Ramón Sánchez-Ocaña
Opinión

El jefe injusto crea hipertensión en sus empleados

Ramón Sánchez-Ocaña

Martes 19 de enero de 2021

ACTUALIZADO : Lunes 25 de enero de 2021 a las 17:11 H

4 minutos

El jefe injusto crea hipertensión en sus empleados

Martes 19 de enero de 2021

4 minutos

Pildoras

 

Que el mal genio predispone al infarto y al derrame cerebral es algo sabido. Lo que los científicos sostienen también –y no se divulga tanto– es que los jefes injustos son una amenaza para la salud física de sus empleados. Y el reflejo inmediato es una notable y significativa subida de la presión arterial, lo que a largo plazo aumenta también el riesgo de un ataque cerebral o de un problema coronario

El estudio se realizó entre auxiliares de enfermería británicas de 18 a 45 años. Cada una respondió a un cuestionario en el que tenían que valorar el comportamiento de sus jefes. Mientras tanto, llevaban un aparato durante doce horas tres días laborables a la semana que servía para anotar la presión arterial cada media hora.

Según se publicó, trece de las auxiliares estaban supervisadas por dos enfermeras en días diferentes. Una era considerada más justa que la otra. El otro grupo tenía una única jefa a la que consideraban buena. Las comparaciones en el segundo grupo pusieron de manifiesto una diferencia de tres milímetros en la tensión alta y ninguna variación en la baja.

Sin embargo, el equipo que contaba con dos supervisoras registró una diferencia de quince milímetros de mercurio en la presión sistólica (alta) y de siete en la diastólica ( baja), principalmente cuando estaban a las órdenes  de la enfermera que consideraban injusta.

El riesgo

Estadísticamente, una subida de 10 milímetros de mercurio en la presión sistólica  y de cinco en la diastólica está asociada con un aumento del 16% del riesgo de padecer una patología coronaria y en un 38% de sufrir un derrame cerebral.

Por si fuera poco, se comprobó que cuando estaban a las órdenes de una supervisora considerada buena o justa, la tensión arterial descendía también de forma apreciable.

¿Y cómo se mide la bondad o la justicia de un jefe?

Los investigadores fueron rotundos: la justicia o imparcialidad  se define como una buena relación entre jefe y subordinado, especialmente elogiando el trabajo bien hecho, demostrando confianza y respeto y siendo constante, imparcial e inflexible.

Una de las primeras conclusiones es esta: "Si los empleados perciben que un superior es injusto y poco razonable, la forma de ser del jefe puede condicionar que un puesto de trabajo sea más o menos estresante, así como afectar a la salud y a la disposición en el trabajo". Y de ahí deducen que un lugar de trabajo en el que reine la justicia, la confianza y la consideración es el idóneo para reducir el riesgo de trastornos cardiovasculares.

Poner distancia

Uno de los remedios que los psicólogos aconsejan es poner distancia; como no se puede evitar la postura del jefe, es uno mismo quien debe aprender a controlar el estrés y a poner distancia entre la actitud del jefe y la salud personal. Poner, en definitiva, la barrera de que “de aquí no pasa la preocupación”.

El problema además no es que el jefe pueda expresar su mal genio. Para el subordinado no es esto lo malo; lo peor es que no se sabe ni cuándo ni por qué. Normalmente se debe a que, como tal jefe, quiere demostrar de manera permanente su autoridad. Sobre todo, si su explosión de mal genio sobreviene cuando se les interrumpe. En ese caso, los psicólogos sostienen que lo más adecuado es mostrar calma y aparentar que no se siente afectado. Ahí, dicen, puede residir la clave del cambio. Si el jefe observa que le obedece  pero que no le teme, lo más probable es que a partir de entonces, se comporte de manera más adecuada y educada.

Para él la peor parte

El "mal genio" es, en sí mismo, un auténtico riesgo. Por eso, es el propio jefe quien se lleva la peor parte. Tras analizar a 14.000 sujetos adultos, los que tendían a enfadarse con más facilidad tenían un mayor peligro de desarrollar un infarto cerebral, aunque no tuvieran otro tipo de factores de riesgo. Tras un seguimiento de ocho años, la primera conclusión fue que enfadarse consigo mismo se podría relacionar con un aumento del riesgo del ictus. Pero cuando además se sumaba el mal carácter, el riesgo se multiplicaba por 3 en relación a los que se podían considerar de carácter normal. Esto puede ser por el incremento de la presión arterial y el posible daño que las hormonas que se descargan con el genio pueden hacer a las paredes de los vasos.

Sobre el autor:

Ramón Sánchez-Ocaña

Ramón Sánchez-Ocaña

Ramón Sánchez-Ocaña (Oviedo, 1942) es miembro del Comité Editorial de 65Ymás. Estudió Filosofía y Letras y es licenciado en Ciencias de la Información. Fue jefe de las páginas de Sociedad y Cultura de El País, y profesor del máster de Periodismo que este periódico organiza con la Universidad Autónoma de Madrid. 

En 1971 ingresa en TVE. En una primera etapa se integra en los servicios informativos y presenta el programa 24 horas (1971-1972). Entre 1972 y 1975 continúa en informativos, presentando el Telediario. No obstante, su trayectoria periodística se inclina pronto hacia los espacios de divulgación científica y médica, primero en Horizontes (1977-1979)​ y desde 1979 en el famoso Más vale prevenir, el cual se mantiene ocho años en antena con una enorme aceptación del público.

Tras presentar en la cadena pública otros dos programas divulgativos, Diccionario de la Salud e Hijos del frío, fue fichado por Telecinco para colaborar primero en el espacio Las mañanas de Telecinco y posteriormente en Informativos Telecinco.

Es colaborador habitual de radio, periódicos y revistas, y autor de una veintena de libros, entre los que destacan Alimentación y nutrición, Francisco Grande Covián: la nutrición a su alcance, El cuerpo de tú a tú: guía del cuerpo humano, Guía de la alimentación y Enciclopedia de la nutrición

En 2019 entró en el Comité Editorial del diario digital 65Ymás, en el que colabora actualmente.

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