
Viernes 28 de junio de 2019
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Cataluña sufre un terrible incendio forestal. Cuando escribo estas líneas, más de 7.000 hectáreas han sido calcinadas. El paisaje que queda después del fuego invita a llorar. Siglos de construcción de bosques, destruidos en segundos por llamas que avanzan 15 metros por minuto. España se ha volcado en su ayuda, desde la Unidad Militar de Emergencias a las ofertas de otras regiones, como Extremadura. Y en medio de esa ola solidaria, un tonto contemporáneo, el conseller de Interior de la Generalitat llamado Buch, comenta así el auxilio de la UME: si el incendio fuese en el Ampurdán, nos ayudaría Francia; como es cerca del Estado español, recibimos la ayuda normal de un país vecino. La imbecilidad no tiene límites. Ni en medio de una catástrofe colosal.