La función de los fármacos con efectos anticoagulantes como el popular Sintrom (@sintrom) es precisamente esa, disminuir la capacidad de coagulación que posee la propia sangre evitando, así, el riesgo de obstrucción de los vasos sanguíneos por presencia de un peligroso coágulo. Prevenir posibles accidentes vasculares, como una trombosis o una embolia es el principal objetivo de estas medicinas que necesitan un número considerable de personas mayores.
Estos medicamentos deben tomarse exclusivamente bajo prescripción médica y en la dosis exacta que paute del especialista una vez comprobado el nivel de fluidez o el posible grado de coagulación presente en el flujo sanguíneo.
Los anticoagulantes orales alteran los factores normales de coagulación, pero no son los únicos. Hay otras sustancias, contenidas en los distintos alimentos, que también interactúan en este complejo proceso de equilibrio del sistema circulatorio, que realiza de manera natural nuestro organismo. De todas ellas, es la vitamina K la que muestra una acción más directa en el grado de coagulación del torrente sanguíneo, por lo que, el contenido, mayor o menor, de esta vitamina en la dieta, influye en la eficacia del tratamiento con anticoagulantes. Tal como explica la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN), una ingesta escasa de vitamina K potenciaría la acción del fármaco, dando mayor fluidez a nuestra sangre, pudiendo implicar un posible riesgo de hemorragias. En cambio, tomar más de la recomendable causaría el efecto contrario, es decir, aumentaría el riesgo de formación de trombos.
Controlar la dieta de las personas que toman este tipo de medicamentos para adaptarla las necesidades concretas en cada momento es importante. Entre las recomendaciones nutricionales que indica la SEEN, que han de tenerse en cuenta en estos casos, hay que destacar: