Ramón Sánchez-Ocaña
Opinión

Qué hacer (y qué no hacer) si tienes un orzuelo

Ramón Sánchez-Ocaña

Viernes 30 de octubre de 2020

5 minutos

Qué hacer cuando nos sale un orzuelo

Viernes 30 de octubre de 2020

5 minutos

Pildoras

 

Todos hemos tenido alguna vez un orzuelo. Un pequeño dolor, como un pinchazo mínimo en el párpado y sensación de abultamiento. Un abultamiento que creemos siempre mucho mayor  de lo que en realidad es. No suele ser grave, pero hay que ser cuidadoso, porque una mala higiene, unas manos sucias, pueden extenderlo a todo el párpado.

Suelen producirse en el borde libre del párpado, una de las zonas  donde más glándulas hay. El orzuelo es, por definición, una infección bacteriana que afecta a los folículos de las pestañas. Normalmente, la bacteria que lo produce es la que ataca las glándulas sebáceas. Por eso, según los expertos, los orzuelos se asemejan en su completo desarrollo, a un acné pustuloso de la piel de los párpados y con frecuencia va acompañado del acné facial. Es una afección muy común y algunas personas llegan a padecerla repetidamente a lo largo de su vida, aunque si es tratada a tiempo, no representa mayores problemas.

Los orzuelos suelen asociarse a otro tipo de afección de los párpados, que es la blefaritis, la inflamación de los bordes de los párpados causada por este tipo de bacterias y que produce enrojecimiento, engrosamiento, y en muchas ocasiones, formación de escamas y costras encima de las pestañas). En muchos casos, se confunden, ya que los síntomas y signos manifestados por ambas afecciones son muy parecidos.

La definición técnica nos dice que un orzuelo es la inflamación del párpado, provocada por infección de uno o más folículos ciliares o de las glándulas sebáceas, a causa de la cual en el borde del párpado se forma una zona enrojecida, dura, muy sensible y con pus en el centro.

Normalmente se suele recomendar calor para que el proceso se acelere (madure), a base de compresas calientes y húmedas. Si se hace, deben aplicarse las compresas durante un cuarto de hora y con intervalos de dos horas. La verdad es que es una infección benigna que tras una serie de aplicaciones de calor se abre, sale el pus y se cura. Pero debe tenerse muy en cuenta que se trata de infección bacteriana  muy contagiosa y que, por tanto, no debemos manipular o tocar el párpado porque puede difundirse la infección. También suelen recomendarse pomadas que hacen al misma función de madurar la zona. Si después de varios días el orzuelo no se abre, el oculista puede practicar una pequeña incisión para hacer salir el pus. 

El orzuelo externo comienza generalmente con dolor de párpados, molestias oculares –escozor y quemazón, sobre todo– enrojecimiento y una sensibilidad grande a la más mínima presión que se ejerza. Después aparece una pequeña área endurecida y dolorosa, de forma redonda. Progresivamente se va notando el lagrimeo, la fotofobia y la sensación de tener un cuerpo extraño en el interior del ojo. Cuando el desarrollo del orzuelo llega a su final, aparece en el centro una pequeña mancha amarillenta, exponente de la infección. Poco tiempo después, el absceso de rompe  y  aparece una secreción de pus y un rápido alivio del dolor. 

El orzuelo interno es algo más grave que el externo. Se localiza en el lado conjuntival del párpado y es mucho más doloroso que el otro. Aparece un área endurecida y un área amarilla en el lugar de la glándula afectada. Después se forma un absceso que apunta al lado conjuntival y que raramente lo hace a través de la piel. La rotura espontánea es muy rara en este tipo de orzuelos. Tiende a hacerse crónico y es entonces cuando se llama chalazión. Normalmente este tipo de orzuelo debe acabar en manos del oftalmólogo para ser abiertos.

Qué hacer

El tratamiento de los orzuelos –y seguimos a Salud Visual– no es complejo. En la mayoría de los casos  se elimina la supuración nada más empezar el proceso infeccioso mediante la administración de medicamentos en la zona afectada.

La maduración del absceso debe acelerarse con la aplicación de compresas calientes humedecidas con alguna solución salina normal o ácido bórico durante aproximadamente 10-15 minutos al día. Y una vez que la protuberancia se ha manifestado y es visible la mancha típica de la infección se debe visitar al oftalmólogo para que proceda a la incisión del orzuelo, si es preciso.

- Bajo ninguna circunstancia debe apretarse la pústula para acelerar el proceso, ya que es una forma sencilla de extender la infección por el párpado y por los canales venosos.

- Tras la expulsión del pus posiblemente el oftalmólogo aconseje alguna pomada antibiótica durante algunos días. Así se evita la diseminación de las bacterias –y  por tanto de la infección– a otras partes del párpado

- Si el orzuelo no se trata convenientemente es fácil que el proceso vuelva a surgir y a supurar

- La costumbre de comprimir la zona afectada con una llave o un objeto metálico frío, no tiene ninguna base científica. Quizá resulte un poco calmante la sensación de frío; pero no solo no elimina el orzuelo, sino que puede difundirlo por toda el área.

Los niños y los orzuelos

Un índice de que un niño no ve bien suele venir dado por la frecuencia de sus orzuelos. Puede parecer pintoresca la relación. Sin embargo, es sencilla. El niño no suele tener las manos muy limpias. Si padece muchos orzuelos es señal de que el niño se frota los ojos con más frecuencia de la debida. Esa falta de higiene en las manos, y la frecuencia de llevarlas a los ojos hace que esta infección sea mucho más frecuente entre los niños que no ven bien.

Sobre el autor:

Ramón Sánchez-Ocaña

Ramón Sánchez-Ocaña

Ramón Sánchez-Ocaña (Oviedo, 1942) es miembro del Comité Editorial de 65Ymás. Estudió Filosofía y Letras y es licenciado en Ciencias de la Información. Fue jefe de las páginas de Sociedad y Cultura de El País, y profesor del máster de Periodismo que este periódico organiza con la Universidad Autónoma de Madrid. 

En 1971 ingresa en TVE. En una primera etapa se integra en los servicios informativos y presenta el programa 24 horas (1971-1972). Entre 1972 y 1975 continúa en informativos, presentando el Telediario. No obstante, su trayectoria periodística se inclina pronto hacia los espacios de divulgación científica y médica, primero en Horizontes (1977-1979)​ y desde 1979 en el famoso Más vale prevenir, el cual se mantiene ocho años en antena con una enorme aceptación del público.

Tras presentar en la cadena pública otros dos programas divulgativos, Diccionario de la Salud e Hijos del frío, fue fichado por Telecinco para colaborar primero en el espacio Las mañanas de Telecinco y posteriormente en Informativos Telecinco.

Es colaborador habitual de radio, periódicos y revistas, y autor de una veintena de libros, entre los que destacan Alimentación y nutrición, Francisco Grande Covián: la nutrición a su alcance, El cuerpo de tú a tú: guía del cuerpo humano, Guía de la alimentación y Enciclopedia de la nutrición

En 2019 entró en el Comité Editorial del diario digital 65Ymás, en el que colabora actualmente.

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