A la ministra de Educación le debió ocurrir lo mismo que a mí: cuando en agosto, oyó hablar del “pin parental”, pensó que era una especie de insignia que se ponía en la solapa para acceder a los colegios o hablar con los maestros. Por eso tardó cinco meses en reaccionar. Hay otra explicación: el gobierno tiene un listado de asuntos para soldar con pegamento ideológico la coalición PSOE-Podemos, y al pin parental le tocó ser el primero. Por eso hubo una ministra del PSOE y otra de Podemos para colocar el asunto en la agenda nacional. A mí me preocupa, como a todos, saber cuál es mi derecho en la formación del único hijo que me queda en edad escolar. Pero me preocupa mucho más que solo aprenda geografía regional; que no le inculquen la lectura; que sepa muy poco de historia y de Humanidades y le hayan quitado la asignatura de Educación para la Ciudadanía. Y así nos va.