Porqué

¿Por qué la comida de los aviones nos sabe tan mal?

Viernes 13 de diciembre de 2019

ACTUALIZADO : Viernes 13 de diciembre de 2019 a las 6:45 H

3 minutos

Las condiciones atmosféricas es una de las principales razones que afecta al sabor de la comida

La comida en los aviones (Bigstock)

Viernes 13 de diciembre de 2019

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Aunque casi todas las bandejas de las comidas precocinadas de los aviones vuelven a cabina vacías, la mayoría sabemos que no es por (buen) gusto por lo que las devoramos. El hambre y, sobre todo, el aburrimiento hacen que nos comamos hasta la última miga de ese pequeño mendrugo de pan gomoso envuelto en plástico.

Entendemos que cocinar un catering para miles de personas, transportarlo refrigerado y servirlo recalentado a 10.000 metros de altura no son las condiciones idóneas para conseguir un sabroso, apetecible y nutritivo menú del día. Sin embargo, no todo es culpa de las aerolíneas. Te sorprenderá saber que hay otros muchos factores que influyen en el sabor de estos alimentos. Según un estudio publicado en el International Journal of Gastronomy and Food Science, muchos de estos factores están relacionados con nuestras propias capacidades para percibir los sabores en las condiciones ambientales extremas que se dan en un vuelo.

La comida en los aviones (Bigstock)

El sabor en las alturas

Además de las obvias, hay otras muchas razones que afectan al sabor de lo que comemos durante nuestros viajes en avión, y no todas tienen que ver con la calidad de la propia comida. Repasamos todas ellas. 

  • Las normas de seguridad alimentaria exigen que la comida llegue al avión refrigerada y que se mantenga así hasta el momento justo en que se tenga que servir. La única forma segura de poder calentar la comida en los aviones es a través de hornos de calor seco. Estos cambios bruscos de temperatura en tiempos tan cortos no son de gran ayuda.
  • El cambio de presión y la baja humedad que se da en el interior del avión afecta a nuestra capacidad para percibir los olores y, por tanto, nos dificulta también la capacidad de percibir el sabor de los alimentos. La sequedad que se produce en nuestra mucosa nasal es la responsable de que dejemos de percibir algunos sabores de los alimentos o de que percibamos otros con más intensidad, como el sabor umami presente en los tomates.
  • Esta misma razón puede hacer que las recetas sean modificadas con un incremento de la sal, el azúcar u otras especias para contrarrestar la pérdida del sabor de los pasajeros.
  • Todos sabemos que comer en envases y con cubiertos de plástico u otros materiales livianos no es lo mismo que hacerlo con unos cubiertos normales; y, obviamente, esto también influye.

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