Salud

Se estrecha el vínculo entre el uso de omeprazol y más riesgo de migraña

Patricia Matey

Viernes 26 de abril de 2024

ACTUALIZADO : Martes 30 de abril de 2024 a las 10:10 H

12 minutos

Un estudio sugiere que eleva en un 70% las probabilidades de padecerla. Hablamos con dos expertos

Se estrecha el vínculo entre el uso de omeprazol y más riesgo de migraña
Patricia Matey

Viernes 26 de abril de 2024

12 minutos

No es un plato de buen gusto y sí es, desgraciadamente, muy frecuente entre buena parte de los españoles. Hablamos de la incómoda acidez estomacal, conocida también como reflujo gastroesofágico (RGE). De hecho, como aclara a 65YMÁS el Dr. Pedro Mora, jefe del Aparato Digestivo del Centro Médico-Quirúrgico de Enfermedades Digestivas (CMED) en Madrid, "la incidencia de RGE está entre el 9% y el 25%, pero no hay estudios fiables, dado que muchas veces los pacientes que sufren la sintomatología no consulta con el médico porque bien se automedica con antiácidos o evita ciertos alimentos. Por lo tanto, es difícil conocer la incidencia real y esta podría ser mayor". 

En la otra cara de la moneda está otro 40% de la población que sufrirá un episodio de acidez alguna vez en su vida, pero solo cuando estos se repiten al menos dos veces a la semana y afectan a la calidad de vida de la persona se le considera una enfermedad. 

Acidez o la regurgitación, dolor de pecho o garganta, afonía, carraspera y dificultad respiratoria. Así ‘da la cara’ el RGE. Con este término se define el paso del contenido del estómago hacia el esófago. En condiciones normales, el contenido gástrico o intestinal no transcurre por esta vía, ya que existe un esfínter que actúa como una válvula impidiendo el paso del alimento. 

Se estrecha el vínculo entre el uso de omeprazol y más riesgo de migraña

Pero si este ‘muro’ natural falla, el contenido gástrico pasa, irritando la mucosa y produciendo los síntomas enumerados. El RGE se exhibe de varias formas: como la enfermedad por reflujo erosivo (cuando se presenta con esofagitis), la enfermedad por reflujo no erosiva (no hay esofagitis y es la forma más frecuente de reflujo), el síndrome de Mallory-Weiss (la mucosa del esófago ha cambiado a causa de una esofagitis crónica) y otras manifestaciones extraesofágicas, que es cuando el RGE se produce fuera del esófago y puede afectar a las vías respiratorias causando tos crónica, laringitis o asma.

Las terapias de supresión del ácido estomacal son medicamentos ampliamente utilizados en todo el mundo. La Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) recuerda que hay tres tipos de medicamentos comunes:

  • Los antiácidos (Almax, Maalox, Rennie, Magion, Sal de fruta Eno, Gaviscon, etc).
  • Los inhibidores de la secreción ácida, que pueden ser, como los antagonistas del receptor de histamina H2 (H2RAs), como famotidina o los inhibidores de la bomba de protones (IBP), como omeprazol o esomeprazol.

En España es de lo más frecuente que en el interior del botiquín albergue los fármacos más habituales como el paracetamol, el ibuprofeno o el omeprazol. Según datos de 2020 de Sanidad, entre los principios activos más consumidos, encontramos el analgésico acetaminofén, con más de 43,5 millones de unidades, aunque el ‘rey de ventas’ es el omeprazol: 48,5 millones de unidades dispensadas.

El nuevo trabajo 

Ahora llega una nueva investigación, publicada en ‘Neurology; Clinical Practice’, que constata que las personas que toman medicamentos para reducir la acidez pueden tener un mayor riesgo de sufrir migraña y otros dolores de cabeza intensos que las que no los ingieren. 

El dolor de cabeza figura entre las reacciones adversas más frecuentes en adultos tanto por el uso de los IBP como para H2RAs, y varios ensayos ya han señalado la posibilidad de una asociación entre la migraña y la terapia antiácida. Así, se observó previamente en el estudio del Biobanco del Reino Unido publicado en ‘Biomedicine & Pharmacoterapy’ en relación con los IBP. 

Para la nueva investigación, los investigadores, dirigidos por Margaret Slavin, profesora asociada a la Facultad de Agricultura y Recursos Naturales, de la Universidad de Maryland (EEUU), observaron datos de 11, 818 personas que proporcionaron información sobre el uso de los mencionados medicamentos y si habían tenido migrañas o dolores de cabeza intensos en los últimos tres meses.

¿Y los otros factores de riesgo?

Un 25% de los participantes que tomaban IBP tenía migraña o cefalea intensa, en comparación con el 19% de los que no los ingerían. Asimismo, un 25% de los que usaban los H2RAs padecía dolores de cabeza intensos, en comparación con el 20% de los que no los necesitaban. Y el 22% de los que ingerían suplementos antiácidos también sufría esta última afección mencionada en comparación con el 20%

Cuando los investigadores ajustaron otros factores que pueden incidir en el riesgo de tener migraña, como la edad, el sexo (afecta a más hombres que mujeres) o el uso de cafeína y alcohol, encontraron que los que ingerían los IBP tenían un 70% más de probabilidades de sufrir migrañas que las personas que los que no. Y en el caso de los H2, las probabilidades fueron de un 40% más, y un 30% mayor para los suplementos antiácidos. 

Mal uso del fármaco

El Dr, Mora recuerda: "Es importante que la indicación de tomar los IBP  esté bien hecha, que no haya otra alternativa al fármaco más adecuada, así como dejar al paciente con la dosis mínima eficaz y no con la máxima como dice el estudio". Para este especialista el problema actual es que, efectivamente, existe un mal uso de estos fármacos porque la gente se ha acostumbrado a utilizarlo como si fuera un antiácido y lo igieren cuando, por ejemplo, han tomado una comida copiosa. Cierto es que no pasa nada por hacerlo, no existe una contradicción. Pero existen otras alternativas como los antiácidos que no se absorben y solo tienen un efecto local, no sistémico general, y por tanto serían más recomendables. También está la alternativa de tomar algún medicamento que facilita la digestión".  

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Otra valoración del estudio es la aportada por el Dr. Antonio Sánchez Soblechero, del Servicio de Neurología del Hospital General Universitario Gregorio Marañon de Madrid. “Se trata de un trabajo muy meritorio ya que ha contado con cerca de 12.000 pacientes y en el que se ha estudiado la posible relación existente entre el uso de estos fármacos inhibidores y la migraña, pero desde una visión crítica tal vez merezca la pena destacar lo difícil que es establecer una relación temporal. Es decir, estos pacientes con más dolor de cabeza ya tomaban los medicamentos IBP desde antes o si para paliar su dolor tomaban otros fármacos y, por ese motivo, también usan más estos inhibidores. ¿Es una causa o una consecuencia? Es importante para poder establecer una relación causal”. 

Insiste el experto que también es importante la forma en la que se ha medido la migraña en el estudio. "La patología, cómo tal tiene una serie de criterios diagnósticos, según la Clasificación Internacional de Cefaleas. Y no toda cefalea de alta intensidad es una migraña y, por lo tanto, hay que saber cómo hacemos esa relación entre la afección y el uso de los fármacos citados. Una posible solución sería hacer un estudio prospectivo y controlado, cosa que con tantos pacientes sería inasumible para ver otros factores que pueden confundir los resultados, para saber qué fue primero si el huevo o la gallina. Así se podría establecer bien la relación casual”.

Atlas de la migraña

La migraña es un trastorno muy frecuente. "En torno al 15%- 20% de la población española puede tener un diagnóstico de migraña, si bien es cierto que muchos pacientes no consultan. Tiene un componente familiar y muchos de los afectados lo han vivido en casa por lo que asumen ese dolor como algo normal, pero no debería ser así. La buena noticia es que es cierto que cada vez etán consultando más. De hecho es la primera causa de consulta médica en Neurología. Y hay que recordar que esta patología, los ataques de dolor, es una causa importante de discapacidad con una importante repercusión en la calidad de vida de los afectados, y también con impacto socioeconómico porque también afecta a la vida laboral", recuerda el Dr. Sánchez Soblechero

Para el experto del Gregorio Marañón es cierto que cada "vez hay más evidencia de la relación existente entre el eje intestino-cerebro y quizá el uso de suplementos dietéticos o de fármacos para el reflujo puede tener algún efecto al retardar el vaciamiento gástrico, que ya está retrasado en las personas que tienen ataques de migraña, lo que puede disminuir ciertos nutrientes y quizá provocar esa alteración en la microbiota intestinal. Sabemos que existe un péptido que está más elevado tanto en el intestino como en las personas que padecen migraña y allí podría estar parte de la asociación”.

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Este especialista llama a la reflexión a raiz de este trabajo. "Quizá una de las implicaciones más importantes de él, tanto para los médicos como los pacientes, es que los primeros sean más cautelosos a la hora de prescribir y que los segundos sin consultar hasta que se desarrolle más este área de investigación y se aclare más esta posible relación". 

Y recuerda: "Para prevenir la migraña debemos tener en cuenta que existe una predisposición genética y eso no lo podemos cambiar, pero sí podemos modificar los hábitos de vida para disminuir la frecuencia y severidad de los ataques empezando con la dieta, como seguir la Mediterránea. Hay personas a las que les sientan mal ciertos alimentos y deben saber identiciarlos. El ejercicio físico, sobre todo el aeróbico, es muy beneficioso, así como se debe reducir el estrés personal y laboral, la ansiedad y evitar el insomnio”.

Finalmente, el especialista del CMED apunta para los usuarios de omeprazol que sus efectos secundarios pueden darse de forma inmediata, a corto plazo, son muy poco frecuentes (menos de un 2%), como pueden ser cefaleas, diarrea, sensación de cansancia en algunos pocos casos puede darse un reacción alérgica. "Lo que más se discute hoy en día son sus efectos a largo plazo, por eso se habla de que su uso sea limitado, porque aumenta el riesgo de fracturas, neumonía, infecciones o neoplasias gástricas, pero los estudios no son concluyentes. Otro efecto del que se ha hablado pero no ha quedado demostrado es que puede elevar las probabilidades de sufrir demencia o Alzheimer".

Sobre el autor:

Patricia Matey

Patricia Matey

Licenciada en Ciencias de la Información (Universidad Complutense de Madrid. 1986-1991), es periodista especializada en información de salud, medicina y biociencia desde hace 33 años. Durante todo este tiempo ha desarrollado su profesión primero en el suplemento SALUD de EL MUNDO (22 años), luego como coordinadora de los portales digitales Psiquiatría Infantil y Sexualidad en el mismo diario. Ha colaborado en distintos medios como El País, La Joya. la revista LVR, Muy Interesante, Cambio 16, Indagando TV o El Confidencial. En este último ejerció de jefa de sección de Alimente durante cuatro años. Su trayectoria ha sido reconocida con los premios de periodismo de la Sociedad Española de Oncología Médica, premio Boehringer-Ingelheim, premio de la Asociación Española de Derecho Farmacéutico, premio Salud de la Mujer, premio de Comunicación del Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid o Premio de Periodismo de Pfizer. Actualmente es la responsable de la sección Cuídate+ sobre longevidad saludable de 65YMÁS.

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