Sociedad

Padre Ángel: "No puede ser que los políticos sigan pensando más en los votos que en el coronavirus"

Antonio Castillejo

Sábado 24 de octubre de 2020

9 minutos

Se cumplen 25 años del nacimiento del 'Teléfono Dorado' que ha tenido más de 7 millones de llamadas

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Antonio Castillejo

Sábado 24 de octubre de 2020

9 minutos

Carismático, entregado e incansable en su lucha contra la necesidad, la vulnerabilidad y la pobreza, el Padre Ángel García fundó en Oviedo la ONG Mensajeros de la Paz en el año 1962. Uno de los principales campos de actuación de Mensajeros de la Paz son las personas mayores, muchas veces desatendidas y víctimas del olvido. Para ellos la organización gestiona, desde la Asociación Mensajeros de la Paz Edad Dorada, residencias de ancianos, centros de día y otros proyectos como el “Teléfono Dorado” (900 222 223), que este mes de octubre cumple ya 25 años en funcionamiento, un teléfono al que llaman todas aquellas personas que simplemente quieren escuchar una voz amiga a quien contarle sus problemas.

Padre Angel. Mensajeros de la paz. Foto: EuropaPress - Las 10 buenas noticias del coronavirus de hoy 4 de abril

PREGUNTA: El Teléfono Dorado de Mensajeros de la Paz celebra este mes su 25 cumpleaños ¿Cómo nació?

RESPUESTA: Nació porque ya entonces, hace 25 años, nos dimos cuenta de que había muchísimas personas mayores que sufrían de una tremenda soledad que influía mucho en ellas. Vimos que había muchos que tenían teléfono pero a los que no llamaba nadie y pensamos que como por aquellos  años existía ya el Teléfono de la Esperanza, decidimos poner en marcha el Teléfono de la Soledad, el teléfono para los mayores y así nació el proyecto del Teléfono Dorado.

P.: El objetivo, 25 años después, continúa siendo el mismo, evitar la soledad de las personas mayores para que puedan encontrar siempre al otro lado de la línea a alguien dispuesto a escuchar y a comprender…

R.: Efectivamente, después de 25 años vemos que sigue siendo ese el objetivo. La Madre Teresa de Calcuta, a la que tuve la gran suerte de conocer, me decía que la soledad causa más muertes que cualquier otra enfermedad como el cáncer o también los accidentes de carretera... Hay muchas personas que al final, de verse tan solos, ya no quieren seguir viviendo. Y también hay matrimonios mayores que cuando se va uno de ellos deja al otro en completa soledad. Además, por el camino de todos estos años también hemos encontrado personas como Juan Pablo II que cuando le entregamos el Teléfono nos dijo: "Usted sabe que hay muchos reyes y papas que también estamos solos". Personas muy importantes que a veces se encuentran con esa soledad del poder, muchas personas que se encuentran con esa soledad no deseada y no tienen con quien compartir.

P.: Pero imagino que en el Teléfono Dorado no sólo se da, también se recibe el cariño que los que llaman necesitan dar...

R.: Sin duda alguna. El teléfono no solo es para recibir llamadas sino también para acompañar y para las personas que a veces quieren compartir con los demás sus ideales, su tiempo libre o que se ofrecen para hablar con aquellos que estén solos. Es un proyecto precioso, muy tierno y mucho más ahora con esta pandemia que estamos sufriendo y que nos ha obligado a estar encerrados en casa, a veces hay que pensar cuantas personas hay que no tienen con quien hablar.

P.: ¿Cuántas personas están actualmente implicadas en el proyecto?

R.: Hay más de 200 voluntarios y voluntarias que atienden este proyecto en el que durante estos años hemos recibido más de siete millones de llamadas, de personas que necesitaban poder conectar, poder hablar con alguien.

P.: Supongo que habrá de todo, pero que la temática más abordada por los usuarios es la soledad?

R.: Sí, la soledad. Siempre es querer compartir, contar historias de cuando eran más jóvenes o compartir ese silencio que a veces se eterniza en muchos hogares en los que un aparato de radio o de televisión es la única compañía. A muchos de ellos les hemos podido dar animales de compañía, un perro o un gato, al que puedan acariciar y con el que haya vida en la casa para que no esté en ese silencio tan tremendo que a veces te recuerda al de los cementerios.

P.: ¿Recuerda alguna llamada especialmente?

R.: Hay miles de llamadas que recuerdo, pero especialmente la de un niño al que se le habían ido los papás de casa y llevaba mucho tiempo solo y nos llamaba porque quería saber como estaba el día, que equipo de fútbol iba a jugar... un niño de esos a los que se les refleja la tristeza por estar tan solos y no tener alguien que les acaricie, que les bese, que les sonría. Insisto, como decía esta monja santa ya en vida, la soledad causa muchos más estragos, enfermedades y muertes que ninguna otra cosa. Cuando vas a visitar a alguien, sobre todo a las personas mayores, y al salir les das un beso en la frente muchos te dicen que no imaginas cuanto tiempo hace que nadie le besaba. Esta sociedad está falta de cariño, falta de gente que pueda escuchar.

P.: Comentaba usted que la situación se ha agravado con la pandemia. Imagino que hoy todo se realiza mediante teletrabajo y los voluntarios dan el servicio desde sus casas...

R.: Sí, gracias a Dios hemos podido recurrir a las redes sociales, a las líneas telemáticas o telefónicas, a las videoconferencias... Han muerto muchas personas en soledad y te llamaban los familiares para ver si podías hacer una oración o una bendición para su padre o para su abuelo que se había ido sin que hubieran podido despedirse de ellos. El teléfono es uno de los vehículos  con los que se puede acompañar mucho a las personas. ¡Benditos los inventos de este siglo y del anterior!. Los inventos que se van haciendo y los adelantos como la telemedicina, el trabajo o teleconferencias que ahora se pueden hacer.

P.: Hablando de la pandemia, usted que tiene un enchufe muy grande con el de arriba, ¿como ve la situación, qué opina de esto?

R.: Opino que hay demasiados agoreros. No está bien decir que estamos mal y vamos a ir a peor. No hay que negar la realidad, es tremendo lo que tenemos y también lo es lo que nos va a venir. Pero debemos tener la fuerza, la esperanza, la alegría de saber que esto lo vamos a superar y vamos a salir adelante. Por eso tenemos que seguir todas las normas sanitarias que nos mandan para poder salir adelante. No podemos tirar la toalla, hay muchos que casi nos invitan a tirarla, pero yo invito a cumplir con todo lo que haya que cumplir pero nunca tirar la toalla. Seguro que salimos de esta, seguro.

P.: Imagino que usted que vive para los más necesitados conocerá un montón de casos de afectados por el virus y por las tremendas consecuencias socioeconómicas de la pandemia…

R.: Hay quien dice, creo que con razón, que después de la segunda Guerra Mundial esto es lo peor que nos ha pasado. Ahí están esas filas ante los comedores sociales, esas filas de hombres y mujeres que no tienen un trozo de pan para darle a sus hijos por la noche. Y a eso se le une la falta de trabajo, de tener un lugar estable donde comer y eso nos tiene que preocupar mucho, pero esto no significa que vayamos a tirar la toalla. Igual que antes había que pensar en salvar vidas, ahora hay que pensar en que hay que dar de comer y hay que intentar encontrar trabajo para los que no lo tienen.

P.: ¿Qué le parece la actuación de las autoridades?

R.: Creo que las autoridades, los gobernantes, a los que en plena pandemia yo les mandé una carta bendiciendo agradeciendo lo que hacían, debemos animarles a hacerlo mejor. A los políticos tenemos que agradecerles lo que han hecho y ellos deben fijarse en lo que no han hecho. Pero es que toda la sociedad, todos los tertulianos, toda la prensa... a veces queremos criticar, pero yo creo que algunos hemos nacido más para bendecir que para maldecir y yo soy más de los primeros.

P.: Es evidente que usted ha nacido para bendecir, pero dígame que le parece el 'show' que han montado los gobiernos Central y de Madrid.

R.: Se tienen que entender. No puede ser que sigan pensando más en los votos que en encontrar una solución a esto y acabar con el bicho. Yo estoy convencido de que no hay ni una sola persona que no quiera ganar la guerra al virus. El otro día escuchaba a don José Bono y decía que no compartía la ideología de Ayuso, pero sin embargo dijo que ni tan siquiera ella quiere lo peor para Madrid. Nadie puede pensar que no queremos lo mejor para nuestros enfermos, para las personas. Lo que pasa es que unas veces aciertas y otras no. ¿Como se puede pensar que alguien quiera que haya más enfermos y más muertes?. Eso es impensable, pero parece que hay alguno que aún lo piensa. 

P.: ¿De qué manera está afectando la covid-19 a las actividades y proyectos de Mensajeros de la Paz? 

R.: Está multiplicando por cien nuestro trabajo, nuestras decisiones, obligándonos a encontrar más voluntarios y sobre todo a acompañar más. Si antes acompañábamos a 6.000 personas ahora estamos en más de 20.000. Se nos ha multiplicado el trabajo y se ha multiplicado la pesadumbre que cae sobre uno cuando muchas veces no puedes llegar a dar ese litro de leche o ese poco de pan cuando te lo piden. El cardenal Tarancón, hace más de 60 años, ya les decía a los gobernantes de entonces que había muchas familias que piden pan para sus hijos porque no se lo pueden dar y él decía que no nos podemos callar, no debemos callar por más tiempo, tenemos que pedirles a los gobernantes, a los empresarios, a los ciudadanos, que tenemos estos niños para hacer un mundo mejor. Eso mismo me atrevo yo a decir hoy, que no podemos callar, que debemos aunar fuerzas para sacar esto adelante y dejar tanta crispación que a veces nos invita más a que siga creciendo la propia crispación en lugar de a resolver los problemas.

P.: Imagino que el coronavirus también afecta a su trabajo diario en la madrileña parroquia de San Antón...

R.: Está desbordada, se nos ha multiplicado el trabajo. Tenemos muchas más personas que han quedado aún más arruinadas. Además, ha bajado en 30 años la edad de las personas que piden, antes eran personas de 60 o 70 años y ahora vienen ha pedir alguna ayuda familias en las que la pareja tiene 30 o 40. No es que haya más pobreza, es que ahora hay aún más pobres todavía.

P.: Hace casi 30 años había en televisión un programa que usted seguro recuerda, de Fernando García Tola, “Si yo fuera presidente”. ¿Qué haría el Padre Ángel con el virus si fuera presidente?

R.: Estar mucho tiempo de rodillas. Por lo demás, quizás haría lo que han hecho todos, pero yo, por mi educación, estaría más tiempo de rodillas del que estoy ahora.

P.: La última. ¿Cuánto hace que no se toma unos culines de sidra en Mieres?

R.: Mucho, mucho tiempo hace. Demasiado.

P.: ¿Y cuando va a poder poner remedio a eso?

R.: Pues yo creo que en unos meses esto se va a acabar. Tenemos que tener confianza. En los meses de junio y julio yo creo que estábamos en una buena situación pero no hemos cumplido, ni unos ni otros. A veces echamos la culpa solo a los gobernantes, pero nos la tenemos que echar a todos. Todos creímos que se había terminado pero nos equivocamos. Creo que esta segunda ola nos ha enseñado a que hay que cuidarse, respetar a los demás y cambiar algunas costumbres. Ahora para tomar un culín de sidra, en vez de beber todos con el mismo vaso pues beberemos cada uno en en el suyo. Pero no pasa nada, son culturas distintas, lo importante es que podamos beber sidra aunque sea en vasos distintos (Risas).

Sobre el autor:

Antonio Castillejo

Antonio Castillejo

Antonio Castillejo es abogado y periodista. Comenzó su carrera profesional en la Agencia Fax Press dirigida entonces por su fundador, Manu Leguineche, en la que se mantuvo hasta su desaparición en 2009. Especializado en información cultural y de viajes, desde entonces ha trabajado en numerosos medios de prensa, radio y televisión. Actualmente volcado con los mayores en 65Ymás desde su nacimiento.

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