Medicina general

La edad avanzada es un factor de riesgo en la Leucemia linfocítica crónica

Noelia Hontoria

Foto: Bigstockphoto

Domingo 9 de febrero de 2020

3 minutos

La leucemia linfocítica crónica es una de las enfermedades más asociadas a la edad avanzada

La edad avanzada es un factor de riesgo en la Leucemia linfocítica crónica
Noelia Hontoria

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Domingo 9 de febrero de 2020

3 minutos

La leucemia linfocítica crónica (LLC) es un tipo de cáncer mediante el cual la médula ósea produce demasiados linfocitos, llegando a afectar a glóbulos blancos, glóbulos rojos y plaquetas. Entre los factores de riesgo, se incluye la edad avanzada.

Factores de riesgo de la leucemia linfocítica crónica

En primer lugar, hay que tener muy claro que formar parte del grupo de factores de riesgo de una enfermedad no implica que se vaya a sufrir. Este dato solo habla de probabilidades y, como tal, no es determinante.

Por eso, es importante que mantengamos la calma y que, en cualquier caso, estemos atentos a posibles síntomas para que sea el doctor quien evalúe la posibilidad de realizar algunas pruebas. Asimismo, de nuevo la prevención es fundamental, por eso, sin alarmarnos, cuanto antes hagamos ciertas pruebas, mejor.

Retomando el tema de la leucemia linfocítica crónica, es una enfermedad asociada a la edad y, según el Instituto Nacional del Cáncer (@NCIEspanol) afecta principalmente a hombres de raza blanca. Otros factores de riesgo son los antecedentes familiares.

Si has pasado los 65 años, tienes infecciones con frecuencia, hinchazón (sin dolor) en los ganglios linfáticos, pierdes peso sin motivo y experimentas continuamente mucho cansancio, son cinco indicadores que pueden alertar de una posible leucemia linfocítica crónica.

La edad avanzada es un factor de riesgo en la Leucemia linfocítica crónica 2

Una de las primeras pruebas que realiza el médico para la detección de esta enfermedad es el recuento sanguíneo completo con diferencial. Se realiza a través de un análisis de sangre y se solicita a laboratorio este RSC para determinar la cantidad de glóbulos rojos, blancos, plaquetas y otros valores, como la cantidad de hemoglobina presente en los glóbulos rojos.

Si estos resultados salen alterados, el médico podrá solicitar pruebas adicionales para diagnosticar la enfermedad o descartarla, como una citometría de flujo, una inmunofenotipificación o una biopsia en la médula ósea.

Una vez diagnosticado y en función del estadio en el que se encuentre la enfermedad y de la edad del paciente, se puede optar por diferentes tratamientos. En ocasiones, se mantiene lo que se conoce como espera cautelosa, que analiza cómo avanza la enfermedad y si es necesaria alguna intervención. En los casos en lo que así sea, se puede optar por la radioterapia, la quimioterapia, la cirugía o la terapia dirigida con medicamentos. Además, actualmente se están realizando ya algunas pruebas de inmunoterapia.

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Noelia Hontoria

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