La alarma suscitada por el coronavirus no para de crecer y tras propagarse desde Wuhan por toda China, ahora está presente en varios países de Europa. El último gran afectado ha sido Italia y ya ha llegado varios países europeos, entre ellos España. El temor a ser contagiado se ha traducido en la compra masiva de mascarillas.
La alta demanda de las mascarillas ha provocado que se agote el stock en muchas tiendas y farmacias y que su precio se dispare. Según Cofares, empresa dedicada a la distribución de medicamentos en España, del 1 al 26 de enero de 2020 se produjo un incremento significativo de las ventas de mascarillas, en concreto un 77% respecto al mismo periodo de 2019, lo que supone un aumento de más de 10.000 unidades. Lo mismo ha sucedido con las toallitas antibacterianas y los geles desinfectantes para manos.
Pero, ¿son realmente efectivas? Tal y como explica la Organización Mundial de la Salud (OMS), usar una mascarilla médica puede ayudar a limitar la propagación de algunas enfermedades respiratorias. Sin embargo, el uso de una mascarilla no garantiza por sí solo que no se contraigan infecciones y debe combinarse con otras medidas de prevención, en particular la higiene respiratoria y de las manos y evitar el contacto cercano –se debe guardar por lo menos 1 metro de distancia– con las demás personas.
La OMS aconseja el uso racional de las mascarillas médicas para evitar el derroche innecesario de recursos valiosos y su posible uso indebido. Esto significa que solo debes utilizar una mascarilla si presenta síntomas respiratorios (tos o estornudos), si sospechas que tiene infección por Covid-19 con síntomas leves o si estás cuidando de alguien de quien se sospeche que está infectado por el virus.
Actualmente podemos encontrar dos tipos de mascarillas. Por un lado están las quirúrgicas, que filtran el aire que se exhala y que por tanto contienen los agentes, partículas, bacterias o virus se pueden transmitir a través de la respiración hacia otras personas que están a nuestro alrededor.
Luego podemos encontrar las de protección respiratoria, que filtran el aire que inhalamos del exterior. Estas retienen agentes, partículas, bacterias o virus que provienen del entorno en el que nos encontremos y de los que deseamos protegernos. Están homologadas para distintas capacidades de filtrado y se identifican con las siglas FFP, es decir, Filtering FacePiece. Algunas incorporan una válvula de exhalación que reduce la humedad del interior, para así proporcionar más comodidad en general y en especial a la hora de respirar.
Existen distintas capacidades de filtrado:
Si no quieres gastar dinero en una mascarilla y prefieres fabricártela tú mismo, el proceso es tan sencillo como se muestra en este vídeo. Sólo necesitaras una servilleta de papel absorbente, dos gomas y una grapadora.