reino Unidos), examinó los hábitos sociales y los datos genéticos de medio millón de británicos con una edad promedio de 56 años y descubrió que la enfermedad podría hacerlos más sociables, al menos en las primeras etapas. Los datos del Biobanco mostraron que las personas con un mayor riesgo genético de alzhéimer reportaron menos aislamiento, participación en una gama más amplia de actividades sociales y relaciones familiares más felices.
No se encontraron diferencias entre los individuos con mayor y menor riesgo en la medición de la soledad, la calidad de la amistad y el apoyo emocional. El estudio demuestra que, en su etapa inicial, no reduce la participación social de las personas. "Su vida social puede incluso expandirse, No sabemos con certeza si se relacionan más con los demás o si quienes los rodean notan cambios sutiles y les brindan más apoyo", ha afirmado Ashwin Kotwal, coautor principal. en un comunicado.
Otros factores de riesgo
Se cree que la conexión social retrasa o reduce el riesgo de la patología al promover la reserva cognitiva, la capacidad del cerebro para mantener una función normal a pesar del envejecimiento o la demencia. Los Investigaciones han demostrado que otros factores no genéticos que influyen en ella son la inactividad física, la diabetes y la hipertensión no controladas, la falta de sueño, la depresión, el tabaquismo y ciertos medicamentos. Los expertos creen que el 30% del Alzheimer puede atribuirse a estos riesgos modificables.