

La gran Pepa Montero conversaba ayer en estas páginas con Amparo Miralles, que quiere jubilarse dos años antes de cumplir los 65. Amparo cotizó a la Seguridad Social desde su pubertad, más de 47 años, pero comete el delito de acogerse a la jubilación anticipada y tiene que ser sancionada por ello: perderá aproximadamente el 13% de su jubilación. Pepa Montero citaba otros nombres, Julia Castillo, Manuel Carmona, Nieves Martínez. Y podría citar a muchos cientos, quizá miles de jubilados que sufren esa penalización. Digámoslo con claridad: es razonable que quien se prejubila sufra algún descuento. No lo discutimos. Pero tiene que haber alguna excepción no solo por razón de justicia, sino de simple humanidad. Quien ha cotizado 47 años o más no puede ser tratado como esa frialdad. Y si es tratado así, es que se vuelve a demostrar que los administradores del Estado son una máquina recaudadora sin alma. Señor Escrivá: usted demostró que tiene alma; no creo que usted duerma tranquilo ante estas injusticias; si hay que cambiar la ley, cámbiela otra vez. Y en estos casos, con efectos retroactivos.