Lo recogía ayer este diario. Felipe González se desahogó ante Carlos Alsina (@carlos__alsina) en Onda Cero (@MasDeUno) y dejó este testimonio: “No voy a permitir que me manden callar”. Era la respuesta a Adriana Lastra (@Adrilastra) que había dicho que ahora hay una nueva generación socialista y esa generación tiene su proyecto. Traducido al lenguaje de la calle, que se aparten los viejos, que no incordien y dejen sitio a los jóvenes, que los tiempos han cambiado. Señor González: ha tropezado usted con el edadismo. Lo diré de otra forma menos personalizada: el edadismo, que ya había llegado de hecho a la política, se vuelve agresivo y excluyente. Y el edadismo es eso: considerar prescindible y caduco todo lo que no sea joven, aunque sea inexperto. Me alegra el episodio, porque la exclusión se hace sobre un hombre al que escuchamos todos los días y conocemos su perfecta forma, su claridad de ideas, su talento vivo y el valor de su experiencia. Y todo eso no vale nada ante los adanistas que se creen inventores de la democracia. Multipliquen ustedes este elocuente caso por varios millones y obtendrán una aproximación a la descapitalización del talento en este país.