La actriz coruñesa Berta Ojea tiene una trayectoria tan larga como versátil en teatro, cine y televisión. Ha trabajado con directores como Benito Zambrano, Alex de la Iglesia, Guillermo del Toro, Miguel Bardem o Javier Fesser con quien interpretó el personaje de Ofelia en la adaptación cinematográfica de Mortadelo y Filemón. Ojea es además, Secretaria de Igualdad de la Unión de Actores y Actrices de España y aprovechamos este 25 de noviembre, Día internacional contra la violencia de género, para hablar con ella sobre el cambio del rol femenino a través de la cultura.
PREGUNTA: A día de hoy continúan las mayores desigualdades entre hombres y mujeres. ¿Será, por fin, el siglo XXI el de la Iguandad?
RESPUESTA: La mayor desigualdad es lo que define la historia de la humanidad, el sistema patriarcal que podemos encontrar desde hace 6.000 años perpetuándose en la sociedad. En estos momentos, las democracias van de la mano el sistema patriarcal. En este sentido, el feminismo constituye un movimiento político de primer orden porque se revela en contra de las estructuras de este poder. Desde hace mucho tiempo, las mujeres están trabajando por esta igualdad y espero que el siglo XXI sea el siglo de la igualdad efectiva entre mujeres y hombres, pero llegará mucho más tarde de lo que dictan los estamentos internacionales que marcan como fecha el 2030. En mi opinión, llegará pasada la mitad el siglo XXI. Las mujeres somos el 52%
de la raza humana y, curiosamente, ocupamos un puesto de segunda categoría en la sociedad.
P.: ¿Cuáles son las desigualdades más latentes en la cultura?
R.: Las desigualdades dentro de la cultura son compartidas por el resto de sectores laborales donde las mujeres y los hombres trabajan. Por un lado, la falta de representatividad de las propias estructuras de poder donde hay un techo de cristal enorme y muy duro, hay muchas dificultades a la hora de romperlo. Por otro lado, las mismas discriminaciones que en el resto de sectores, en cuanto a la brecha salarial, por edad o la falta de oportunidades.
P.: ¿Cuál debe ser el compromiso de la cultura con respecto a las mujeres?
R.: El compromiso de la cultura y de la industria cultural con las mujeres debería ser el de estar en vanguardia en esta lucha. La cultura debería mostrar la realidad de las mujeres y ver más allá de lo que está sucediendo hoy y de lo que ha de suceder, como hace Shakespeare en sus obras. Asimismo, es evidente que la cultura, el arte, la creación… deberían tomar un compromiso de la vanguardia en esta lucha, deberían abrirse realmente a una creación donde las mujeres tengan el mismo valor que los hombres, y esto es fundamental como referente para nuestras jóvenes y nuestras niñas. La cultura está muy lejos de ocupar ese lugar en el imaginario juvenil y de ser vanguardia en esta lucha..
P.: En la profesión, como por desgracia, en el resto de entramado social, ¿la mujer sufre una triple discriminación, salarial, por razón de su maternidad y más adelante por su edad?
R.: Si, solemos hablar de tres brechas en nuestra profesión, pero algunas también existen en el resto de sectores. La discriminación salarial la sufrimos todas las mujeres en cualquier ámbito, cobramos menos por realizar el mismo trabajo que los hombres. Hay una vieja reivindicación, “Trabajo igual, salario igual”. Esa reivindicación no se cumple y nunca se ha cumplido. Por otra parte, la brecha laboral, la falta de trabajo, la falta de personajes femeninos para las actrices y la división en roles muy antiguos descartados ya por la propia sociedad como, por ejemplo, las parejas donde los hombres tienen el protagonismo de las ficciones tanto cinematográficas como teatrales y las mujeres son muchísimo más jóvenes que los hombres. En cuanto a la maternidad, yo no creo que haya discriminación por maternidad en nuestro sector, el Estatuto del Artista recoge una adaptación de la maternidad en nuestro sector para nuestro país.
P.: Luego realmente existe una brecha salarial entre actrices y actores...
R.: Por supuesto que existe una brecha salarial entre actrices y actores, rotundamente sí. Además, en nuestro sector, voy a poner el ejemplo de la serie de Netflix ‘The Crown’ donde la actriz que interpreta a la reina Isabel cobraba menos que el actor que interpretaba a su marido en la serie por el simple hecho de ser mujer, porque la protagonista de la serie es ella, es una serie dedicada a la reina de Inglaterra. Esto se llevó a juicio y, afortunadamente, la actriz ganó. Esto es desigualdad y considerar a las mujeres de segunda categoría, aunque teóricamente tengan los mismos derechos que los hombres, pero se les paga menos simplemente por ser mujeres.
P.: ¿Debe ser la cultura la precursora del cambio de roles de las mujeres en la sociedad?
R.: Sí, sin duda, la cultura debe ser la precursora del cambio de roles de las mujeres en la sociedad, pero está muy lejos de serlo. En este sentido, es verdad que ha habido un pequeño cambio en plataformas como HBO y Netflix, donde hay mujeres que son protagonistas de las historias, pero realmente en nuestra ficción son contadas las ocasiones en que la mujer es la protagonista de la historia. Si ponemos un ejemplo cercano, en toda la historia de los premios Goya, solo tres mujeres se han alzado con el galardón como Mejor Directora ya que Isabel Coixet lo ha ganado dos veces. En el teatro ocurre lo mismo, si miramos los premios Max, únicamente se ha entregado el galardón a Mejor Directora en dos ocasiones.
P.: ¿Por qué las mujeres solo lideran un 18% de las instituciones culturales públicas?
R.: Esta es una pregunta que deberíamos trasladar al Gobierno, al Ministerio de Cultura y al Ministerio de Igualdad, incluso al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, que tiene un compromiso claro con la igualdad y parece que en el sector cultural esto no va con ellos. Se produce por el incumplimiento de nuestras propias leyes, el incumplimiento de la ley de igualdad que señala muy claramente cómo las instituciones públicas tienen que ser los primeros responsables de ir construyendo esa igualdad efectiva entre mujeres y hombres. Todos los criterios internacionales, y en nuestro propio país, hablan de que cuando existe un 30% de desigualdad es un aviso de una desigualdad estructural muy importante. Aquí nos encontramos con el 18%, es como para intervenir inmediatamente por parte del Ministerio. Es el Ministerio el que tiene que solucionarlo y estamos esperando a que el ministro hable de cuáles son las medidas que se van a tomar para erradicar esta situación en un futuro. No dudamos del talento de los hombres que están dirigiendo esas instituciones culturales, está claro, pero sí dudamos que la elección sea afortunada en el sentido de que no hay mujeres porque un 18% es una estimación tan baja que parecería la estimación de principios del siglo XX y de cuando las mujeres luchábamos por un derecho como es el voto.
P.: ¿Qué tipo de referentes necesitan ver nuestras jóvenes en el audiovisual?
R.: Yo creo que los referentes que las jóvenes necesitan ver en nuestro audiovisual, en nuestro teatro y en nuestra cultura son personajes que tengan oficios, que lleguen al poder, que sean ambiciosas, que sean como hoy somos las mujeres, que no sean simplemente el tópico de la amante del protagonista. Las jóvenes necesitan ver mujeres protagonistas, necesitan ver heroínas protagonistas, necesitan ver todos los roles: de jefes de un periódico, de directores de un periódico, de directores de un comercio, etc. Necesitamos mujeres ahí y a mujeres que lleven el protagonismo y necesitamos también que esta industria se dé cuenta que las mujeres somos rentables, las películas que producen las directoras, las mujeres las ven, hay un nicho.
P.: ¿Es cierto que a partir de cierta edad es más difícil encontrar papeles para las actrices que para los actores?
R.: Por supuesto, esto es muy fácil de ver, cualquiera que vea las series verá que las mujeres comienzan a ser madres y abuelas a partir de los 35 años. Una mujer de más de 40 años ya puede ser la abuela de alguien que sea un adolescente. En todas las historias que contamos en nuestro audiovisual, y también en nuestro teatro, los roles femeninos y masculinos están actuando continuamente, en el sentido que el rol de las mujeres es la juventud, la belleza, la delgadez, cumplir continuamente el eterno rol femenino; podemos verlo en la series, como los hombres no tienen límite, y nosotros como sindicato, en las contrataciones que sabemos que se hacen, los hombres no tienen límites de edad, seguimos en el rol eterno que con los años se adquiere sabiduría y una mujer adquiere vejez, una mujer es vieja, un hombre es sabio cuando cumple años y una mujer es vieja. Entonces, como esos personajes maduros, con profesiones, con mando… hay muchos en el terreno masculino, pero no están las mujeres. Digamos que las mujeres pasan de ser las amantes, como objeto de deseo, en nuestras narrativas, a ser las mujeres cuidadoras: la madre, la hermana, la abuela, la amiga, que es más mayor, que le aconseja, seguramente que esté enamorada de él…
P.: ¿Qué tipo de políticas se deberían llevar a cabo para erradicar estas desigualdades?
R.: Las políticas de igualdad que se deberían llevar a cabo son muchas, pero por centrarnos en el sector cultural, que es el sector que nos ocupa, uno de las primeras es a lo atañe a esta documentación que ha aportado el Ministerio de Cultura que refleja la situación de las mujeres, se deben de tomar soluciones. Quiero recordar que España, a comienzos de este siglo, se convierte en uno de los países más avanzados en cuanto a conquistas sobre la igualdad dentro de los países europeos. España tiene uno de los primeros gobiernos paritarios del mundo que es el formado en 2004 por José Luis Rodríguez Zapatero, que tiene a una vicepresidenta y tantos ministros como ministras, un gobierno paritario. Se construye una ley contra la violencia de género, que es una de las primeras que se aprueban en el Parlamento. Se construye también en el 2007 una ley pionera que es la Ley de Igualdad. Entonces, parecería que ese pasado que hemos construido, lo ha construido otro gobierno, por lo tanto, se deja al margen; lo que sorprende es que las conquistas que fueron de un gobierno socialista, que trajo consigo que el siguiente gobierno tuviera consigo una vicepresidenta como fue Soraya Sáenz de Santamaría, que tengamos en este nuevo gobierno también una vicepresidenta primera… sorprende que una de las partes que forman el gobierno actual no actúen en consecuencia con la Ley de Igualdad. La Ley de Igualdad hay que mejorarla y hay que llevarla más allá, porque desde la creación de la Ley de Igualdad, en el mundo han pasado muchísimas cosas. Además, el dinero que los estados tienen que dar para las subvenciones necesarias a las empresas sea repartido de manera equitativa. Quiero decir que, en el Ministerio de Cultura, desde todas sus direcciones generales, las políticas de subvenciones deberían ser del 50% de ayudas para proyectos liderados por mujeres y un 50% de ayudas para proyectos liderados por hombres.