Los mayores somos, en parte, responsables del edadismo
Josep Moya OlléMiércoles 10 de diciembre de 2025
4 minutos
Miércoles 10 de diciembre de 2025
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65YMÁS publicaba el pasado domingo 7 de diciembre una interesante entrevista al geriatra Dr. Ignasi Coll-Rolduà. Cito un fragmento de la entrevista, el que se refiere al edadismo hacia las personas mayores: "El edadismo es una realidad en todas las sociedades actuales. El estigma negativo al 'viejo' tiene que superarse y volver a recuperar la exaltación a la figura de la persona anciana, con gran experiencia, que aporta a los demás. El trabajo que se realiza en las escuelas con talleres intergeneracionales es clave para superar este edadismo, que se debería exportar al ámbito universitario y laboral. Si entre todos labramos un granito en este proyecto de difusión, seguro que se desarrollarían sociedades más respetuosas”.
No cabe decir que estoy totalmente de acuerdo con lo que afirma el Dr. Coll-Rolduà cuando afirma que el estigma negativo al 'viejo' tiene que superarse y es necesario volver a recuperar la exaltación a la figura de la persona anciana. Es algo que yo mismo escribí hace unos meses en este mismo diario digital. Sabemos y constatamos día a día que el discurso social predominante en la actualidad reniega de todo aquello que se relacione con el dolor, el sufrimiento y el envejecer. A ello responden los fenómenos de la cirugía plástica, que pretende borrar los signos inequívocos del paso de los años, y también todo un cortejo de productos destinados a mejorar el 'rendimiento' del cuerpo.
Constatamos, además, cómo la gran mayoría de los medios de comunicación dedican la mayor parte de su tiempo a exaltar la juventud, es más, cuando algún actor o actriz famosos fallecen aparecen sus fotografías de sus años jóvenes, cuando eran guapos y atractivos. Recuerden las noticias de los decesos de Robert Redford o de Diane Keaton. Nada de arrugas, se difundieron las fotografías de sus mejores años, cuando el primero protagonizó películas como Todos los hombres del presidente y Los tres días del cóndor, o cuando Keaton protagonizó Interiores y Manhattan.
El edadismo hacia las personas mayores responde a ese discurso que rechaza radicalmente todo lo que es inherente al paso del tiempo y promueve el mito de la eterna juventud, mito delirante, por cierto. Sin embargo, hay un elemento que suele pasar casi desapercibido: el autoedadismo, es decir, la discriminación realizada por los mismos discriminados.
Citaré una escena que viví hace unos meses. Tuvo lugar en una reunión sobre temas de seguridad. El acto se llevó a cabo en el local de reunión de la asociación de personas mayores de la localidad en la que resido, una población cercana a Barcelona. Los conferenciantes fueron dos policías locales. El tema de la conferencia era y es muy relevante y el objetivo era concienciarnos a nosotros, los mayores, de las medidas que hemos de tomar para minimizar los riesgos de ser agredidos. Una conferencia sobre seguridad. Nada que objetar, de entrada. Sin embargo, a medida que avanzaba la conferencia uno de los policías, el más joven, empezó a hacer gesticulaciones con las que pretendía, al parecer, teatralizar los contenidos que expresaba su compañero. Mientras llevaba a cabo su representación, sonreía buscando provocar la risa del público, es decir, hacía payasadas. De vez en cuando, ambos policías buscaban la aprobación y la implicación de quienes estábamos en el patio de butacas. En un momento, uno de ellos se dirigió a mí reprochándome mi seriedad. Cabe añadir que yo no sonreí en ningún momento ni me sumé a aplaudir sus actuaciones. Mi respuesta fue seca y contundente. No volvieron a preguntarme.
Pero fui prácticamente el único que no mostré aprobación a su actuación. La 'actuación' de aquellos policías respondió al paradigma de “viejos inconscientes”, “incultos”, “poco responsables”. ¿Si la conferencia se hubiese dirigido a personas de 20, 30 o 40 años hubiesen estado acompañadas de payasadas? Es casi seguro que no. Entonces, ¿cuál es el argumento por el que todo acto de concienciación dirigido a mayores ha de ir acompañado de teatralizaciones absurdas? Volvemos nuevamente a la tontería ofensiva de “tómese la pastilla azul, abuela”.
¿Por qué afirmo que los mayores somos, también en parte, responsables del edadismo? Pues porque recibimos, en general sin rechistar, ese trato vejatorio, humillante e infantiloide. Si en aquella reunión sobre seguridad el público asistente hubiese respondido con silencio desaprobatorio es muy probable que aquellos dos policías hubiesen actuado de otra manera.
Puede que haya llegado la hora de dar un golpe sobre la mesa y reclamar un trato digno. Somos viejos pero no estúpidos. No se trata tampoco de exaltar la figura de la persona anciana, basta con que se reconozca todo aquello que, en efecto, podemos aportar, sobre todo cuando alguien anuncia a bombo y platillo lo que acaba de descubrir, pero resulta que alguien, décadas atrás, ya lo había descubierto o inventado.


