¡Qué tristura! Estamos entrando en una crisis económica pavorosa, y el gobierno que tiene que suavizarla anda a gorrazos entre sus socios. Los inversores están agazapados a la espera de mejores tiempos, y a una parte de ese gobierno no se le ocurre otra cosa que espantarlos más creando inseguridad jurídica. Las cifras de paro ya crecieron en 600.000 personas y hay un millón de empleos en el aire, y para desanimar la contratación, no se les ocurre otra cosa que firmar un acuerdo para desmontar toda la legislación laboral. Y no en sus aspectos “más lesivos”, como se dijo hasta ahora, sino que sería un desmontaje íntegro, total. El señor Sánchez había prometido que jamás pactaría con Bildu, y hoy ve devaluado el valor de su palabra. Una de las mejores perspectivas que teníamos en el país era el diálogo social, y los empresarios, naturalmente, lo dan por roto y también queda tocada la Comisión de Reconstrucción. El balance de un día aciago es: inseguridad jurídica, conflictos en el gobierno, mayoría inestable, desconcierto, desconfianza, incapacidad ante la crisis. Como en aquella película, hay que preguntarse qué hemos hecho para merecer esto.