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Los hombres prefieren quedarse atrapados en un atasco que hablar de la salud de su próstata

Patricia Matey

Foto: Bigstock

Jueves 18 de diciembre de 2025

10 minutos

Esta reticencia generalizada a menudo lleva a un retraso en el diagnóstico y terapia de afecciones

Los hombres prefieren quedarse atrapados en un atasco que hablar de la salud de su próstata. (Bigstock)
Patricia Matey

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Hablar de la frecuencia con la que uno tiene que levantarse por la noche para ir al baño probablemente no sea el tema más atractivo. Pero hay una razón mucho más importante por la que a los hombres no les gusta charlar de afecciones de la próstata. Y esto es una auténtica realidad. Una nueva encuesta de Orlando Health revela que más de un tercio de los hombres (38%) prefieren soportar situaciones estresantes, como ver a su equipo perder un partido importante o quedarse atascado en el tráfico, antes que hablar sobre la salud de su próstata. Esta reticencia generalizada a abordar un problema de salud común a menudo lleva a un retraso en el diagnóstico y tratamiento de afecciones como el agrandamiento de próstata.

"La próstata es una glándula que rodea la uretra y, a medida que envejecemos, tendemos a agrandarla", explica el Dr. Jay Amin, urólogo de Orlando Health, en un comunicado. E insiste: "Esto puede deberse a la genética o a cómo la próstata crece en relación con ciertas hormonas del cuerpo".

Síntomas

Síntomas como la frecuencia urinaria, la urgencia o la dificultad para orinar pueden indicar un problema, especialmente si el varón se levanta más de dos veces por noche. Si bien todos ellos pueden afectar significativamente la calidad de vida de un hombre, muchos dudan en hablar de ellos con su médico.

En declaraciones a este diario, el Dr. François Peinado Ibarra, Jefe del Servicio de Urología Hospital Ruber Juan Bravo, 39 (Madrid) y profesor de Urología de la Universidad Europea, comenta: "Me parece que la encuesta está bien fundamentada y todo lo que comenta es real. Y los datos son totalmente extrapolables a nuestra población, es decir, los problemas de próstata son uno los principales problemas de los hombres a medida que envejecen dado que la próstata va creciendo con la edad y cuanto más mayor, mayor es el tamaño de la misma y mayor la repercusión que tiene sobre el tracto urinario inferior. Y todo con síntomas como son la urgencia miccional, el aumento de la frecuencia miccional ,y todo el cortejo típico de esos síntomas, como también pueden ser el chorro, urinario débil y el goteo después de la micción".

Una amenaza a la identidad masculina

El psicólogo Manuel Nevado Rey, del Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid, se muestra de la misma opinión: "La encuesta pone de relieve la resistencia de muchos hombres a expresar malestar físico y a solicitar ayuda sanitaria, especialmente cuando el problema afecta a áreas íntimas o simbólicamente vinculadas a la masculinidad. Diversos modelos explicativos —como el modelo de creencias en salud y la teoría de las normas de género— señalan que muchos varones han sido socializados en valores de autosuficiencia, control y tolerancia al malestar. En este marco, verbalizar síntomas urinarios o prostáticos puede vivirse como una amenaza a la identidad masculina, asociándose erróneamente a debilidad, envejecimiento o pérdida de funcionalidad. Esta vivencia subjetiva favorece estrategias de evitación y minimización del problema, incluso cuando el impacto en la calidad de vida es objetivamente elevado".

Agrandamiento de la próstata

El Dr. Amin recuerda que "el agrandamiento de próstata afecta aproximadamente al 60% de los hombres a los 60 años, y llega al 80% a los 80. Muchos prueban diferentes medicamentos o terapias mínimamente invasivas para aliviar sus síntomas urinarios, pero el alivio es a corto plazo. Ahora podemos ofrecer un procedimiento que rara vez requiere repetirse; sólo alrededor del 1% de los pacientes necesita otro tratamiento, incluso después de 20 años".

 

El Dr. Amin muestra la imagen de alargamiento de próstata al paciente Golden. (Orlando Health)

Jay Amin doctor en medicina de Orlando Health, demuestra cómo el agrandamiento de próstata afecta la vejiga (Orlando Health).

 

El procedimiento HoLEP (enucleación prostática con láser de holmio) es mínimamente invasivo y se realiza a través de la uretra, lo que significa que no se realizan cortes externos y el dolor es mínimo. Las molestias suelen provenir del catéter, que se retira en 24 horas. La mayoría de los pacientes pueden reanudar sus actividades ligeras en una semana y retomar su actividad física normal a las tres semanas.

"Como cirujano, no me gusta realizar un procedimiento si solo puedo prometer una pequeña probabilidad de mejora. De todos los procedimientos que realizo, este es, sin duda, el más gratificante porque todos quedan satisfechos. Tengo un paciente que estuvo 19 meses con catéter y ahora vuelve a orinar", documenta. 

Un caso 

A los 50 años, el corredor de maratón Chris Golden vio cómo su salud urinaria se deterioraba, lo que afectó su afición, su trabajo, su sueño y su rutina diaria en general, incluso después de reducir el consumo de refrescos por si le irritaba la vejiga. "Tenía que preocuparme constantemente por dónde estaba el baño, porque si tenía ganas de ir, tenía que ir pronto. Luego, una vez que llegaba al baño, a menudo esperaba en el urinario mientras los hombres a mi alrededor terminaban en dos segundos y yo esperaba dos minutos", recuerda Golden.

Tras una derivación al Dr. Amin y pruebas que confirmaron un agrandamiento de próstata, Chris se sometió al procedimiento HoLEP. Tras una noche de hospitalización y unas semanas de recuperación, Chris reanudó sus actividades normales sin urgencia.

“Estoy muy contento de haberlo hecho, y la gente definitivamente notará una mejora en sus hábitos urinarios. Mi flujo ahora es como cuando tenía veintitantos. Los hombres deberían consultar sus síntomas con su médico, porque ¿quién quiere estar en el baño constantemente?”, documenta. 

 

 El corredor de maratón Chris Golden (Orlando Health)

El corredor de maratón Chris Golden y paciente (Orlando Health).

 

El Dr. Amin asegura a hombres de entre 40 y 80 años que es posible mejorar su calidad de vida después de un agrandamiento de próstata, y los anima a hablar sobre sus problemas urinarios con su médico.

Cuándo ir al especialista 

"A muchos hombres este tema les ahoga mucho. les da reparo acudir al médico o al urólogo en especial porque temen a algunas de las pruebas que se puedan practicar como son el tacto rectal porque para ellos es una prueba que es, en muchos casos, horrible, molesta y dolorosa. Aunque hoy en día se realizan cada vez menos, porque tenemos muchas otras pruebas mucho más avanzadas, como son analíticas mucho más precisas o pruebas, como son las resonancia multiparamétrica de próstata, que permite un estudio muy en profundidad de la glándula”, apunta el Dr. Peinado. 

El experto reconoce que el varón “debería acudir al especialista o al urólogo, por lo general, a partir de los 50 años o cuando empieza a tener síntomas, como son el aumento de la frecuencia, miccional, levantarse varias veces por la noche, chorro urinario, débil, sangrado al orinar, o si tiene antecedentes familiares de cáncer de próstata, como son padres o hermanos y en este último caso caso debería acudir incluso antes al urólogo”. 

De cualquier forma, "la prevención es la mejor forma de evitar que muchos de estos síntomas progresen, puesto que hay fármacos muy eficaces al principio que mejoran la calidad de la micción, y si éstos no son eficaces, entonces se debe plantear la cirugía. Hoy en día la cirugía mediante enucleación láser de la próstata cuenta con altos índices de satisfacción y buenos resultados y se ha convertido en la mejor opción de tratamiento quirúrgico para los hombres con síntomas de hiperplasia benigna de próstata", apostilla.

Las explicaciones psicológicas

El psicólogo Nevado recuerda: “Diversos modelos explicativos —como el modelo de creencias en salud y la teoría de las normas de género— señalan que muchos varones han sido socializados en valores de autosuficiencia, control y tolerancia al malestar. Como hemos mencionado antes, en este marco, verbalizar síntomas urinarios o prostáticos puede vivirse como una amenaza a la identidad masculina, asociándose erróneamente a debilidad, envejecimiento o pérdida de funcionalidad. Esta vivencia subjetiva favorece estrategias de evitación y minimización del problema, incluso cuando el impacto en la calidad de vida es objetivamente elevado".

Luego está también "un componente emocional relevante: la dificultad para identificar y comunicar estados internos, más prevalente en hombres según algunos estudios, lo que complica la traducción del malestar corporal en una demanda explícita de ayuda. El estrés crónico derivado de síntomas persistentes —como la urgencia urinaria o la alteración del sueño— puede normalizarse progresivamente, reforzando la idea de que es algo con lo que hay que convivir”, documenta. 

Desde la psicología “es preocupante que esta reticencia conduzca al retraso diagnóstico y terapéutico, aumentando el sufrimiento y la interferencia funcional. La evidencia muestra que la psicoeducación, el mensaje normalizador (“le ocurre a la mayoría de los hombres con la edad”) y la implicación activa de los profesionales sanitarios en la detección precoz son estrategias eficaces para reducir estas barreras psicológicas.

Por último, "estamos ante un patrón psicológico y sociocultural más amplio: la dificultad de muchos hombres para priorizar su autocuidado. Abordar esta cuestión requiere no solo avances médicos, sino también un cambio en el discurso social y sanitario que legitime el malestar, fomente la consulta temprana y entienda la salud masculina como un proceso integral, donde pedir ayuda es un acto de responsabilidad, no de debilidad!", aclara el psicólogo Nevado.

Sobre el autor:

Patricia Matey

Patricia Matey

Licenciada en Ciencias de la Información (Universidad Complutense de Madrid. 1986-1991), es periodista especializada en información de salud, medicina y biociencia desde hace 33 años. Durante todo este tiempo ha desarrollado su profesión primero en el suplemento SALUD de EL MUNDO (22 años), luego como coordinadora de los portales digitales Psiquiatría Infantil y Sexualidad en el mismo diario. Ha colaborado en distintos medios como El País, La Joya. la revista LVR, Muy Interesante, Cambio 16, Indagando TV o El Confidencial. En este último ejerció de jefa de sección de Alimente durante cuatro años. Su trayectoria ha sido reconocida con los premios de periodismo de la Sociedad Española de Oncología Médica, premio Boehringer-Ingelheim, premio de la Asociación Española de Derecho Farmacéutico, premio Salud de la Mujer, premio de Comunicación del Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid o Premio de Periodismo de Pfizer. Actualmente es la responsable de la sección Cuídate+ sobre longevidad saludable de 65YMÁS.

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