Josep Moya Ollé
Opinión

Sobre las Zonas Azules y el estrés crónico

Josep Moya Ollé

Miércoles 12 de noviembre de 2025

6 minutos

Así es la dieta en las zonas azules, donde viven las personas más longevas. Foto: Bigstock

Miércoles 12 de noviembre de 2025

6 minutos

Este domingo pasado, día 9 de noviembre, 65YMÁS publicó un interesante artículo sobre el concepto de Zonas Azules, a propósito de la conferencia que el Dr. Michel Poulain, profesor emérito de la Universidad Católica de Lovaina y fundador de la organización sin ánimo de lucro Living Blue Zone, ha impartido en el Centro Internacional sobre el Envejecimiento (CENIE). Como se explica en el artículo, las Zonas Azules son lugares en el mundo donde se encuentran las personas más longevas, que llegan a superar los 100 años de edad. En estas zonas, los investigadores han encontrado una serie de características específicas a las que atribuyen la alta incidencia de casos de longevidad.

En la mencionada conferencia, el profesor Poulain explicó las siete claves que, según los científicos, son las responsables de este fenómeno: Comer sano, hacer deporte, evitar el estrés, dormir bien, tener contacto con la familia, crear comunidad con la gente que nos rodea y, finalmente, tener un propósito en la vida.

Estas siete claves no nos son desconocidas. Desde hace años, diversos autores de distintas disciplinas vienen insistiendo en cuáles son los factores que favorecen la longevidad saludable. Sabemos perfectamente los beneficios de nuestra afamada dieta mediterránea, es decir, aquella que se caracteriza por la abundancia de frutas, verduras, legumbres, cereales integrales, pescado, frutos secos y aceite de oliva, mientras que limita el consumo de carnes rojas, azúcares refinados y alimentos procesados. Esta dieta se fundamenta en una variedad de alimentos frescos y naturales, que se obtienen localmente y se consumen en su temporada. 

A la dieta mediterránea se le atribuyen diferentes beneficios entre los que se pueden destacar: un menor riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares, un menor riesgo de diabetes, un menor riesgo de cáncer de mama y, finalmente, un menor riesgo de depresión.

 

Michel Poulain, experto en Zonas Azules: "La longevidad no es fruto del azar, sino de cómo vivimos"

Dr. Michel Poulain

 

Por otro lado, es de sobra conocido el beneficio que aporta la práctica del ejercicio físico. En la web del Ministerio de Sanidad se informa que la actividad física reduce el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares, tensión arterial alta, cáncer de colon y diabetes. Además, ayuda a controlar el sobrepeso, la obesidad y el porcentaje de grasa corporal; fortalece los huesos, aumentando la densidad ósea; fortalece los músculos y mejora la capacidad para hacer esfuerzos sin fatiga. Más aún, la actividad física tiene beneficios psicológicos ya que mejora el estado de ánimo y disminuye el riesgo de padecer estrés, ansiedad y depresión.

Una tercera clave es evitar el estrés. Me van a permitir que me detenga un poco más en este punto. El estrés es un sentimiento de tensión física o emocional. Es la reacción del organismo a un desafío o una demanda. Puede provenir de cualquier situación o pensamiento que haga que una persona se pueda sentir frustrada, furiosa o nerviosa. El estrés puede ser agudo o crónico. El agudo es aquel que aparece en situaciones puntuales como la que pasé yo mismo este domingo pasado cuando un vehículo adelantó temerariamente a un autobús y me lo encontré de frente obligándome a realizar una maniobra brusca para evitar la colisión. En cambio, el estrés crónico es aquel que persiste durante semanas o meses y puede darse en situaciones de conflictos laborales, de pareja o económicos. 

Pero, ¿qué ocurre en el organismo cuando se dan situaciones de estrés crónico? Sabemos, por ejemplo, que los eventos existenciales estresantes en etapas tempranas de la vida se asocian a una serie de enfermedades crónicas en etapas ulteriores de la vida. La adversidad en la infancia (maltrato, negligencia, estilo de vida de una familia disfuncional, bajo nivel socioeconómico) aumenta el riesgo de presentar enfermedades cardiovasculares, diabetes tipo 2, cáncer y una serie de trastornos somáticos. Otro hallazgo importante es el que se refiere a la asociación entre la exposición a eventos existenciales estresantes, como puede ser la pérdida de la pareja o la pérdida del puesto de trabajo, y el riesgo aumentado de padecer un trastorno depresivo. Finalmente, las elevaciones crónicas de los niveles de glucocorticoides inducidas por el estrés podrían ser un factor de riesgo para el desarrollo de la enfermedad de Alzheimer. 

Vayamos a hora a las tres últimas claves: tener contacto con la familia, crear comunidad con la gente que nos rodea y tener un propósito en la vida. Encontramos en ellas dos elementos fundamentales: el vínculo con los otros y el deseo vinculado a un proyecto. Se podría decir con las siguientes palabras: Yo soy importante para el otro y yo, cuando me levanto cada mañana, pienso en el proyecto que voy a realizar. En este sentido, la labor que realizan los casales de personas mayores tiene un valor extraordinario para la salud. Allí se reúnen y realizan actividades en grupo, asisten a cursos, conferencias, presentaciones de libros, juegan a cartas, practican el baile, etc. Todo eso potencia la creación de vínculos y contribuye a que cada persona que acude al centro sienta que es importante para el resto de compañeros y compañeras, allí se le llama por su nombre y no se le infantiliza.

Pero todo eso contrasta con la dramática realidad de muchas personas longevas. El diario La Vanguardia publicó hace pocos días la carta de una trabajadora de un supermercado. En ella decía que desde su puesto de trabajo veía a personas de 80 o 90 años que hacían la compra solas, que arrastraban el carrito con dificultad y que, al llegar a la caja, no siempre disponían del dinero necesario para pagar lo que habían comprado. Ella, en una muestra de generosidad, “obviaba” el dinero que faltaba y de aquella manera esa anciana o anciano podía marchar a su casa con todo lo que había en el carrito. Es obvio que esas personas se encuentran sometidas a una situación de estrés crónico, que les acabará pasando factura en forma de diversas enfermedades que le complicarán todavía más su situación.

En consecuencia, sabemos las claves para una longevidad saludable, pero lo que ya no es tan claro es cómo vamos a ponerlas en práctica. No olvidemos que nuestro país es uno de los que tiene una mayor esperanza de vida y, por tanto, en pocos años habrá un porcentaje elevado de personas mayores, algunas de ellas, quizá bastantes, en situación de dependencia y de estrés crónico. ¿Qué haremos entonces con las claves de las que gozan las Zonas Azules? 

Sobre el autor:

Josep Moya Ollé

Josep Moya Ollé

Josep Moya Ollé (Barcelona, 1954) es psiquiatra y psicoanalista. Actualmente es presidente de la Sección de Psiquiatras del Colegio Oficial de Médicos de
Barcelona.

Ha trabajado activamente en el ámbito de la salud pública, siendo presidente del comité organizador del VII Congreso Catalán de Salud Mental de la Infancia y psiquiatra consultor del SEAP (Servei Especialtizat d'Atenció a les Persones), que se ocupa de la prevención, detección e intervención en casos de maltratos a mayores.

Es el fundador del Observatori de Salut Mental i Comunitària de Catalunya.

Su práctica clínica privada la realiza vinculado a CIPAIS – Equip Clínic (Centre d’Intervenció Psicològica, Anàlisi i Integració Social) en el Eixample de Barcelona.

Como docente, imparte formación especializada en ACCEP (Associació Catalana per a la Clínica i l’Ensenyament de la Psicoanàlisi), en el Departament de Benestar Social i Família y en el Centro de Estudios Jurídicos y Formación Especializada del Departament de Justícia de la Generalitat de Catalunya.

… saber más sobre el autor