 
     
    Del envejecimiento activo al inclusivo
Francisco MesoneroViernes 31 de octubre de 2025
4 minutos
 
    Viernes 31 de octubre de 2025
4 minutos
Cada trimestre, la Encuesta de Población Activa (EPA) confirma un fenómeno que ya es estructural: la fuerza laboral española envejece. Hoy, un 35% de las personas trabajadoras tiene más de 50 años, y el empleo sénior crece el doble de rápido que el total. Así, en el último año, el número de ocupados mayores de 50 años ha aumentado un 5% interanual, frente al 2,5% del conjunto de trabajadores. Este crecimiento responde, sobre todo, al envejecimiento natural de la población activa y al retraso progresivo de la edad de jubilación, más que a una transformación profunda en las políticas de inclusión laboral.
En definitiva, España tiene más trabajadores mayores porque, sencillamente, tiene más población mayor.
Desde Fundación Adecco (@adecco_fundac) entendemos que el envejecimiento del empleo no es en sí un problema, pero sí plantea importantes desafíos. Un mercado laboral con mayor presencia de profesionales veteranos necesita políticas de aprendizaje permanente, una actualización digital continua y modelos de gestión del talento intergeneracional que valoren la experiencia como un activo estratégico, desterrando cualquier forma de edadismo.
No en vano, el papel de los sénior es ya determinante. Casi 7 de cada 10 nuevos empleos creados en el último año han sido ocupados por personas de 50 años o más. Este dato refleja su creciente protagonismo, pero también exige cautela: buena parte de estos empleos responde a la necesidad de prolongar la vida laboral ante pensiones insuficientes o trayectorias contributivas incompletas, más que a una incorporación voluntaria o a un reconocimiento real de su valor profesional.
El paro sénior mejora menos que el general
Además, hay que tener en cuenta que el paro sénior mejora menos que el general. Mientras el desempleo total se reduce un 5,4%, entre los mayores de 50 años solo baja un 4,2%. Además, más de la mitad de los desempleados sénior lleva más de un año buscando trabajo, frente al 34% de media nacional. Esta cronificación del desempleo evidencia la urgencia de políticas activas de empleo específicas, centradas en la recualificación y la adaptación del talento sénior a los sectores emergentes, especialmente los vinculados a la digitalización y la transición verde.
A esta realidad se suma un obstáculo persistente: la edad sigue siendo un factor de exclusión laboral. Los prejuicios sobre la productividad, la capacidad de aprendizaje o la adaptación al cambio continúan limitando las oportunidades de los mayores de 50. A estos factores externos se añaden otros internos, como la pérdida de confianza, la obsolescencia de competencias o la menor movilidad geográfica y sectorial, que dificultan la reinserción.
La brecha de género agrava el diagnóstico. Las mujeres mayores de 50 años representan el 59% del total de desempleados sénior, frente al 55% del conjunto de desempleadas. A medida que avanzan en su carrera, sus dificultades para acceder o mantener un empleo se intensifican, reflejando la acumulación de desigualdades estructurales en participación, estabilidad y promoción profesional.
Por todo ello, España necesita avanzar del envejecimiento activo al envejecimiento inclusivo. Los mayores de 50 años están más presentes que nunca en el mercado laboral, pero en muchos casos lo hacen desde la inestabilidad, la discriminación o la falta de reconocimiento. El reto no es solo mantenerlos activos, sino integrarlos plenamente, garantizando empleos de calidad, sostenibles y libres de edadismo. El reto que afronta España no consiste solo en incorporar a más personas mayores al mercado laboral, sino en construir un modelo verdaderamente intergeneracional. La convivencia entre distintas edades en las empresas puede convertirse en una ventaja competitiva, siempre que se gestione de forma inteligente.
En definitiva, el futuro del trabajo en España no será joven o viejo: será intergeneracional. Y de cómo se gestione esa transición dependerá buena parte de la cohesión social, la productividad y la sostenibilidad del empleo en la próxima década.



