El motivo por el que ya no hay huevos blancos en los supermercados

El precio de los huevos vuelve a subir en España, presionado por los mayores costes de producción y los brotes de gripe aviar que afectan a granjas europeas. Pero, más allá del encarecimiento, persiste una duda entre los consumidores: ¿por qué en España casi no se encuentran huevos blancos, que son habituales en otros países?

La respuesta no está en la calidad ni en el valor nutricional, sino en la tradición y la percepción cultural. Durante décadas, los huevos marrones se asociaron en España a lo natural y “de campo”, mientras que los blancos se vincularon a la producción industrial. “La diferencia es puramente cultural”, recordaba en 2019 Mar Fernández, entonces directora de Inprovo. Esa idea acabó condicionando los hábitos de compra y consolidó el dominio del huevo marrón en los supermercados, a diferencia de países como Estados Unidos o México, donde predominan los blancos.

En realidad, solo la genética determina el color de la cáscara: razas como la Leghorn ponen huevos blancos, mientras que gallinas de plumaje rojizo producen marrones. Según la OCU, el color no influye en la calidad, el sabor ni la composición. Otros factores -como el tamaño o el tono de la yema- dependen de la edad y la alimentación del ave.

Pese a que las gallinas que ponen huevos blancos suelen ser más eficientes, en España su producción se destina sobre todo a la industria alimentaria, donde el color no importa. Los marrones, en cambio, son los que llegan al consumidor final.

En conclusión, no hay huevos mejores o peores por su color. Las diferencias reales están en el tipo de cría -ecológica, campera, en suelo o en jaula-, no en la cáscara. El predominio del marrón es, simplemente, una cuestión de costumbre.