A principios de los años 90, en plena crisis económica de 1993, fue el momento en que por primera vez empezamos a escuchar aquello la sostenibilidad de nuestro sistema público de pensiones peligraba. Hecho que hizo que el numero de suscriptores a los planes privados de pensiones se disparara.
A partir de entonces, y durante unos años, los fondos de pensiones tuvieron una evolución excelente: de los 317.777 partícipes con que comenzaban en el año 1989, llegaron a tener 10,83 millones de inversores al cierre del cuarto trimestre de 2010. Sin embargo, a partir de ese momento, este producto de ahorro para la jubilación comenzó a perder fuerza, y no ha dejado de perder adeptos.
De hecho, actualmente, y sobre todo a causa de la crisis económica que acarrea el Covid-19, los datos son bastante negativos. Ya a cierre del tercer trimestre de 2020 el número de tenedores de esta clase de productos había caído por debajo de los 9,5 millones, lo que supone una caída de 1,3 millones de inversores desde el año 2010, según datos de Inverco.
Esta caída afecta en mayor medida a los planes individuales, que retroceden desde los 8,6 millones de partícipes en que marcaron máximos hasta los 7,47 millones ahora, y también a los de empleo, aunque menos, dado que bajan desde los 2,179 millones de inversores hasta los 1,966 millones.
Existen varias razones por las que se está llevando a cabo esta baja de partícipes.
Como consecuencia de todo ello, los planes de pensiones han perdido gran parte del prestigio y de la demanda que a lo largo de los años habían logrado conseguir. Mientras el número de usuarios pertenecientes a los fondos de inversión no hace más que aumentar, el de los planes de pensiones está cayendo en picado.