Mariola Báez
Preguntas
¿Por qué, en ocasiones, nos suenan las tripas?
Mariola Báez
Foto: Bigstock
Sábado 1 de febrero de 2020
ACTUALIZADO : Miércoles 15 de abril de 2020 a las 18:06 H
6 minutos
Aunque achaquemos esos sonidos al hambre, hay otros motivos y trucos para acallarlos
Nuestras tripas pueden empezar a rugir en el momento más inoportuno y hacerlas callar no es una misión sencilla. El térmico médico para denominar esos ruidos internos que, más que del estómago, proceden de los intestinos, es borborigmos y, aunque en la gran mayoría de los casos no tienen mayor importancia, si son recurrentes y, sobre todo, van acompañados de otros síntomas, como malestar general o dolor abdominal, comentarlo con el especialista del aparato digestivo puede ser adecuado.
Las causas habituales de esta “queja” sonora
En la digestión de los alimentos, los distintos órganos y la musculatura asociada a ellos realizan una serie de movimientos que no percibimos. El bolo alimenticio sigue un largo recorrido que incluye la boca, el esófago, el estómago, el intestino delgado y el grueso, hasta la posterior expulsión de las sustancias de desecho, una vez que nuestro organismo ha absorbido todos los nutrientes posibles.
Es el propio circular de los alimentos lo que puede provocar esos ruidos que, hay que decir, muchas veces solo escucha quien los experimenta, aunque parezca que suenan como si estuviesen conectados a potentes altavoces. Normalmente, los movimientos peristálticos, los que realiza el intestino para favorecer el tránsito y la posterior evacuación, son los más “ruidosos”, que también se pueden producir sin que haya, temporalmente, nada que evacuar.
Como explican los especialistas, si no hemos ingerido alimentos en un periodo de tiempo prolongado, puede ocurrir que esos movimientos en vacío suenen más de lo habitual, por una especie de efecto eco. Con este ejemplo, ya tenemos la explicación más comúnmente aceptada: te suenan las tripas porque no has comido. En una explicación poco científica, se podría decir que la presencia de alimentos por digerir amortigua el sonido de la propia digestión. Si no los hay, se oye más.
¿Qué otros motivos pueden dar lugar a esta situación?
Algunos son muy sencillos de intuir: una comida copiosa, en la que nuestro aparato digestivo ha de emplearse a fondo; la ingesta excesiva de bebidas azucaradas repletas de gas, comer muy deprisa sin masticar lo suficiente e ingiriendo, sin darnos cuenta y entre bocado y bocado, más aire del recomendable; o la presencia de líquidos en exceso son algunos motivos por los que las tripas pueden sonar más de la cuenta.
Es importante saber diferenciar cuándo esos sonidos son algo puntual y cuándo es necesario prestarles más de atención.
Puede ocurrir que el rugir de tripas vaya asociado a un proceso de diarrea aguda. En este caso, sería algo normal, derivado de la presencia predominante en el intestino de heces líquidas. Los gases también pueden desencadenar este síntoma, pero como señala la Fundación Española del Aparato Digestivo (FEAD @saludigestivo), es básico saber si se trata de un episodio puntual o de una patología denominada meteorismo. Este se caracteriza por la existencia de esos ruidos intestinales, acompañados frecuentemente de eructos y ventosidades excesivas y cuya causa puede estar en una hipersensibilidad de nuestro intestino a la presencia de gases.
¿Cuándo debo preocuparme? ¿Se puede evitar?
Normalmente, esta acción involuntaria se queda en una simple anécdota, pero cualquier anomalía que detectemos en nuestro organismo y que se repita con frecuencia merece una consulta.
Nosotros mismos podemos hacer un sencillo análisis sobre el rugir de nuestras tripas y tomar nota de posibles síntomas asociados para poder comentarlo con el especialista. Si existe dolor abdominal, una hinchazón anormal del vientre, diarrea persistente o la patología contraria, es decir, estreñimiento, esos ruidos pueden tener su importancia. Podrían indicar una obstrucción intestinal de mayor o menor gravedad, que requiere tratamiento médico para evitar complicaciones.
Especialmente si los sonidos aparecen después de comer y van acompañados de malestar y síntomas dolorosos, podrían ser una consecuencia clara de algún tipo de intolerancia, por ejemplo, al gluten o a la lactosa. También un síntoma de alerta por haber ingerido un alimento en mal estado, con riesgo de intoxicación alimentaria. Tal vez no haya ningún problema médico y lo único que ocurre es que la dieta que sigues no es la más adecuada.
Evitar que las tripas suenen es muy complicado, pero si no existe ninguna enfermedad detrás de este peculiar sonido, el mejor remedio es no estar demasiadas horas con el estómago vacío. Tomar un tentempié saludable a media mañana y una merienda ligera son una medida eficaz frente a esos ruidos que, en el fondo y en la mayoría de los casos, simplemente te están diciendo que deberías comer algo.
Ante la duda y si la situación se repite, será el especialista quien se encargue de indicar las pruebas necesarias que determinen si el sonido es absolutamente inocuo o podría ser la respuesta del organismo ante una patología digestiva no diagnosticada.