
Expertos revelan el sencillo hábito diario que mejora la memoria en mayores de 65 años
Una siesta corta de entre 15 y 20 minutos al día ayuda a frenar el deterioro cognitivo

Con el paso de los años, es normal que el cuerpo empiece a cambiar y que nuestra memoria no funcione como antes. Sin embargo, los especialistas recomiendan un simple gesto cotidiano que puede marcar la diferencia en personas mayores de 65 años, que es dormir una breve siesta de entre 15 y 20 minutos al día.
En nuestro país, la siesta forma parte de la cultura popular, pero no todas se hacen de la manera ideal. Diversas investigaciones han demostrado que una siesta corta puede ser muy beneficiosa si se realiza correctamente,
Dormir no más de 20 minutos puede ayudar a reactivar el cerebro, mejorar la memoria y aportar claridad a tu mente. Por otro lado, dormir demasiado durante el día o en horas no adecuadas puede tener el efecto contrario.
Cuidar la salud a una edad avanzada implica adoptar ciertas rutinas adaptadas a los nuevos ritmos de nuestro cuerpo. Si bien el deterioro cognitivo es algo difícil de asumir, existen ciertas maneras de mitigar sus efectos.
Con el paso del tiempo, es natural tener ciertos olvidos, perder el hilo de una conversación o no recordar ciertos datos. Aunque no es posible frenar por completo el envejecimiento de nuestro cerebro, sí es posible adoptar hábitos que favorezcan a la agilidad mental.

Un estudio publicado en General Psychiatry, que fue realizado con más de 2.200 personas mayores de 60 años, demostró que quienes dormían una breve siesta con regularidad, obtenían mejores resultados en pruebas de memoria y orientación en comparación a los que no lo hacían.
Dormir entre 15 y 20 minutos al día no solo ayuda a mantener la lucidez mental y la fluidez verbal, sino también a mejorar la percepción del entorno. Lo ideal es que la siesta no llegue a superar los 30 minutos para evitar que el efecto sea contraproducente.
Además de ser buenas para la memoria, este tipo de siestas cortas ayudan a mejorar la concentración y la capacidad de realizar actividades que requieren cierta atención, como las manualidades, la lectura o los juegos de mesa.