Ramón Sánchez-Ocaña
Opinión

Comer crudo: beneficios y riesgos

Ramón Sánchez-Ocaña

Foto: Bigstock

Jueves 8 de julio de 2021

4 minutos

Comer crudo: beneficios y riesgos

Foto: Bigstock

Jueves 8 de julio de 2021

4 minutos

Píldoras

 

Las modas en la forma de comer, casi nunca obedecen a razones científicas. Suelen ser posturas filosóficas que tienen mas de ideología que de base nutricional. Proliferan ya restaurantes con la idea de que nuestras enfermedades degenerativas se deben a los procesos a que sometemos nuestros alimentos. Para ellos, el crudivorismo, la ingestión de los alimentos tal como están en la naturaleza es lo más aconsejable. Los apóstoles de lo crudo sostienen que así se conservan todas las vitaminas intactas. Y por si fuera poco, sostienen que al no estar en contacto con grasas para su procesado, la alimentación cruda (“alimentación viva” la llegan a llamar) es más útil para mantener el peso y para adelgazar. Quizá esta sea la razón por la que el sashimi japonés, el carpaccio italiano y el tartar se han puesto tan de moda.

Buscar el equilibrio

Sin embargo, hay que ser conscientes de que no todo puede comerse crudo, de que hay alimentos que en su estado real serían de difícil digestión y de que no tendrían la posibilidad de regalar nuestro paladar. Volver al crudivorismo sería negar la historia de la civilización. Y sobre todo, sería negar la gastronomía que es el arte que la cultura creó alrededor de la necesidad de nutrirse.

Hay que buscar el equilibrio. Hay elementos que pueden -y deben- comerse crudos; y hay otros que exigen un procesado más o menos intenso, según los gustos de cada uno.

El caso de los huevos es muy significativo. Antes solían añadirse huevos crudos a algunos alimentos para enriquecerlos. La yema cruda tiene más vitaminas que si la cocemos. Sin embargo, las proteínas del huevo, se coagulan cuando se cuecen con lo que su absorción es casi el doble que cuando se ingiere crudo. Por si fuera poco, el huevo crudo siempre tiene el riesgo de salmonelosis.

Las verduras permiten el consumo en crudo, en ensaladas. Aunque hay hoja verde que estamos acostumbrados a cocer como las espinacas y las  acelgas. Deben cocerse, poco y en poca agua, para que no pierdan nutrientes. 

Las frutas se deben comer en crudo y aunque hay quien afirma que pelarlas es tirar buena parte de vitaminas, pensemos que una dieta variada contiene las vitaminas suficientes como para no echar de menos las que contenga la piel de la fruta.

Hay también la teoría de que solo se debería quitar la parte de color naranja de la piel de la naranja, ya que ese tejido amarillo que esta bajo ella tiene grandes virtudes. Sin embargo, no puede olvidarse que es muy amargo. (Por cierto, la piel naranja se llama flavedo y la amarilla, albedo).

Pocos cereales y legumbres podrían comerse en crudo. Y aunque en su procesamiento se pierdan nutrientes, resultan más digestivos. Para compensar pueden consumirse integrales.

Pescado

En carpaccios, tartares y sashimis, se consume el pescado crudo. Más o menos macerado según las salsas, pero es pescado crudo. Hay acérrimos defensores de su consumo. Nada que objetar desde el punto de vista sanitario, excepto por la parasitación de que puede ser objeto. Hay que partir de la base de que prácticamente todo el pescado tiene algún tipo de parásito. El que más nos puede afectar actualmente es el anisakis, que además puede producir en el ser humano una fuerte reacción alérgica.

Carne

El famoso steak tártaro, basado en carne cruda más o menos macerada con mostaza, alcaparras, huevo...no tiene ningún problema siempre que se parta de carne en buenas condiciones. Se digiere mejor la carne cocinada porque el colágeno se convierte en gelatina.

El valor de toda la dieta

Es verdad que en muchos casos la cocina destruye parte de las vitaminas y algunos nutrientes. Pero a los alimentos debemos darle el valor del conjunto de toda la dieta. Y no se puede caer en el extremo de preocuparse por algunas vitaminas de las que, seguramente, tenemos abundancia  con otros alimentos. Posiblemente un tomate, en crudo, nos compense las vitaminas que podamos perder por cocinar los cereales o el pescado... Y sin el riesgo de posibles infecciones o parasitaciones.

Podemos llegar a esa “alimentación viva”; pero quizá sea mejor pensar en una alimentación sana.

Sobre el autor:

Ramón Sánchez-Ocaña

Ramón Sánchez-Ocaña

Ramón Sánchez-Ocaña (Oviedo, 1942) es miembro del Comité Editorial de 65Ymás. Estudió Filosofía y Letras y es licenciado en Ciencias de la Información. Fue jefe de las páginas de Sociedad y Cultura de El País, y profesor del máster de Periodismo que este periódico organiza con la Universidad Autónoma de Madrid. 

En 1971 ingresa en TVE. En una primera etapa se integra en los servicios informativos y presenta el programa 24 horas (1971-1972). Entre 1972 y 1975 continúa en informativos, presentando el Telediario. No obstante, su trayectoria periodística se inclina pronto hacia los espacios de divulgación científica y médica, primero en Horizontes (1977-1979)​ y desde 1979 en el famoso Más vale prevenir, el cual se mantiene ocho años en antena con una enorme aceptación del público.

Tras presentar en la cadena pública otros dos programas divulgativos, Diccionario de la Salud e Hijos del frío, fue fichado por Telecinco para colaborar primero en el espacio Las mañanas de Telecinco y posteriormente en Informativos Telecinco.

Es colaborador habitual de radio, periódicos y revistas, y autor de una veintena de libros, entre los que destacan Alimentación y nutrición, Francisco Grande Covián: la nutrición a su alcance, El cuerpo de tú a tú: guía del cuerpo humano, Guía de la alimentación y Enciclopedia de la nutrición

En 2019 entró en el Comité Editorial del diario digital 65Ymás, en el que colabora actualmente.

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