Sociedad

"La eficacia de la vacuna en residencias es solo del 50%", alerta la epidemióloga Vicky Zunzunegui

Pablo Recio

Jueves 26 de agosto de 2021

ACTUALIZADO : Jueves 26 de agosto de 2021 a las 9:54 H

10 minutos

"El virus entra por los trabajadores y, residualmente, por los familiares", advierte

"La eficacia de la vacuna en residencias es del 50%", según alerta la epidemióloga Vicky Zunzunegui
Pablo Recio

Jueves 26 de agosto de 2021

10 minutos

La situación epidemiológica en las residencias de mayores no está bajo control. Lejos de lo que se podía pensar hace unos meses, la transmisión de Covid ha vuelto a estos centros, causando centenares de casos semanales, la mayoría de ellos, con síntomas leves y también decenas de muertes –menos que en otras olas–. 

Y las principales hipótesis de por qué esto está sucediendo, según los últimos estudios publicados en Estados Unidos y Reino Unido –esto no sólo está ocurriendo en España–, son: el escape vacunal a la variante delta, que hace que una mayor parte de los usuarios acaben infectados, y el hecho de que, con las dosis de Pfizer, el nivel de protección baja pasados unos meses –lo que podría justificar una nueva dosis de refuerzo que reduzca la posibilidad de contagio asimismo–.

Así, para analizar qué futuro les espera a los residentes y qué medidas se deberían adoptar de cara al futuro para evitar que la situación se descontrole de nuevo, 65Ymás ha conversado con la epidemióloga, profesora honoraria de la Escuela de Salud Pública de Montreal (Canadá) y miembro del Comité de Expertos de este diario, María Victora Zunzunegui. 

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Letalidad sin vacunas en residencias: 19,8% –tiene en cuenta también la primera ola–. Letalidad con más del 90% de los usuarios vacunados: alrededor del 7%. Fuente: Imserso. 

 

Pregunta - ¿Por qué se están contagiando más los mayores de residencias en esta nueva ola? 

Respuesta - Justamente esta semana han salido a la luz dos informes muy importantes. El primero es uno de la Universidad de Oxford donde se habla de la efectividad de las vacunas frente a la infección. En concreto, no se cuestiona tanto si disminuye la probabilidad de hospitalización y de mortalidad, sino el contagio. Y lo que cuenta es bastante importante, porque la eficacia frente a una posible infección de la variante delta parece que ha disminuido mucho.

Además, se ve que, después de la pauta completa de Pfizer o AstraZeneca, si la persona se infecta, su carga viral es similar que la de los no vacunados. Y, por otra parte, el estudio advierte que la protección varía en el tiempo, después de la segunda dosis. Es más, al principio, la eficacia de Pfizer era superior a la de AstraZeneca, pero se ha visto que la capacidad de generar inmunidad disminuye más rápidamente en Pfizer que en AZ, de forma que, a los cuatro o cinco meses de la pauta completa, ya no hay diferencia. 

P.- ¿Sucede igual con las personas mayores? 

R.- Sí, aunque llama la atención de que, a pesar de que llevemos un año y medio de pandemia, los estudios siguen excluyendo a los mayores de 65 años o no tienen el suficiente tamaño de muestra para poder extraer conclusiones. Seguimos con lo mismo.  

Pero bueno, volviendo al tema del estudio, en población general, hay que destacar que la protección disminuye mucho pasado unos meses –más para personas de entre 35 y 64 años que entre los que tienen entre 18 y 34, cuya protección se mantiene algo más estable–. Y al cabo de cuatro o cinco meses, la protección de AstraZeneca y Pfizer se iguala –si la primera tenía algo más de 60% y la segunda 80% frente a delta, al cabo del tiempo, convergen–. 

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P.- ¿Cuánto ha aumentado el riesgo de contagio de los usuarios de residencias vacunados? 

R.- Para hablar de las residencias, hay que referirse a otro estudio, que ya está publicado –no como el otro– y que se ha realizado en población usuaria y en trabajadores. Se trata de un informe del Morbidity and Mortality Weekly Report, que es una publicación muy prestigiosa que sale continuamente en el Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades de Atlanta (Estados Unidos).

Este documento asegura que, en el periodo pre-variante delta, la efectividad de las vacunas frente la infección entre quienes estaban en residencias con la pauta completa era del 74.2% con Pfizer y Moderna. Luego, en un periodo intermedio, bajó al 65% y ya con delta, quedó en un 52% para Pfizer y 50% para Moderna.  

Pfizer  
Pre-delta 74,2%
Intermedio 66,5%
Delta 52,4%
Moderna  
Pre-delta 74,7%
Intermedio 70,4%
Delta 50,6%
Eficacia de la doble pauta de las vacunas de ARNm en usuarios de residencias de mayores de Estados Unidos. Pre-delta: 1 de marzo al 9 de mayo de 2021; intermedio: 10 de mayo al 20 de junio; delta: 21 de junio al 1 de agosto.  Fuente: CDC. 

 

P.- ¿Uno de cada dos residentes se contagian actualmente?

R.- No exactamente. Frente a una persona no vacunada, el que cuenta con la pauta completa tiene la mitad de probabilidades de infectarse. Eso sí, luego pueden desarrollar una enfermedad menos grave. Aun así, muchos van a terminar hospitalizados o van a morir, por ser personas muy mayores. 

Hay que transmitir el mensaje de que al principio las vacunas funcionaban muy bien, pero ahora, no tanto. Y cuando entra el virus, estamos perdidos. No tan mal como el año pasado, claro, pero hay que lograr que no se introduzca en las residencias. 

P.- Y con la vacuna, ¿no se consigue?

R.- Claro. Primero, porque la efectividad de las mejores que tenemos –Pfizer y Moderna– está al 50% para los residentes y, encima, disminuye con el tiempo, como se ve en el estudio de Oxford. Y a las personas de las residencias las vacunaron hace más de cuatro meses. 

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P.- Por tanto, ¿qué medidas hacen falta para que no entre el virus en las residencias si, desde que llegó delta, la vacuna no sirve bien para tal fin?

R.- Para eso hay que saber cómo entra el virus en las residencias. Es la clave. Lo hace por los trabajadores y, residualmente, por los familiares. Esto se ha visto también en España. Y hay un grupo de empleados que es clave en la transmisión: los que trabajan a tiempo parcial o los que hacen horas extras en varios centros. 

Además, la ratio de personal es baja y eso perjudica aún más. Así que el problema es estructural. La gente trabaja muy rápido, porque tienen que atender a muchos, y hay intercambio de fluidos corporales, ya que están continuamente tocándoles. En ese momento, en cuanto empiezan a respirar, se infectan. Es decir, entra un cuidador contagiado, atiende a 20 personas y, por la tarde, va a otro centro y lo hace con otros 20. 

A pesar de esto, las medidas han ido orientadas a restringir a los mayores en sus cuartos y a impedirles una vida medianamente razonable.

P.- ¿Hay menos probabilidad de que un familiar cree un brote que un trabajador?

R.- Los familiares, que pueden visitarles una o dos veces a la semana, son vigilados y saben lo que tienen que hacer para no contagiar. Suelen cuidar mucho a sus mayores y tienen miedo de infectarlos. Es muy difícil que pase. Se tiene que infectar en la comunidad, llevar el virus a la residencia, que el mayor también se infecte, etc. En cambio, que las trabajadoras, que desempeñan su labor en condiciones precarias –material de protección racionado, tiempos limitados, gran exposición y pocos conocimientos–, lo hagan, es más fácil. 

P.- ¿Hemos depositado demasiadas esperanzas en estas vacunas para luchar contra la pandemia en residencias?

R.- Los Gobiernos autónomos han fiado todo a la vacunación de los mayores. Pero ya se ve que no es así. No es tan fácil. Habría que hacer estudios inmunológicos de su respuesta, después de vacunarse. Por ahora, hay grupos en la Comunidad valenciana y en Cataluña que ya tienen en marcha estudios longitudinales sobre la protección de las vacunas en personas mayores que viven en residencias (este miércoles, el Ministerio de Sanidad anunció que realizarán también, a partir de septiembre, un estudio sobre inmunidad en residencias).

P.- ¿Cómo puede afectar esta nueva situación de desprotección a los mayores de residencias desde el punto de vista emocional? 

R.- No lo sé, porque no hablo con ellos. Pero podemos imaginarnos cómo se sentiría cualquier persona después de lo que han pasado. Y también se sabe el daño que causa al funcionamiento físico y cognitivo el estar aislado. Supone un sedentarismo que implica una pérdida de masa muscular. Pasas de ser una persona que camina con dificultad, a estar inválido o a tener muy alto riesgo de deterioro cognitivo y demencia. Al menos, eso es lo que sabemos por la bibliografía científica, porque aquí se hace muy poca investigación. Lo sabemos, en parte, por artículos en el extranjero. 

P.- ¿Una tercera dosis ayudaría a aumentar la protección de los mayores de las residencias? Por lo que se sabe de Israel, aumentaría la eficacia para los mayores de 60 años hasta más del 80%.  

R.- Creo que hay que ponerla a los residentes mayores, porque el medio tiene todas las condiciones para ser de máximo riesgo y, por lo que sabemos de la variante delta y de la bajada de protección de las vacunas con el tiempo, estas personas estarían en un situación extremadamente vulnerable.

Sin embargo, lo primero es que el virus no entre en estos centros. Lo fían todo a la vacuna, pero no es sólo eso. Si se infectan, su probabilidad de morir es varias veces mayor que la de una persona joven. Y no sabemos qué va a pasar después, así que no se puede fiar todo a la vacuna.

Yo no soy partidaria de la tercera dosis en la población general ni para todos los mayores, sólo para los que viven en residencias.

Pero tampoco se pueden ir con medidas restrictivas que no sirven. Si estás aislado en tu habitación, pero todos los días viene una cuidadora que te da de comer y te ducha y está infectada, pues no estás aislado.

Así que está claro que tenemos que arreglarlo de otra manera, porque no se van a morir 30.000 en residencias como en el primer periodo, pero quizá sí unos 3.000 y ya son. Parece que nos hemos olvidado de lo que significa una muerte. 

Sobre el autor:

Pablo Recio

Pablo Recio

Pablo Recio es periodista especializado en salud y dependencia, es graduado en Relaciones Internacionales por la Universidad Complutense de Madrid y comenzó su carrera profesional en el diario El Mundo cubriendo información cultural y económica. 

En 65Ymás, ha contado el drama vivido en las residencias durante la pandemia y ha sacado diferentes exclusivas de impacto como 81 menús de residencias de mayores, a examen: "Baja calidad nutricional y abuso de procesados"que fue citado en una comisión de investigación en la Asamblea de Madrid. 

Además, fue cofundador de la radio online Irradiando y cuenta con un máster en Gobernanza y Derechos Humanos por la Universidad Autónoma de Madrid y otro en Periodismo por el CEU San Pablo/Unidad Editorial. 

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