Gastronomía

Zarautz, cuna del mejor surf... y de la alta gastronomía

Victoria Herrero

Lunes 5 de agosto de 2019

3 minutos

Cuando el sirimiri hace acto de presencia, no hay nada como disfrutar de la buena cocina vasca

Panorámica de Zarautz (bigstock)
Victoria Herrero

Lunes 5 de agosto de 2019

3 minutos

El genuino cocinero Karlos Arguiñano no solo puso el perejil en el mapa de la gastronomía patria, sino que hizo lo mismo con su localidad de adopción. Zarautz, una bonita villa al borde del Cantábrico que no solo es famosa por ser la cuna donde se dan cita cada año algunos de los mejores surfistas del mundo. Solo hay que ver la cantidad de tiendas y de escuelas que viven por y para este deporte. Zarautz también es buena mesa y una deliciosa ruta para todo aquel que quiera perderse algunos días por este bello rincón de la costa guipuzcoana.

El 'txakoli' que no falte

Pero no podríamos hacer estas paradas culinarias por esta localidad marítima si no diésemos un par de tragos a la bebida por excelencia de la zona y cuyos viñedos tienen las mejores vistas sobre la costa. Pero no hay que confundirse, el txakoli no es un vino. Y por el sabor muchos podrían asemejarlo a una sidra o incluso a un cava por ese color amarillo y ese sabor fresco y ácido que tiene su origen en la uva Ondarrabi Zuri.

En la vecina localidad de Getaria se encuentra la denominación de origen de esta bebida que es obligatoria servirla en vaso ancho y beberla sin esperar mucho. 

¿Dónde comer?

A pesar de ser un establecimiento joven, creado hace una década, una buena opción para comer es el restaurante Anaiak, regentado por los hijos del célebre cocinero. Unas propuestas culinarias que se unen a la escuela de cocina, Aiala, que tienen también en esas instalaciones y donde se forman jóvenes cocineros que dan sus primeros pasos en los fogones y el comedor de este establecimiento. 

Restaurante en Zarautz (http://www.aiala.es/a.anaiak/index.html)

Más años tiene otros dos restaurantes que merece la pena visitar en Zarautz como es el caso de Kirkilla y Otzarreta; este último con cuatro generaciones que se han criado entre pucheros y sartenes. Todo para ofrecer un menú degustación donde no falta un sorprendente bogavante a la parrilla, un risotto marino con plactón, carabinero y kokotxas de bacalao o un lomo de ternera con crema de mostaza antigua. 

Por su parte, en Kirkilla Jatetxea uno no puede irse sin pedir al camarero que te sirva un atún rojo con jugo de soja, tartar de remolacha y algas o un magret de pato con tostón de pato, maíz, bolas de foie y jugo reducido. Dos buenas elecciones que se merecen, sin duda, un brindis con un buen vaso de txakoli.

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Victoria Herrero

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