Sociedad

Las personas egoístas prefieren parejas que también lo sean

65ymás

Sábado 12 de agosto de 2023

5 minutos

Castigan la generosidad

Las personas egoístas prefieren parejas que también lo sean
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Sábado 12 de agosto de 2023

5 minutos

Una nueva investigación demuestra que el comportamiento propio de una persona es el principal impulsor de cómo trata a los demás. Las personas generosas tienden a recompensar el comportamiento generoso y las egoístas suelen castigar la generosidad y recompensar el egoísmo, incluso cuando les cuesta personalmente.

Según el estudio, publicado en la revista Cognitive Science, los actos generosos o egoístas de una persona tienen más peso que las actitudes y comportamientos de los demás.

Según Paul Bogdan, doctorando de la Universidad de Illinois Urbana-Champaign (Estados Unidos) que dirigió la investigación en el Instituto Beckman de Ciencia y Tecnología Avanzadas con los profesores de psicología de la Universidad de Illinois Florin Dolcos y Sanda Dolcos, investigaciones anteriores sobre este ámbito del comportamiento humano sugerían que las normas sociales son el principal factor que guía la toma de decisiones de una persona en situaciones competitivas.

"La opinión predominante antes de este estudio era que los individuos se forman expectativas basadas en lo que consideran típico. Si todo el mundo a mi alrededor es egoísta, aprenderé a aceptar el egoísmo y a comportarme en consecuencia –afirma Bogdan–, pero demostramos que tus juicios sobre el comportamiento de los demás dependen realmente de cómo te comportes tú mismo".

Para probar los factores que guían las expectativas e impulsan el comportamiento, los investigadores realizaron una serie de experimentos con el Juego del Ultimátum, que capta cómo responde un individuo a las ofertas de otro jugador que le propone repartirse un bote de dinero.

 

Las personas egoístas prefieren parejas egoístas y castigan la generosidad, y viceversa

 

El juego requiere que el proponente sugiera cuánto recibe cada persona de un bote de 10 dólares. El receptor debe decidir si acepta el reparto o lo rechaza. Si se rechaza la oferta, ninguno de los participantes recibe dinero. Según los investigadores, el rechazo puede considerarse una forma de castigo, aunque cueste a ambos jugadores.

Algunas personas tienden a ser generosas –o al menos justas– cuando ofrecen a otra persona una parte de una recompensa de 10 dólares. Otros intentan llevarse todo el dinero que pueden, ofreciendo repartos desiguales que les benefician a ellos mismos a expensas de sus competidores.

Los investigadores descubrieron que, cuando reciben una oferta, las personas generosas tienden a aceptar sólo ofertas generosas, mientras que las egoístas se conforman con ofertas egoístas, incluso cuando el egoísmo del otro jugador les perjudica económicamente.

Hacer que los jugadores cambiaran entre recibir y proponer ofertas permitió al equipo explorar la relación entre el comportamiento egoísta o generoso de un jugador y su evaluación de las ofertas de otros jugadores.

Otros experimentos demostraron que los individuos generosos y egoístas tienden a confiar en otros que se comportan como ellos, independientemente del resultado económico.

"Los participantes ganarán más dinero con una persona generosa, pero una persona egoísta preferirá jugar con alguien que se comporte como ella --revela Bogdan--. A la gente le gustan mucho los que se parecen a sí mismos, hasta un grado escandaloso".

El equipo también evaluó los datos de un estudio transcultural anterior que descubrió que los individuos a veces castigan a otros por su egoísmo o por su generosidad en un juego colaborativo que implica compartir recursos.

Comprobaron que, a la hora de decidir si castigar o no a los demás y en qué medida, los participantes se guiaban principalmente por su propio comportamiento y menos por la presión de conformarse. Las personas que se comportaban con generosidad tendían a castigar el egoísmo y las que anteponían su propio bienestar eran mucho más propensas a castigar la generosidad, incluso en situaciones en las que un enfoque era más común que el otro.

Según Florin Dolcos, las normas culturales sobre el egoísmo o la generosidad influyen en las personas, como han demostrado otros estudios. "Pero no somos sólo observadores. Este estudio demuestra que filtramos la información sobre el mundo a través de nuestra propia visión", apunta.

El equipo descubrió que los individuos cuyo comportamiento cambiaba de generoso a egoísta con el tiempo eran más propensos a castigar la generosidad y recompensar el egoísmo, pero sólo después de que cambiara su propio comportamiento.

"Esto ayuda a explicar el fenómeno de la alineación social, para bien y para mal --subraya Florin Dolcos--. Puede haber grupos de personas egoístas que acepten mejor a otras personas egoístas, y para formar parte de ese grupo, los recién llegados pueden mostrar el mismo comportamiento".

En última instancia, el estudio concluye que la generosidad o el egoísmo de una persona pueden influir en su comportamiento. "No se trata sólo de la toma de decisiones --indica--. Tiene relevancia práctica para muchos tipos de interacciones sociales y evaluaciones sociales".

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