Verónica Mollejo
Consejos
Consejos para entender las etiquetas de los alimentos y conocer su composición
Estas etiquetas informan sobre los datos nutricionales de los alimentos que compramos a diario
Hace unos años, además de consumir más alimentos frescos y naturales, era prácticamente impensable detenerse en cada producto para leer su composición y sus datos nutricionales. Sin embargo, debido a la gran cantidad de sustancias artificiales y, en algunos casos, nocivas que estos incluyen ahora, muchas personas han decidido aprender a interpretar su etiquetado. Una medida de lo más interesante y beneficiosa, pues los consumidores están en su derecho de saber con qué clase de alimentos nutren su organismo.
“No deberían serlo, pero lo son: las denominaciones de los productos son tramposas, juegan con las palabras, con los adjetivos, con las imágenes, en el nombre o en la descripción del alimento, usan términos que inducen a confusión o bien omiten intencionadamente palabras. El resultado es que el consumidor cree estar comprando y comiendo una cosa… y en realidad es otra diferente”, denuncia la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU @consumidores) en uno de sus informes.
Ante esta situación, es preciso tener en cuenta algunas pautas o consejos para traducir las etiquetas de tus productos favoritos y así decidir si continúas, o no, siendo su más fiel seguidor. ¡Toma nota!
Guía básica para aprender a leer las etiquetas
Antes de comenzar, es importante que compruebes que el envase incluye la tabla nutricional, el listado de ingredientes y el tamaño de las porciones. Lo normal es que estén, pero si falta alguno ya es un motivo de peso para desconfiar del producto. ¿Qué otros aspectos debes tener en cuenta?
- Uno de los gestos más útiles es observar el orden en el que se encuentran los ingredientes, pues están dispuestos según su proporción total dentro de la receta. Por ejemplo, si quieres comprar un zumo de naranja envasado y el primer ingrediente es el azúcar, aléjate de él cuanto antes.
- En este sentido, cuanto más corta sea la lista de ingredientes, más natural será el producto en cuestión.
- Fíjate si contiene demasiados aditivos, sustancias que pueden tener un efecto perjudicial sobre tu salud. Aunque pueden presentarse con distintas denominaciones, lo normal es que aparezcan con una letra E y seguida de tres números.
- Desconfía de términos como ‘Natural’, ‘Casero’ o ‘Artesano’, sobre todo si se trata de un producto que está envasado y es, claramente, industrial. Tal y como explica la OCU, “el término natural solo puede atribuirse al agua mineral natural envasada, al yogur natural, a los aromas naturales y a las conservas al natural”. En cuanto al resto de denominaciones, los únicos alimentos caseros y artesanos son los que nosotros hacemos en nuestra propia casa.
- Por otro lado, los envases indican el valor energético del producto en kJ o kilojulios, y en kcal o kilocalorías, siendo este el más sencillo de entender. Ambos datos suelen representar 100 gramos. Sin embargo, lo importante es que te fijes en el porcentaje de azúcares y grasas saturadas que también incluyen, no pudiendo superar los 3 y los 15 gramos, respectivamente, para ser más saludable.
- El azúcar es uno de los compuestos más tramposos, pues puede aparecer con diferentes nombres para confundir al consumidor. Jarabe de maíz, miel de caña, fructosa, dextrosa o maltosa son solo algunos de ellos.