Nacido en Petrovichi (Rusia) en 1920 y emigrado a Estados Unidos en 1923, Isaac Asimov se convirtió en una de las voces propias de la literatura de ciencia ficción gracias a obras como Yo, robot y a la serie Fundación.
Junto con Robert Heinlein y Atrhur C. Clarke, se considera a Asimov como uno de los escritores del género más importantes del Siglo XX.
En su libro Círculo vicioso estableció las leyes de la robótica en el año 1942. Y en el mismo año que George Orwell escogió para su obra más conocida, 1984, predijo la realidad que viviríamos en 2019.
Para Asimov, 2019 era el futuro. 35 años eran el tiempo necesario para todos los avances que la sociedad iba a recorrer en las próximas décadas. Para ello, versó el futuro en torno a tres pilares: las guerras nucleares, el poder de la informática y el aspecto exterior.
En su pronóstico sobre la guerra nuclear que iba a existir entre Estados Unidos y la antigua Unión Soviética, el escritor falló estrepitosamente gracias a los acuerdos de desnuclearización que ambos países firmaron para sellar la paz.
Donde no falló fue en la predicción acerca del uso de los ordenadores. Asimov manifestó que los hogares del mundo iban a tener un ordenador de uso doméstico. Sin embargo, el escritor no entendía el auge de los ordenadores sin un futuro en el que los robots estuviesen cada vez más presentes en las fábricas y las cadenas de montaje.
También afirmó que el creciente uso de la tecnología no iba a arruinar los puestos de trabajo, pero sí que iban a aparecer nuevos trabajos mucho más especializados. Y que aquellos más monótonos y repetitivos iban a terminar sucumbiendo.
Respecto al sector educativo, manifestó la necesidad de una amplia renovación. Con el fin de educar a personas en una era completamente digitalizada.
Asimov también anticipó la presencia del hombre en la Luna en busca de recursos que pudiese traer al planeta, así como la existencia de una estación espacial construida a partir de la unión de diferentes potencias mundiales.
Si bien es cierto que, finalmente, la estación no cumple con el fin exacto que anticipó el escritor, que era el de capturar la energía para poder enviarla a la Tierra, sí que acertó en la unión de “fuerzas internacionales” capaces de establecer un centro de investigación en el espacio.