
Lunes 5 de julio de 2021
2 minutos

Según la crónica de Beatriz Torija que ayer publicó este diario, los bancos ya tienen discurso para justificar su abandono de la España vaciada: don José María Roldán, presidente de la patronal de la Banca, dijo que si un pueblo podía vivir sin centro médico, también puede vivir sin oficina bancaria. El argumento es indiscutible. Si la salud es lo primero y el Estado no puede poner servicios médicos en cada municipio, es evidente que entidades privadas tampoco pueden mantener servicios financieros. Por la misma razón esos pueblos desatendidos dejaron de tener párroco. Y dejaron de tener escuelas. Y no es rentable poner a su disposición la banda ancha ni una buena cobertura de telefonía móvil. Lo malo es que, al carecer de todo eso, los jóvenes abandonan un territorio que se ha vuelto inhabitable. Al no haber jóvenes hay menos mano de obra. Al no haber mano de obra no hay quien limpie los ríos ni los montes. Al no limpiar los ríos desaparecen hasta sus cauces. Al no limpiar los montes cualquier descuido o cualquier rayo provoca un incendio. Y al final, los viejos que quedan se limitan a esperar que llegue su hora con algunas ventajas sobre los demás: no necesitan escuela, aprendieron a rezar sin cura y se arreglan sin Internet. No molestan, sus votos cada vez deciden menos porque también son menos y los poderes públicos se pueden permitir el lujo de olvidarlos. Es perfecto el diagnóstico del señor Roldán.