Alejandro Otero
Opinión

Los incendios en Galicia 2025

Alejandro Otero Davila

Foto: Carlos Castro (Europa Press)

Miércoles 20 de agosto de 2025

4 minutos

Los incendios en Galicia 2025 (Carlos Castro / Europa Press)

Foto: Carlos Castro (Europa Press)

Miércoles 20 de agosto de 2025

4 minutos

El Domingo negro de 2017, el fuego llegaba a primera hora de la mañana a Baiona (Galicia), al entorno de la Virgen de la Roca, y "no se ha hecho nada, ni el Anillo Verde prometido, ni todo lo anunciado en estos seis años, no sé por qué, pero es así de real”, aseguraba visiblemente molesto el presidente de la Mancomunidad de Montes de Vigo, durante la reunión con otras agrupaciones de comuneros de la ciudad y la provincia, relacionado con este incendio, que ha sido uno de los más intensos de la historia en esta comarca.

Vi imágenes que jamás olvidaré. Fuego y cenizas incandescentes, que se multiplicaban en cada minuto que pasaba, nos rodeaban. Y decidimos cerrar la casa de Donas, y marcharnos a Vigo. Durante nuestro desplazamiento por la carretera que une esta localidad con Vigo, el tráfico lo habían cerrado y el humo y las llamas tenían una velocidad que no podíamos comprender lo que estaba sucediendo.

Ese 15 de octubre de 2017, Vigo fue un infierno, con un día caluroso, con 32,7 grados en ese mes, que casi iguala a los 32,5 de este año 2025 del mes de agosto. En 2017 fue terrible y se quemaron 62.000 hectáreas, concentradas en gran parte en ese mes, la ola más infernal de la historia reciente.

¿Podemos prevenir los incendios o debemos convivir con ellos? ¿Podemos sembrar votos políticos con la semilla del fuego? Lo cierto es que la gravedad de los incendios es consecuencia de la relación que tiene la sociedad con la naturaleza y la falta de gestión forestal. (Carlos Núñez Le Vieux).

En el último siglo, se incrementó el riesgo de incendios en el campo y la superficie arbórea, el éxodo rural, el abandono de las actividades en tierras agrícolas y el pastoreo, permitieron el crecimiento desordenado del bosque y el aumento de la masa forestal dispersa, por los territorios, y los ecologistas que no toquen nada.

El año 1975 fue significativo para la ciencia climática. Fue entonces cuando el geoquímico estadounidense Wallace Broecker publicó un influyente artículo en la revista Science titulado "Climatic Change: Are We on the Brink of a Pronounced Global Warming?" (Cambio Climático: ¿Estamos al borde de un pronunciado calentamiento global?). Este trabajo es a menudo citado como uno de los primeros en utilizar el término "calentamiento global" y en alertar sobre el potencial del aumento del CO2​ para alterar el clima.

Sin embargo, este conocimiento científico era todavía incipiente, y no existía un consenso lo suficientemente amplio como para que organismos como, la Organización Meteorológica Mundial (OMM), o el recién creado Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), formularan recomendaciones políticas concretas a los países. La atención internacional en materia de medio ambiente atmosférico, durante la década de los 70, estaba mucho más centrada en otros problemas más inmediatos y visibles.

Aunque la semilla de la ciencia del cambio climático ya estaba plantada en 1975, hemos tardado más de 40 años en germinar y convertirse en un asunto de relevancia política internacional, que dieron lugar a informes, conferencias y recomendaciones específicas para los países, incluida España. La biomasa acumulada, en condiciones de sequía y calor, actúa como combustible y provoca el inicio de incendios virulentos, que pueden extenderse a grandes distancias, y escapar al control de los servicios de extinción de incendios. Por eso decimos: la amenaza fundamental de los incendios radica en la relación que tiene la sociedad con el bosque. Y esto está ocurriendo y los políticos se encuentran fuera de juego.

En aquel fatídico mes de octubre de 2017, personas atrapadas cuando trataban de abandonar la zona. Esta parroquia de Nigrán tenía un millón de árboles y una gran parte resultaron alcanzados por las llamas. Al lado, en Fragoselo, las instalaciones deportivas quedaron reducidas a cenizas, salvo el césped y la grada, mientras se abría el campo de O Vao en Coruxo, para 200 personas entre afectados y voluntarios. Pero quizá lo más impactante fueron las fotos de Vigo cercado con focos en diferentes zonas de la ciudad y la rumorología de la existencia de una trama, que una vez más no apareció por ningún lado.

Nuestra sociedad tiene que exigir a los políticos y técnicos medioambientales que reduzcan el riesgo de incendios, promuevan la limpieza de bosques y garanticen la conservación de nuestros bosques. El cambio climático ha llegado y se queda a vivir con nosotros, tendremos que acomodarlo para evitar que nos devore.

Sobre el autor:

Alejandro Otero

Alejandro Otero Davila

Alejandro Otero Davila es presidente de FEGAUS.

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