El cuerpo humano dispone de su propio sistema natural de termorregulación, pero el calor extremo puede provocar alteraciones en su funcionamiento que suponen un riesgo para la salud e incluso para la propia vida.
Como señala la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (@seggeriatria), las personas mayores de 65 años son más vulnerables frente a los efectos de las altas temperaturas que provoca el fenómeno conocido como ola de calor, especialmente si padecen algún tipo de enfermedad crónica (cardiopatía, enfermedad renal, afecciones respiratorias...), obesidad o son adultos polimedicados. La Sociedad Española de Neurología (@seneurologia), recuerda que el calor también puede agravar los síntomas de distintas patologías de carácter neurológico o degenerativas.
Cuando las temperaturas permanecen altas durante todo el día y la situación se prolonga varias jornadas, es fundamental estar alerta ante los síntomas de una posible hipertemia, cuya principal consecuencia es la deshidratación. Cuando nuestro mecanismo termorregulador no es capaz de eliminar el exceso de calor corporal, principalmente a través de la sudoración, y la temperatura interna se "dispara", se habla de hipertemia. Las personas mayores tienen una menor sensación de calor y de sed, lo que empeora el problema.
Algunos síntomas que señala, entre otros organismos, el Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social (@sanidadgob) como indicativos de una necesidad urgente de hidratarse y refrescarse son: