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El pueblo que estuvo 30 años sumergido: un enclave único del Alto Aragón y una historia inigualable

Lucas Leal

Domingo 26 de octubre de 2025

4 minutos

Este pueblo se encuentra entre las montañas del Valle de Tena y fue reconstruido casi totalmente

El pueblo que estuvo 30 años sumergido: un enclave único del Alto Aragón y una historia inigualable
Lucas Leal

Domingo 26 de octubre de 2025

4 minutos

Durante décadas, Lanuza, un pequeño enclave del Pirineo aragonés, fue un pueblo que estuvo prácticamente borrado del mapa. El embalse que nutría de agua al valle también se llevó por delante su historia. Hoy, sin embargo, aquel pueblo que un día quedó medio sumergido se ha convertido en uno de los destinos más singulares del Alto Aragón.

En los años sesenta, los vecinos de Lanuza recibieron la noticia de que su pueblo sería expropiado para construir un pantano, para regular el río Gállego. De esa forma, en 1961 comenzó el desalojo y, poco a poco, las familias abandonaron las casas que, en algunos casos, habían levantado ellos mismos con esfuerzo y sacrificio. El embalse se llenó, pero no como estaba previsto, y su cota final fue 11 metros más baja de lo esperado, alcanzando los 1.275 metros. Ese margen fue suficiente para que parte del casco urbano sobreviviera bajo el nivel del agua.

La iniciativa de recuperar un pueblo entero

Con el paso del tiempo, las ruinas de Lanuza quedaron olvidadas hasta que, tres décadas después, los antiguos vecinos decidieron regresar. En los años noventa, un pequeño grupo inició la recuperación del lugar. Tras limpiar toda la zona y reconstruir las edificaciones poco a poco, Lanuza volvía a parecer un pueblo de verdad.

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Fuente: Wikimedia Commons

 

La recuperación no solo tuvo un valor material, sino también emocional. Las casas, las calles y la iglesia de El Salvador, edificada sobre restos románicos, fueron restauradas con paciencia y respetando la estética. De esta forma, los impulsores de esta iniciativa trataron de recuperar Lanuza conservando el máximo carácter cultural original posible. El resultado es un pueblo en el que la historia sigue latente y donde se puede percibir el trabajo en equipo. Lanuza es un ejemplo de cómo un lugar puede renacer si hay voluntad colectiva.

Hoy en día es un enclave único

Hoy resulta difícil pensar que este lugar estuvo a punto de desaparecer. Pasear por sus calles empedradas, entre fachadas de pizarra y escudos antiguos, es algo tan característico del Pirineo que parece imposible que, hace años, estuviesen anegadas de agua.

Los visitantes puede alojarse en las antiguas casas rehabilitadas, comer en su restaurante local o simplemente pasear y contemplar el reflejo del agua en las montañas del Valle de Tena. Además de su valor paisajístico que, de hecho, es muy alto debido al enclave en el que se encuentra, las aguas del embalse se han convertido también en un espacio para el ocio: canoas, pádel surf o hidropedales son ahora parte del paisaje. En la orilla, un solárium invita a relajarse después de caminar por el Camino Natural del Embalse, donde es fácil ver garzas o cormoranes.

El pueblo también tiene su propia cita cultural. Cada julio, el festival Pirineos Sur es un impulso turístico y cultural muy importante para Lanuza. Los artistas invitados llenan el valle de música y el escenario, que flota literalmente sobre el pantano, es uno de los más icónicos de España. En él han tocado artistas como Amaia, Julieta Venegas, Rozalén o Luz Casal.

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Fuente: Europa Press

Cómo llegar

Lanuza se encuentra a unos 85 kilómetros de Huesca, y se puede acceder a la localidad por la A-23, seguida de la N-330 / N-260 / A-136. Desde Madrid o Barcelona, son unas cuatro o cinco horas de viaje. El trayecto, en todo caso, merece la pena. Lanuza espera a todos sus visitantes con los brazos abiertos, ofreciéndoles un pueblo con una historia muy singular y con una oferta turística completa.

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Lucas Leal

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