Olga Selma
Olga Selma es redactora especializada en temas de salud, alimentación y consumo.
… saber más sobre el autorYa son diversos los estudios que sugieren que cenar temprano y seguir con un ayuno diario de 18 horas o hasta el desayuno de la mañana siguiente puede ayudar a perder peso. En concreto, una cena temprana, sobre las 7h de la tarde, puede alterar los patrones de quema de grasas y carbohidratos, lo que nos ayudaría a perder peso.
Ello sucede porque nuestro cuerpo tiene un reloj interno y muchos aspectos del metabolismo funcionan de manera óptima por la mañana. Un reciente estudio destaca la importancia del reloj biológico como modulador del equilibrio energético y del metabolismo, demostrando que las calorías ingeridas se utilizan de manera más eficiente por la mañana que por la noche. “Los mecanismos detrás de este metabolismo energético matutino mejorado aún no están claros, aunque puede estar impulsado por la influencia del reloj circadiano en la fisiología y el metabolismo energético del cuerpo”, concluye el estudio. Por ello, comer en alineación con el reloj circadiano de nuestro cuerpo influye positivamente en nuestra salud y mejora la flexibilidad metabólica para la quema de carbohidratos y grasas.
El caso es que a partir de las siete de la tarde nuestro organismo empieza a prepararse para el reposo nocturno, ralentizando la asimilación de la comida. Ello significa que las hormonas implicadas en el control de azúcar y grasa están menos activas por la noche y, por lo tanto, cenar antes de que esas funciones empiecen a ralentizarse nos puede ayudar a controlar el peso, mientras que las cenas llevadas a cabo tarde pueden propiciar problemas tan importantes como obesidad o diabetes, así como un mayor riesgo de sufrir síndrome metabólico.
Pero el efecto de comer tarde varía mucho entre las personas y depende de su hora habitual de acostarse, según un nuevo estudio de la Facultad de Medicina de la Universidad Johns Hopkins (Estados Unidos). Este estudio aporta nuevos datos sobre cómo comer una cena tardía empeora la tolerancia a la glucosa y reduce la cantidad de grasas quemadas. Así, según los datos, el nivel máximo de glucosa después de la cena tardía fue aproximadamente un 18 por ciento más alto, y la cantidad de grasa quemada durante la noche disminuyó en aproximadamente un 10 por ciento en comparación con una cena más temprana.