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Los brotes de contagio de coronavirus de mayor tamaño siguen ocurriendo en las residencias de mayores. Así fue durante la primera ola, en la que se estima que fallecieron más de 20.000 residentes, y así vuelve a ser este otoño, pese a los diferentes planes de contingencia que se han puesto en práctica en estos centros.
De los 1.353 brotes notificados en la última semana, con 9.709 casos asociados, 124 han ocurrido en residencias, afectando a un total de 1.765 personas, tal y como se desprende del informe sobre la situación de la pandemia del Covid-19 que publicaba el viernes el Ministerio de Sanidad.
A nivel general, los casos asociados a brotes en las últimas semanas suponen el 8,6% de todos los casos notificados, con gran variabilidad entre comunidades y ciudades autónomas (2,2% al 41%). Además, y aunque el 80,2% de los brotes son de pequeña magnitud, con menos de 10 casos, los brotes de mayor tamaño continúan ocurriendo en residencias de mayores, algunos con más de 100 casos y con una medida de 14,2 casos por brote.
Simón asegura que la letalidad es mucho menor que antes
Preguntado por estos preocupantes datos, el director del Centro de Alertas y Emergencias Sanitarias del Ministerio de Sanidad, Fernando Simón, considera que es normal que el aumento de contagios en el país haya llegado a estos centros, pero destaca que "tanto la letalidad como el número de caso es menor al que observábamos antes [en la primera ola]".
"Es cierto que los casos de Covid-19 en las residencias se están incrementando, pero la situación no tiene nada que ver con la primera ola, ya que las residencias están mucho mejor preparadas. Además, la letalidad es mucho menor que antes", comentaba Simón este lunes en una entrevista en TVE.
Durante su comparecencia en rueda de prensa del pasado jueves, a pregunta de 65Ymás, Simón señalaba que las personas mayores no pueden estar aisladas: "El aislamiento social es tan grave, duro y contraproducente para su salud como puede ser el coronavirus Obviamente tendremos que extremar las precauciones, pero desde luego lo que no podemos es apartar del mundo a nuestros mayores".
"Después de lo que se vivió en la primera ola con nuestros mayores y de forma más clara con los que vivían en residencias, nadie en su sano juicio minimizaría los riesgos posibles en estos grupos poblacionales. Toda la actividad y todas las recomendaciones y la prudencia que tenemos que tener de cara a la Navidad se tendrá que trasladar de cara a las residencias de ancianos", agregó.
Las reclamaciones de médicos y geriatras
La semana pasada, el Consejo General de Colegios Oficiales de Médicos (CGCOM), publicaba un informe en el que reivindicaba que "es urgente" la necesidad de abordar una agenda de mejora de la atención sanitaria en las residencias de mayores y centros sociosanitarios. Al mismo tiempo señalaban como "imprescindible" una "coordinación constante e inmediata" con el sistema sanitario.
"El elevado número de fallecimientos registrados ha obligado a los diversos sistemas sanitarios a revisar la actividad asistencial y de cuidados prestada en condiciones normales y la existencia de estrategias de intervención rápida con unos planes nacionales dirigidos a minimizar efectos en situaciones como la actual pandemia. En España, se ha puesto en evidencia, de nuevo, una necesidad crónica y urgente de coordinación entre los ámbitos sanitario y social, así como la gran variabilidad de respuestas entre las comunidades autónomas (y dentro de ellas)", señalan.
Por su parte, la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG) también ha enviado recientemente a la Secretaría de Estado de Derechos Sociales una lista de diez propuestas para afrontar esta segunda ola de coronavirus en las residencias. Indicar claramente el intervalo mínimo de tiempo para hacer test diagnósticos, establecer las reservas estratégicas mínimas de equipos de protección individual que debería tener cada residencia, hacer públicos los planes de contingencia y que estos recojan de forma clara los planes que se pondrán en marcha durante los periodos de confinamiento de los residentes para paliar los efectos del aislamiento, son algunas de estas recomendaciones.
Los geriatras también reclaman incrementar el número de recursos humanos, categorizar y hacer públicos los tipos de centro en cada territorio, que los centros que no puedan aislar a personas con la infección tengan claramente establecidos los centros de derivación, hacer obligatoria la formación en la correcta utilización de equipos de protección individual y circuitos de aislamiento, incluir las derivaciones que se han producido al hospital y los contactos/residente que se han tenido con las familias y que cuando un centro residencial llegue a una situación crítica, se debe establecer que el soporte de personal debe prestarse desde el hospital.
Más de 20.000 muertos durante la primera ola
Durante la primera ola de la pandemia, un total de 20.268 personas mayores fallecieron en las residencias, según el borrador de un informe publicado por la Secretaría de Estado de Derechos Sociales, dependiente del Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030. De los 20.268 fallecidos, el 51% (10.364 fallecimientos) estaban confirmados mediante prueba o análisis serológico, mientras que 9.904 fallecimientos se notificaron como "con síntomas compatibles" con la Covid.
El estudio también estima como "plausible" un rango entre el 47% y el 50% de afectación en residencias respecto al total de fallecimientos por la enfermedad. Este dato situaría el caso español "en unos parámetros intermedios", similares a los de Irlanda del Norte (52%), Francia (49%), Israel (45%) o Suecia (47%); por debajo de Bélgica (64%), Irlanda (63%) o Canadá (85%) y por encima de Reino Unido (41%), Portugal (40%) o Alemania (39%).
Por otro lado, el informe identifica una treintena de factores que estuvieron presentes y que interactuaron en lo que califica como una "tormenta perfecta", como la alta contagiosidad o el desconocimiento sobre muchos aspectos de la enfermedad. En este sentido, señala que cuando se adoptaron oficialmente medidas de limitación de visitas y salidas en las residencias (entre el 12 y el 18 de marzo dependiendo de territorios), "el patógeno ya se había introducido en muchos centros".
Otros factores que enumera el documento son: la morbilidad, la edad avanzada, los problemas neurodegenerativos o los negativos efectos del aislamiento en los residentes. En este sentido, los autores del estudio aconsejan que la aplicación de medidas de confinamiento solo se mantengan "por el tiempo que sea estrictamente necesario".
Además, el estudio señala que existió ausencia de planes de contingencia en la primera ola, que se partía de "ratios insuficientes" de personal, que las residencias no contaban con personal sanitario "suficientemente entrenado" y que hubo "falta de apoyos psicológicos" tanto para el personal como para los residentes y sus familias. Igualmente, constata que hubo una "enorme dificultad" de acceso a pruebas diagnósticas y reconoce que "la desconexión de las residencias con el sistema sanitario pudo provocar inasistencias en los momentos finales" de la vida.