
Descubren un nuevo motivo para mantener la salud de la microbiota
Por primera vez se demuestra que las bacterias intestinales contribuyen al envejecimiento vascular

Las enfermedades cardiovasculares son la causa más común de muerte en todo el mundo. Incluso si se tratan factores de riesgo tradicionales conocidos, como la diabetes o la hipertensión, la enfermedad empeora en la mitad de los casos, especialmente en pacientes mayores. Investigadores de la Universidad de Zurich (UZH Alemania) han demostrado, por primera vez, que las bacterias intestinales y sus metabolitos pueden acelerar el envejecimiento de los vasos sanguíneos y desencadenar enfermedades cardiovasculares. Los hallazgos se publican en 'Nature Aging',
El cuerpo humano está formado por entre 30 y 100 billones de bacterias que residen en nuestros órganos. El 90% de estas bacterias viven en el intestino, procesando los alimentos que comemos y convirtiéndolos en productos metabólicos que, a su vez, afectan a nuestro cuerpo.
"La mitad de estas sustancias aún no han sido reconocidas", ha afirmado en un comunicado Soheil Saeedi. Su grupo de investigación en el Centro de Cardiología Traslacional y Experimental de la UZH está investigando cómo cambia la composición de la microbiota con la edad y si esto afecta al sistema cardiovascular.
Con más de 7.000 personas
Utilizando datos de más de 7.000 individuos sanos de edades comprendidas entre 18 y 95 años, así como un modelo de ratón de envejecimiento cronológico, los investigadores han descubierto que el producto de degradación del aminoácido fenilalanina (ácido fenilacético) se acumula con la edad.
En varias series de experimentos, el equipo de Saeedi ha demostraso que el ácido fenilacético conduce a la senescencia de las células endoteliales, en la cual las células que recubren el interior de los vasos sanguíneos no proliferan, secretan moléculas inflamatorias y exhiben un fenotipo de envejecimiento. Como resultado, los vasos se endurecen y su función se ve afectada.
La bacteria responsable
Al realizar un análisis bioinformático exhaustivo del microbioma de ratones y humanos, los investigadores pudieron identificar la bacteria 'Clostridium sp.ASF356' que puede procesar la fenilalanina en ácido fenilacético. Cuando los investigadores colonizaron ratones jóvenes con esta bacteria, posteriormente mostraron mayores niveles de ácido fenilacético y signos de envejecimiento vascular.

Sin embargo, cuando las bacterias fueron eliminadas con antibióticos, la concentración de ácido fenilacético en el cuerpo disminuyó. "De esta forma pudimos demostrar que las bacterias intestinales son responsables del aumento de los niveles", ha explicado Saeedi.
La fuente de la juventud del propio cuerpo
Sin embargo, el microbioma del intestino también produce sustancias que son beneficiosas para la salud vascular. Los ácidos grasos de cadena corta, como el acetato, que se producen por fermentación de fibras dietéticas y polisacáridos en el intestino, actúan como agentes rejuvenecedores naturales.
El grupo de investigación utilizó experimentos 'in vitro' para demostrar que la adición de acetato de sodio puede restaurar la función de las células endoteliales vasculares envejecidas. Al analizar las bacterias intestinales, han descubrierto que la cantidad de bacterias que producen estos agentes rejuvenecedores disminuye con la edad.
"Por lo tanto, el proceso de envejecimiento del sistema cardiovascular puede regularse a través del microbioma", ha recordadoa Saeedi. El farmacólogo y su equipo investigan qué dieta influye positivamente en la compleja interacción entre bacterias y seres humanos. La fibra dietética y los alimentos con propiedades antioxidantes y antiinflamatorias refuerzan la propia 'fuente de la juventud' del organismo.
Por el contrario, se debe limitar el consumo de alimentos y bebidas ricos en fenilalanina, como la carne roja, los productos lácteos y ciertos edulcorantes artificiales, para retrasar el envejecimiento vascular. Los investigadores también están trabajando en formas de reducir el ácido fenilacético en el organismo mediante medicamentos. Los primeros intentos para frenar la formación de ácido fenilacético con la ayuda de bacterias modificadas genéticamente han sido prometedores.