Ethel Caterham, la mujer más longeva del mundo: "Nunca discuto con nadie"
A sus 116 años, esta mujer británica recomienda disfrutar de los placeres y evitar conflictos
Nacida el 21 de agosto de 1909 en el pequeño pueblo británico de Shipton Bellinger (Hampshire), Ethel May Caterham ha sido testigo de seis monarcas, dos guerras mundiales y más de un siglo de transformaciones sociales y tecnológicas. Hoy, con 116 años, es la persona viva más longeva del mundo tras el fallecimiento de la monja brasileña Inah Canabarro Lucas, el 30 de abril de 2025. También es la mujer británica más longeva de la historia y la última persona verificada nacida en la década de 1900.
Su vida comenzó de forma modesta. Trabajó como niñera en la India durante los años veinte, se casó con un oficial del ejército británico y vivió en distintos países hasta quedar viuda en los años setenta. En la actualidad reside en Surrey, cerca de Londres, donde mantiene un carácter tranquilo, un humor constante y una lucidez sorprendente.
El pasado año, en su 115 cumpleaños, recibió una carta de felicitación del rey Carlos III, aunque para ella el gesto no tuvo demasiada relevancia: "No sabía por qué tanto alboroto".
Una filosofía tranquila y presumir de familia
Lejos de fórmulas médicas o rutinas estrictas, Caterham atribuye su vitalidad a una actitud sencilla: "Nunca discuto con nadie. Escucho y hago lo que me gusta". Su filosofía se centra en disfrutar de los pequeños placeres y evitar los conflictos. Quienes la rodean aseguran que su serenidad es contagiosa y que siempre mantiene una palabra amable.
Además, Ethel es una de las personas más mayores en sobrevivir al Covid-19, tras superarlo en 2020, cuando tenía 110 años. Hoy presume con orgullo de su familia: tres nietas y cinco bisnietos. Como ella misma dice, "he viajado por todo el mundo y he acabado en esta preciosa casa, donde todos se desviven por mí y me dan todo lo que quiero".
A lo largo de más de un siglo de vida, Ethel Caterham ha demostrado que la longevidad puede depender tanto de la salud como de la serenidad. Su historia, marcada por la calma y la independencia, recuerda que envejecer bien quizá consista, simplemente, en no discutir y disfrutar de lo que a uno le gusta.
