La cerveza es una bebida fermentada tradicional con un contenido moderado en alcohol, de la que se conoce su consumo desde las primeras civilizaciones. Aporta minerales, vitaminas del grupo B, proteína y fibra soluble y, además, es una fuente destacable de sustancias antioxidantes.
Maridar un menú con cerveza permite realzar y potenciar el sabor de los alimentos que componen el plato y hallar el equilibrio de sabores entre ellos, rebajando la potencia de algunos, dependiendo siempre del tipo de cerveza que acompañe cada plato. Y esas mismas cualidades las podemos usar a la hora de cocinar.
Son muchas las características que permiten que la cerveza se use como ingrediente. Conocida también como oro líquido, la cerveza puede formar parte de masas, caldos, salsas y además servir como base para cocer alimentos. Además, es una muy buena alternativa al coñac o al vino, también muy recurridos a la hora de cocinar. Y es que las opciones que nos ofrece la cerveza en la cocina son amplias.
La cerveza es la bebida fría más consumida en hostelería en España. Y es que, disfrutar de una excelente gastronomía maridada con cerveza no es incompatible con llevar una alimentación equilibrada.
A la hora de hacer un guiso, es frecuente el uso algunas bebidas alcohólicas como el vino tinto o blanco, el jerez, el fino, u otras de mayor graduación como son el coñac o el whisky. Cada uno de estos caldos harmoniza con unos determinados ingredientes y, en este sentido, la cerveza también reclama su lugar en nuestras recetas.
Añadir cerveza a los platos es una manera de enriquecerlos, ya que se incorporan sus beneficios a la comida y, durante la cocción, el alcohol, al igual que pasa con otras bebidas alcohólicas, se evapora.