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Miryam Cardilli tiene 61 años, vive en la localidad argentina de Boulogne, muy cerca de Buenos Aires, y se dedicó a vender ropa toda su vida hasta que en la crisis del 2000 se quedó sin trabajo. En ese momento comenzó a cuidar a su madre, que estaba enferma, y cuando falleció, sus amigos y familiares comenzaron a llamarla para que cuidara a otras personas mayores.
"Siempre tuve esa vocación de cuidar y de que el enfermo se sienta bien. Cuando me di cuenta que lo sentía muy fuerte, quise hacerlo más seriamente y fue cuando me enteré de un curso para profesionalizarme en esta tarea", explica Myriam al diario Clarín. Tras culminar su especialización en cuidados de mayores, comenzó a trabajar en una residencia, donde conoció a Delia, una mujer de 93 años, con muchos problemas de salud, con la que generó un vínculo tan fuerte que se la ha llevado a vivir a su casa.
"Los hijos notaban su deterioro, pero no la podían cuidar. Entonces decidimos proponer a los mismos si podíamos llevarla a nuestra casa porque teníamos una habitación disponible", confiesa Myriam, que vive junto a su marido. Sabiendo la tierna relación que existía entre ambas, los familiares aceptaron la propuesta y la anciana se mudó con el matrimonio justo un mes antes de que se decretara el confinamiento en Boulogne por el coronavirus.
Miryam Cardilli, vecina de Boulogne, cursó el taller 'El Arte de Cuidar' que dicta el Municipio con la #FundaciónOSDE. En un geriátrico cuidaba a una señora de 93 años y generó un vínculo tan fuerte que la llevó a vivir a su casa. Esta historia es real, las oportunidades existen. pic.twitter.com/OBAUW5aznm
— Gustavo Posse (@gustavoposse) June 16, 2020
"Hay que dar mucho para cuidar a un mayor, pero ahora sé que es mi vocación"
"Le preparé una habitación, que acondicioné especialmente para ella y los cambios fueron notables: pasó de pesar 35 kilos a cerca de 60, su problema coronario se estabilizó y comenzó a realizar ejercicios para sus piernas. Creo que el ambiente donde vive, la atención personalizada y sobre todo el gran amor fueron las claves para que se recupere", asegura.
Hace sólo unos días Delia cumplió 93 años. Ese día, mascarilla mediante, su único hijo la pudo saludar desde la puerta. "La realidad es que hay que dar mucho de uno para cuidar a un mayor, no sólo con tiempo y voluntad, sino con paciencia, escuchar cien veces las mismas historias y fundamentalmente: hay que dejarlos enfadarse y envejecer", opina Miryam, que recuerda que en el geriátrico Delia estaba muy deteriorada. "Pero no por el lugar en sí, sino por la falta de contacto físico, de actividades, no charlaba con nadie. Eso la deterioro micho, con decirte que una vez por semana pensaban que se iba a morir", recuerda.
El ambiente, la atención y el cariño que recibe han sido claves para para su pronta recuperación. "El curso me cambió la vida; me ayudó a descubrir mi vocación y a conocer a mi madre del corazón", concluye emocionada Cardilli.