La señora Calviño negocia en Bruselas. La señora Calviño tiene en su poderosa mano la llave para vengan a España, aunque sea con retraso, los 140.000 millones de los Fondos Europeos. La señora Calviño lleva en su carpeta las reformas que Bruselas exige para soltar la riada de dinero. Y entre esas reformas, ¿sabéis cuál está? Claro que lo sabéis: la de las pensiones. De momento solo hay una pista, porque la oferta española se guarda en la carpeta de los secretos de estado: Calviño eleva a los altares las propuestas del Pacto de Toledo, que en realidad no son una reforma, sino una reafirmación de lo que tenemos. ¿Y sabéis cuál es el problema? También lo sabéis: que a Bruselas no le acaba de gustar que la revalorización de pensiones se haga de acuerdo al IPC. Le parece demasiado riesgo. Ahora bien: la señora Calviño no es ninguna demagoga y en Bruselas la conocen. Y la señora Calviño sabe que no puede presentarse en España habiendo tragado con esa limitación comunitaria. Ese es, pues, su desafío: o vence las resistencias de la Comisión Europea, o su gobierno perderá la adhesión de los pensionistas. Los actuales y los futuros.