

Se habla y escribe mucho sobre los daños que el bloqueo de Occidente provocará a la economía rusa. A lo peor quienes hacen esos cálculos se quedaron con los ojos fijos en Putin y no miran a nuestros bolsillos. Sin necesidad de ningún bloqueo, la Bolsa se sigue hundiendo, se esfuman a diario miles de millones de euros, los pequeños accionistas pierden sus ahorros, los fondos privados de pensiones se devalúan y la experiencia dice que les cuesta infinito subir cuando la Bolsa retorna a la normalidad. El coste de la vida ya sabéis cómo está, pero por la guerra se nos dice que seguirá subiendo todo el año. El barril de petróleo anda por los 120 euros, cuando los Presupuestos del Estado prevén un precio de 68. La gasolina y el diésel están a un nivel nunca alcanzado y el gas ni os cuento. Pero, como la energía eléctrica se produce con gas, la luz sigue subiendo, aunque España no depende casi nada del gas ruso. Y lo malo es que parece que los molinillos eólicos y las placas solares funcionan también con gas, porque su coste cero de producción no logra una mínima rebaja. Así están las cosas, pero quien siga la actualidad obtendrá la impresión de que la eficacia del bloqueo de Occidente le está haciendo pagar a Putin y a Rusia un precio descomunal.