

Los sénior, de invisibles a imprescindibles
Francisco MesoneroFoto: BigStock
Jueves 1 de mayo de 2025
3 minutos

Foto: BigStock
Jueves 1 de mayo de 2025
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Talento sénior: perfil, características y retos de una fuerza laboral estratégica
Durante años, el mercado laboral ha relegado a los profesionales sénior a un plano de invisibilidad, en medio de prejuicios que asocian la edad con obsolescencia y escaso dinamismo. Sin embargo, en un contexto de transformación constante y envejecimiento demográfico, este talento experimentado ha de protagonizar un auténtico renacimiento. Una nueva etapa en la que, lejos de ser contemplados como perfiles en retirada, emerjan como un activo estratégico para la competitividad empresarial y la sostenibilidad del país.
Hoy, quienes superan los 50 años, y muy lejos de representar perfiles obsoletos, aportan un valor diferencial que difícilmente puede replicarse. Porque si bien la madurez profesional no se mide únicamente en años, es evidente que el paso del tiempo favorece el desarrollo de competencias como la anticipación de riesgos, la gestión serena de crisis o el pensamiento crítico, que hoy son claves para cualquier organización. Es, por tanto, urgente desterrar de forma definitiva los prejuicios y replantear los paradigmas tradicionales del talento sénior. Máxime teniendo en cuenta el aumento progresivo de la edad de jubilación y el peso creciente de las personas mayores de 50 años en el mercado laboral, en un contexto de envejecimiento, en el que ya suponen el 35% de la población activa, según la última EPA.
Activación del talento sénior
Sin embargo, a la luz de las cifras oficiales, los profesionales sénior siguen afrontando grandes dificultades de acceso al empleo: el 55% de las personas mayores de 50 años que buscan trabajo lleva más de un año en situación de desempleo, frente al 38 % de media general. Esta brecha no puede atribuirse únicamente a una supuesta falta de motivación o actualización, sino que responde, en gran medida, a barreras estructurales persistentes, alimentadas por estereotipos y resistencias que hoy carecen de fundamento. Por supuesto, es fundamental incrementar la confianza de las personas sénior y garantizar su compromiso activo. Su papel no puede ser pasivo. La apuesta por la formación continua, la digitalización y la actualización de habilidades debe convertirse en un eje central de su trayectoria profesional. Afortunadamente, cada vez son más las personas sénior que ya lo entienden así.
En definitiva, la activación del talento sénior requiere un compromiso sostenido por parte de todos los actores sociales, comenzando por la implicación activa de los propios profesionales y contando, de forma decisiva, con la responsabilidad de las Administraciones Públicas y del tejido empresarial. Es imprescindible generar un ecosistema propicio que permita desplegar todo el potencial de las personas sénior, a través de políticas activas de empleo orientadas a la recualificación y adaptación a los nuevos nichos de actividad, así como mediante estrategias de colaboración público-privada que faciliten el acompañamiento, la orientación y la inclusión laboral. En paralelo, las empresas deben avanzar hacia la creación de entornos laborales verdaderamente age friendly, impulsando la convivencia intergeneracional y promoviendo iniciativas de reskilling y upskilling que permitan activar y aprovechar plenamente el potencial del talento sénior.
Solo si dejamos de mirar la edad como un límite y empezamos a verla como un valor, estaremos construyendo un mercado laboral más justo, competitivo y acorde a los desafíos del siglo XXI.