¡Qué felicidad! ¡Qué poquito nos queda! Dentro de 20 días, la libertad. Podremos salir de casa sin problemas. Podremos viajar al pueblo. Podremos hacer vida social sin miedo a la llegada de los guardias. Volveremos a disfrutar de los atascos. Podremos olvidarnos del estado de alarma. Quien haya sobrevivido económicamente podrá disfrutar de su restaurante preferido. Será como el paraíso recuperado. ¿Y el virus?, se preguntará usted. Ay, el virus, ¿quién dijo virus? El señor presidente habló ayer de él como si hubiese pasado. Como si fuese el dragón y él, San Jorge disfrazado de Pedro Sánchez, lo hubiese atravesado con su lanza. Si hay un rebrote, será presentado como un pequeño incidente perfectamente localizado. Si hay varios rebrotes, se dirá que son pequeños incidentes perfectamente localizados, pero el país está limpio. Si por desgracia hay también un repunte de muertes, serán ancianitos que sufrían dolencias anteriores. El caso es dar por vencido al bicho, porque tienen que venir los turistas. Ganó la economía. No lo critico. Solo digo: si el virus anda todavía por ahí, cuídese, sígase cuidando usted.