Cuando uno tiene que tomar una decisión importante que va a suponer un cambio sustancial en su vida, el estómago vacío no será un buen consejero en este sentido. Por eso, si estás barajando la idea de comprar una nueva casa, por ejemplo, debes pensar muy mucho este paso; y lo mejor es que lo hagas después de haber comido algo.
Es lo que dice un estudio realizado por la universidad británica de Dundee (@dundeeuni) que afirma que el hecho de estar hambriento influye en esa decisión, por lo que tomamos la primera que se nos pasa por la cabeza y satisface nuestros intereses a corto plazo. Sin embargo, cuando se trata de un paso importante en tu vida, lo mejor es sopesar todos los pros y contras del destino que tomemos y mirar a largo plazo para saber si lo que estamos haciendo es lo correcto.
Una misma idea que rescata otra investigación, en este caso realizada por expertos de la Universidad de Gotemburgo (@uniofgothenburg), que señala que la "culpa" la tiene una hormona que se dispara cuando sentimos hambre. Es la ghrelina la que nos lleva a cometer esos actos impulsivos sin pararnos a pensar un segundo en las consecuencias.
Si no sabes cómo mantener a raya tu apetito y no estar todo el día pensando en la comida o comiendo aperitivos poco saludables, no te pierdas estos consejos para calmar al "monstruo" de tu estómago. No solo tu salud te lo agradecerá, sino también tu forma de actuar como hemos explicado anteriormente:
Por eso, si quieres tomar una decisión acertada la fórmula mágica (además de comer algo) es situarte en un ambiente relajado y en silencio para poder pensar con calma, anotar en un papel las ventajas y desventajas de cada una de las opciones (junto con sus argumentos válidos); así como convertirte en espectador de tus propias decisiones para observarlas desde otro prisma.
Por último, una buena idea es sopesar esa decisión en base a la regla 10 minutos - 10 meses - 10 años y comprobar cómo te sentirás con esa solución que has escogido al cabo de esos plazos de tiempo.